El rocambolesco caso de Rosa Castro – Carolina Espada

El rocambolesco caso de Rosa Castro - Carolina Espada

Publicado en: Tal Cual

Por: Carolina Espada

Carolina Espada

Una jovencísima y sensual actriz de cine. La primera venezolana en Hollywood con 18 años apenas. Hija de un general tachirense, presidente de facto de la república. Casada con un director estadounidense y muy catire, quien la catapultó a la fama con los nombres artísticos de Lucila Méndez y Lucille Méndez. Un divorcio avinagrado, porque el cineasta celoso no permitió que aceptara papeles más suculentos y reveladores. Un segundo matrimonio con un reputado productor del cine azteca. Y aquí cito a la Wikipedia (¡tan poco confiable ella!): “Es importante destacar su participación actoral en películas como La trepadora (1934) y La señora de enfrente (1945), cuyos guiones son del destacado escritor venezolano de trascendencia internacional Rómulo Gallegos”.

El rocambolesco caso de Rosa Castro - Carolina Espada

Bien emocionante, ¿no? Pues prívese que son puras “fake news”. ¡Noticias falsas que aparecieron hace pocos días en Twitter y que yo me encargué de regar, mejor dicho, regueretear!

Empeñada sin mucha esperanza en que el Twitter sirva para algo más que insultar a una señora, quien le tomó una foto a una arepa atestada de mortadela tapara y se la piensa comer; o acusar de prostitución –sin conocimiento de causa y porque sí– a una dama muy respetable; o la eterna diatriba política que ya es el paroxismo del hartazgo, siempre estoy pendiente de los tuits que llamo “Culturalidades Multiplex”. Sí, así les digo y yo me entiendo.

¡Entonces un tuit atrapó mi atención! Rosita, la hija de Cipriano Castro y de doña Zoila, había sido actriz en eso que llaman “la meca del cine” y había llevado una vida como de telenovela. Entusiasmada con este hallazgo, me puse a investigar; deseaba saber de Rosa o Lucila o Lucille; necesitaba leer algo más sustancioso que lo que esos pocos caracteres me habían revelado. Y allí estaban los “www” sobre la “starlet” nacional. A la Wikipedia la vi por encimita, porque… ¿ya mencioné que es tan poco confiable? Pero había unos de historia, y cuando uno lee la palabra “Historia” de inmediato piensa que es algo bien serio tipo Arturo Úslar Pietri.

Maravillada me leí todo sobre “Rose”, como ahora le decía, y la busqué en “Google images”. De caerse para atrás con sus fotos; todas dejan constancia de su hermosura y una, muy atrevida para la época, nos muestra a la niña ataviada como una Rockette del Radio City Music Hall. Segurito que había sido para su participación en una de aquellas superproducciones como la “Ziegfeld Follies”, aunque ésa quedaba descartada pues era de 1946 y para esa fecha ella tenía 40 años. “Búsqueda avanzada” y descubro que se trata de “Coney Island”, de 1928, y mi imaginación se desata. “Lucille Rose” estaba prácticamente desnuda, como hubiera dicho mi mamá, y yo me dije: ¡¿qué habrá pensado la familia Castro Martínez, que era tan seria?! Algo como “¡fin de mundo!”, mínimamente.

Con grande algarabía salí de osada a hacer una publicación en Twitter: todo un hilo cinematográfico y cuatro fotografías espectaculares de nuestra primera actriz. Los tuiteros agradecidos por no tener que leer nada que destilara odio, resentimiento, envidia, inquina y purita maldad, comenzaron a comentar con alegría, colorear el corazoncito de “me gusta” y retuitear con pasión. Al cabo de una hora, más de 10 mil personas se habían leído lo publicado. Entonces, aparecieron dos parientes del general de lo más desconcertados. De forma categórica, con amplia bibliografía de consulta, capturas de pantalla y tradición oral consanguínea, decretaron que tal hija farandulera no había existido nunca por una sencilla razón: el matrimonio presidencial no había podido tener descendencia.

Allí miré al piso a ver si la tierra se abría, pero no se abrió. Porsi, dije: “Trágame, Sésamo”, pero ya ahí me estaba traspapelando con otra cosa. Volví a leerme los “www”. Puros escritos desfachatados, porque por lo visto la internet también aguanta todo. Algo testaruda, busqué la biografía de José Cipriano y ahí pusieron que tuvo una hija (Rose, of course). Por no dejar, busqué a doña Zoila. A ella tuvieron el decoro de no endilgarle una criatura. Se agradece.

De regreso al Twitter a pedirle disculpas a los familiares; a borrar la información de fantasía y a publicar otra, alertando que todo había sido “fakes news” o “cuentos de camino” como decía mi papá. “Fake news”, que como buenas “fake news”, picaron y se extendieron y ya nadie las detiene y son una leyenda urbana.

Conclusiones: 1. La Wikipedia y sus derivados son un disparate, no son de fiar y no hay forma de hacer que enmienden sus errores; 2. Mañana comienzo a escribir un guion con la vida de Rose, una actriz de vodevil, que se hizo pasar por la única hija de un presidente y protagonizó las películas de otro. Nada mal.

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