Venezuela después del huracán Trump – Thays Peñalver

Publicado en: El Nuevo Herald

Por: Thays Peñalver

Thays Peñalver

Todos se preguntan, ¿qué va a pasar en Venezuela tras el fin del tono y la política beligerante del gobierno estadounidense?

A solo un par de meses del final del año y tras el bluff intentado contra el régimen de Nicolás Maduro con una amenaza que nunca fue creíble, es evidente que el susto que pretendían se revirtió cohesionando al régimen. Si en vez de tanto asesor de garra hubieran consultado a cualquier transeúnte de Hialeah, habrían comprendido que eso era precisamente lo que necesitaba toda revolución para realizarse, ante un chavismo que en diciembre lo veían caído por mérito propio.

El presidente Trump habló brevemente en la Oficina Oval el 11 de septiembre de 2019 sobre la política de la administración sobre Venezuela luego de la partida del Asesor de Seguridad Nacional John Bolton

Pero lamentablemente el bluff donde sí funcionó fue en la oposición donde tuvo efectos devastadores, pues a la eterna división entre el sector sospechoso que quiere negociar una cohabitación y la oposición democrática, ahora se añadió otra en el núcleo principal dividiéndose entre quienes creían posible la invasión y quienes sabían que no ocurriría, acusándose mutuamente pero en especial, por no saber como efectuar el llamado a una intervención extranjera.

Mientras esto ocurría, los errores cometidos por la oposición debilitaron por completo su imagen en el seno de la Fuerza Armada y tras las incongruencias de la negociación posterior, después de decir durante meses que nunca se harían, a Maduro solo le bastó una reunión conjunta de militares, explicándoles que Guaidó estaba siendo negociado como alguien temporal, para que en un país extremadamente presidencialista y con la imagen de un “Comandante en Jefe” fuerte, todos bajaran la guardia.

A tales fines y como nadie regala manzanas al maestro sustituto o temporal, mucho menos los oficiales acuden al llamado de un líder transitorio. En fin todos dijeron “cuando venga el presidente definitivo hablamos”.

Y así, del amenazante “todas las opciones sobre la mesa” pasamos al “John Bolton se pasó bastante de la raya con Venezuela” y ante el silencio y la inacción posterior, tácitamente se dejó colar la aceptación de que el asunto “no tiene solución a corto plazo”.

Con esto la posición estadounidense se alía con sus pares europeos, mientras el régimen que ya cuenta con México, en breve lo hará también con Argentina, Rafael Correa pide las elecciones adelantadas en un Ecuador que arde en llamas, nadie sabe que puede ocurrir en Perú, mientras los gobiernos de derecha comienzan a debilitarse y Venezuela podría estar pasando a ser el menor de sus problemas.

La realidad es que el régimen logró quedar en pie tras el huracán Trump y ahora emerge para los suyos como ganador contra el “imperialismo” -el mismo transeúnte de Hialeah les diría que les hicieron el favor de la vida- aguardan con ansias el impeachment o que ganen los demócratas y vuelva el deshielo a Cuba, con lo que esperan sean favorecidos indirectamente si empiezan a portarse un poco mejor.

Venezuela después del huracán Trump - Thays Peñalver
El presidente Donald Trump da un discurso ante la comunidad de venezolanos-americanos con la bandera de Venezuela en el fondo, el 18 de febrero de 2019, en Miami.
Cortesía: Jim Watson

De allí a la ofensiva que vemos. Del “escandaloso informe Bachelet” lo que queda es la cooperación en materia de derechos humanos entre ella y el régimen. Vuelven a la Asamblea Nacional, no por estar derrotados, sino como estrategia para darle legitimidad a un llamado a elecciones que ya lucen más que evidentes, las del mismo legislativo, en el cual se darán condiciones a sabiendas que la oposición no cuenta con millones de votos en el exterior y el desánimo y las condiciones propias internas por las divisiones —que serán una batalla campal— la harán inviable, fomentándose una masiva abstención.

Posiblemente veamos una nueva división de la oposición que puede acudir a las elecciones si les dan algunas condiciones objetivas, un nuevo CNE que “convenza”, con observadores internacionales europeos, la salida de algunos presos políticos de las cárceles, pero habiendo quedado la oposición sumamente debilitada, desacreditada y con su líder siendo negociado en las mesas internacionales, el tiempo es su peor enemigo, pues lo único que crece día por día es la desesperanza y la tristeza, convirtiendo al venezolano en un superviviente y sin cabeza para pensar en política o acudir a elecciones.

Lo que pretende el régimen es más que obvio. Las últimas encuestas reflejan que el líder opositor bajó 20 puntos y su gestión es mala para casi el 60% de los venezolanos y se prevé que alcance su peor evaluación entre diciembre y enero. Lo que pretende el régimen a partir de allí es quitarle lo único que le queda, su legitimidad, pues en ese escenario de elecciones con garantías y validadas por Europa, Venezuela podría amanecer distinta en el primer trimestre del 2020.

Hacia esa misma trampa de siempre, si no ocurre un milagro, se dirigen todos. Mientras millones retoman su idea de marcharse, la crisis ya convertida en un auténtico bloqueo en el 2020 hará imposible vivir y más dependientes de un régimen que piensa que lo peor de la tormenta ha pasado.

Los venezolanos necesitan que la oposición rescate la esperanza de enero y defina una estrategia urgente de cara al drama que viene, mucho peor al que se sufre hoy. Luego, debe dejar de subestimar a su adversario como si estuviera vencido y trabajar sin pensar que estamos en el ojo del huracán Trump.

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