Publicado en: Blog personal
Por: Ismael Pérez Vigil
La vía electoral es la vía o la estrategia que debe asumir la oposición, para derrotar a este régimen de oprobio. Desde luego, el objetivo debe ser llegar a unas elecciones libres, conscientes de que elecciones libres bajo este régimen es una tarea difícil, por lo tanto, hay que luchar por lograr la mayor cantidad de garantías que sea posible, las que nuestra capacidad de negociación permita.
Destaqué en mi artículo de la semana pasada, que lo primero es ubicarnos en nuestra realidad (https://ismaelperezvigil.wordpress.com/2019/11/29/ahora-elecciones-libres/), en nuestra fuerza como oposición y tomar en cuenta la fortaleza del régimen tiránico, dictatorial, que nos gobierna y su capacidad represiva, el hecho de que cuenta con el soporte de la fuerza armada, con el sistema judicial y con los recursos del estado, desde el nivel central, pasando por las empresas del estado, hasta la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, que le permite contar con recursos, económicos y de todo tipo, para desplazar votantes, movilizar grupos civiles –armados y violentos– para intimidar y comprar conciencias y votos, por lo que no podemos esperar un proceso limpio e impoluto, sin luchar para lograrlo.
Destaqué también algunas condiciones que, en Venezuela, caracterizarían unas elecciones libres. En resumen, estas serían:
– La libertad de los presos políticos y la habilitación de los partidos políticos y candidatos, hoy ilegalizados, perseguidos, presos o en el exilio.
– Rescatar la credibilidad en los procesos electorales y en el voto, comenzando por una reestructuración del CNE, de todo el CNE.
– Una revisión del registro electoral, para librarlo de los errores más gruesos: movimientos ilegales de votantes y traslados arbitrarios de electores.
– Garantizar la presencia de observadores internacionales y ampliar el espectro de la observación nacional.
También señale, que hay muchos otros aspectos importantes, de carácter práctico, sobre los procesos electorales, que hay que revisar y corregir para tener unas elecciones libres, quiero destacar ahora algunos de esos aspectos.
Desde luego habrá que revisar las circunscripciones electorales, al menos a mediano plazo, pues no es tan importante para unas elecciones presidenciales. Y habrá que efectuar algunas modificaciones menores en la dinámica de los procesos electorales que hemos tenido durante los últimos años, como por ejemplo:
– restituir los centros electorales a sus lugares originales, que sin razón justificada, fueron cambiados en los últimos procesos, para dificultar el voto opositor
– dar cumplimiento estricto a la ley electoral en materia de publicidad y propaganda oficial;
– fijar claramente y mantener el horario de la jornada de votación, para que se cumpla el cierre de la jornada conforme a lo dispuesto en la ley;
– eliminación de todo tipo de concentración, proselitismo, intimidación y movilización partidista y política el día de la votación;
– sorteo, como ordena la ley, de los miembros de mesa;
– garantía para la actuación de observadores y testigos en todas las mesas;
y una serie más de detalles que habrá que revisar, para que se garantice el flujo de votantes sin interrupción.
Pero hay tres temas cruciales que implican asumir alguna estrategia, lo más unitaria posible, para enfrentarlos, por lo que invito a hacer una reflexión, descarnada, desapasionada y profunda sobre ellos; uno es la designación de un nuevo CNE, otro es la participación en la elección que se convoque –parlamentaria o presidencial– y por último el complejo tema de los votantes en el exterior.
La designación de un nuevo CNE por la AN, conforme a lo que establece la ley, es el primer elemento crucial para comenzar a restablecer la confianza en el voto. Pero sabemos bien, y lo estamos viendo, que la estrategia del régimen es llevar a que esta designación del CNE se haga en el ilegítimo TSJ, que ellos dominan, tal como ha ocurrido en las dos últimas oportunidades en que se designó este cuerpo. Esa es una eventualidad para la que debemos estar preparados y en su momento tomar una decisión en cuanto al curso de acción a seguir en el caso que esto ocurra, que tiene altas probabilidades de que así sea. En ese momento, de acuerdo a los nombramientos que se hagan, con cabeza fría y sin pasión, habrá que evaluar el resto de las condiciones con base en las cuales se podría participar en el proceso electoral que se convoque.
Otro factor para el que debemos estar preparados es para la elección que se convoque el próximo año. Mas del 85% del país aspira que se convoque una elección presidencial, que corrija la irrita e ilegal efectuada el 20 de mayo de 2018; pero debemos estar preparados a que eso no sea así y se convoque solamente una elección parlamentaria, que de acuerdo con la Constitución se debe llevar a cabo en 2020, año en el que se vence el período de la actual AN. ¿Qué haremos si no logramos que se convoque la elección presidencial que todos queremos? ¿Dejaremos –por negarnos a participar– que la AN caiga completamente en manos del régimen, como ocurrió en 2005? Si eso ocurre, perderíamos el “activo” más importante con el que hoy contamos, la AN, único poder legítimo y reconocido por la comunidad internacional, base de la legítima presidencia interina de la República, también reconocida internacionalmente.
El tercer tema es la votación de los más de dos millones y medio de venezolanos en el exterior, que no han podido cambiar su domicilio para votar en una elección presidencial y que pretender hacerlo con las normas actuales, a través de embajadas y consulados, es físicamente imposible de realizar. La AN tiene ya algunas propuestas para solventar ese problema, modificando la Ley Orgánica de Procesos Electorales -LOPRE- para que el CNE cree en el exterior los Organismos Subalternos que sean necesarios, a los fines de organizar y facilitar la inscripción, actualización y votación de los venezolanos en el exterior. Y con relación a este mismo tema hay otro problema más grave aún, como lo es la ilegal exigencia de que los venezolanos en el exterior tengan “residencia legal” en el país en el que viven, supeditando de esta manera el derecho al voto que tiene todo venezolano mayor de 18 años a la condición migratoria en el país donde resida.
Estos tres temas, designación de un CNE por parte de un TSJ –tan ilegitimo como los poderes ejecutivo y electoral–, evitar las elecciones presidenciales e impedir el voto de los venezolanos en el exterior son parte de la estrategia del régimen que debemos encarar, fríamente, para derrotarla.
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