Publicado en: El Nacional
Por: Adolfo P. Salgueiro
Vayamos al punto de una vez. Quien esto escribe, acompañado seguramente por una determinante mayoría de compatriotas, está arrecho. ¿Por qué? Pues porque ya el comportamiento del llamado “liderazgo opositor” ha colmado y excedido todos los parámetros de egoísmo e incompetencia a las puertas de una elección que tendrá lugar en pocas semanas.
Hasta este momento habíamos comprometido y cumplido escrupulosamente el apoyo solidario al diputado Guaidó y a su gobierno interino dejando para mejores momentos las críticas que pudiéramos abrigar en relación con diversos aspectos de su gestión. Pero ya resulta imposible posponer el reclamo y expresar la opinión cuando toda la estantería se viene al suelo sin que se asome posibilidad alguna de enmienda sino más bien la “crónica de una muerte anunciada” que se expresará la noche del 21 de noviembre como una “victoria” de quienes han convocado el sainete que ese día culminará, obviamente con todo el ventajismo y posible trampa.
Las consideraciones que siguen no pretenden tomar posición acerca de quiénes son los “buenos” y quiénes los “malos” de la película , lo cual –a estas alturas- ya no es relevante.
Da arrechera mayúscula observar que aquellos en quienes depositamos nuestras esperanzas a partir de la promisoria juramentación del interinato el 23 de enero de 2019 , casi tres años después no solo no han podido concretar los anhelos abrigados por una mayoría que en todas las mediciones ronda el 80%. Entendemos que los cambios no se los iban a poner en bandeja sino que habría que lograrlos con trabajo, decencia, ejemplo y unidad ante un adversario carente de todo escrúpulo.
Sabemos que en esa lucha corrió demasiada sangre y hubo suficiente sufrimiento por parte del pueblo de a pie como en cabeza de dirigentes y otras personas que han pagado –y siguen pagando- el precio de la cárcel, la tortura, el exilio y demás sinsabores propios de una batalla desigual. Homenaje a quien lo merece pero ya no es posible dejar la crítica para después toda vez que los mismos actores del drama se encargan día tras día de exhibir todas las carencias que nos dijeron que venían a resolver.
El buen muchacho y valiente diputado Juan Guaidó, quien apenas hace dos años recibió homenaje público de pie del presidente Trump y de ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos acumulando un sólido capital político , terminó siendo rehén de los partidos del denominado G4 que ataron sus manos impidiéndole desempeñarse en clave de unidad nacional, supeditando su actuación a las agendas grupales de cada uno.
Las sospechas de manejos turbios –verídicos o no- de los escasos y disputadísimos recursos que pudieron estar disponibles nunca se manejaron de la manera contundente que el colectivo esperaba y exigía.
Los elementos de la agenda política y el esfuerzo mancomunado vertido en su momento en la preparación del Plan País fueron dilapidados en disputas subalternas para quedar en el olvido.
La escenificación de disputas internas entre los líderes de base dispuestos a “agarrar aunque sea fallo” alguna alcaldía, legislatura o gobernación a expensas de una posición común, con el resultado vergonzoso de luchas subalternas por candidaturas para lograr ocupar camarotes en el Titanic.
La distribución hecha de cargos y encomiendas en función de cuotas partidistas que dieron por resultado el traslado de esos feudos a lo que pudo ser una acción colectiva provechosa.
La dilapidación del apoyo y solidaridad internacional que convirtió en tema de cansancio la causa venezolana abogada por múltiples y no coordinados autodesignados voceros.
La vergüenza de la elección en la Alcaldía de Baruta, donde los mismos que hoy disputan la Gobernación de Miranda no pudieron lograr la unidad causando que el Concejo Municipal quedase en manos del oficialismo. Vergüenza que se vuelve a repetir entre los señores Ocariz y Uzcátegui compitiendo feamente por la Gobernación de Miranda con el resultado que ya está cantado de anteojito. (No sé ni me importa quién tiene razón ni quién es el bueno o el malo, lo que sí sé es que entregarán al madurismo un trofeo ultravalioso). Igual en Lara y seguramente en otros lugares.
El espectáculo surrealista de que uno de los partidos del G4 –Primero Justicia- se desmarque públicamente del interinato con acusaciones, seguramente ciertas, mientras su jefe, el señor Borges, no renuncia a su responsabilidad como canciller , y su segundo aspira a la Alcaldía de Caracas; las acusaciones de Calderón Berti (a quien respeto sin reserva) revelando los motivos de su destitución como embajador en Colombia cuando denunció “jujús” en Monómeros, hoy envuelta en un escándalo cuyos detritos fecales ensucian a tirios y troyanos.
Los ataques inclementes a quienes con denuedo digno de admiración siguen defendiendo Citgo y Pdvsa (ad-hoc), cuya mera existencia pende de un hilo, así como las críticas a embajadores y enviados que con las uñas se desempeñan como pueden.
Las maniobras arteras que finalmente culminaron en el alejamiento del brillante procurador José Ignacio Hernández, cuyo talento permitió hasta ahora patalear para poder mantener los activos externos.
La agenda de Leopoldo López, Voluntad Popular y otros que una y otra vez se han interpuesto en la ruta de la recuperación sin dejar de reconocer la valentía personal de él.
En fin… las limitaciones de un artículo de prensa no permiten abundar más sobre el asunto, pero usted, lector sabatino , dígame si este columnista, igual que amplísimos sectores de la variopinta pero mayoritaria “oposición”, no tenemos razón para estar arrechos con quienes, por su miopía, se empeñan en empujar a la patria aun mas hondo en el pozo de la ignominia.