Publicado en: Blog personal
Por: Ismael Pérez Vigil
Tres artículos recorren las redes sociales y grupos de WhatsApp la semana que cerramos hoy. Uno de Mari Montes, otro de Soledad Morillo y el tercero del Padre Luis Ugalde. Los tres fueron publicados en diversos medios, pero yo los tomo de la siempre actualizada, bien documentada y útil página de César Miguel Rondón (https://www.
Los tres tratan diversos temas, con estilos bien distintos y niveles de emotividad diferentes; pero los tres tienen un punto en común; una crítica a la situación política que estamos atravesando y al liderazgo de oposición, que es lo que me interesa destacar.
Mari Montes, en Escrito desde el hartazgo (https://bit.ly/3gvg8rQ), entre sus muchas frases y comentarios, al referirse a los tres líderes opositores − María Corina Machado, Leopoldo López y Henrique Capriles− resalto esta:
“Es increíble que no se den cuenta de que sus actitudes han terminado agotando a mucha gente, y no me refiero a los “Ni-Ni” de otrora o de siempre… Hablo de quienes siempre hemos estado dispuestos a apoyar a los políticos que luchan contra la tiranía, por encima de simpatías, ideas, pareceres, posiciones, por encima de todo…”
Y, sin embargo, esa frase, de por si lapidaria, es pálida comparada con las preguntas que les hace a los líderes mencionados:
“¿Han calibrado el impacto que tienen sus palabras en todos y cómo han contribuido a que muchos no creamos en ninguno?, ¿se han dado cuenta de la frivolidad con que asumen la política?”
Por su parte Soledad Morillo, en Mari Montes y la verdad (https://bit.ly/3zAAS8T), emprende una cerrada defensa de la periodista, ante los insultos que ésta ha recibido por sus opiniones, que no hacen sino confirmar la “frivolidad” que menciona en su artículo, al menos de parte de algunos de los seguidores de los tres líderes. Soledad, más comedida, no deja sin embargo escapar la oportunidad de soltar una frase que también tiene su “piquete”:
“…no me extraña en lo absoluto que haya escrito un texto que es un reclamo a la inteligencia. No se trata de caer en el llantén. Se trata sí de apuntarle a los liderazgos eso que quizás, porque el trabajo político es difícil y duro, no han detectado suficientemente: el hartazgo ciudadano”
Remata más adelante advirtiendo que ambos artículos −y otro, que yo no menciono− son:
“…un llamado de alerta a los liderazgos, algunos con nombre y apellido, como hacemos varios otros que estamos sumergidos en un mar de preocupación… Fueron cartas con destino. Cartas directas, francas, escritas con el lenguaje de la sinceridad.”
El tercer artículo que quiero comentar, es el del Padre Luis Ugalde, S.J: ¿Hechos o Palabras? (https://bit.ly/3q8pJrF); el artículo de Ugalde, como todos los suyos, bien pensado y reflexivo se sale del contexto de la crítica a la oposición, que tiñe el artículo de Mari Montes o de las advertencias que nos hace Soledad Morillo, al defender a su colega y amiga; y, sin embargo, el Padre Ugalde abre el suyo con una frase que igualmente nos debe poner a pensar, pues encierra una crítica sorda y aguda:
“Parece que ya nadie cree en nadie, ni en el poder dictatorial ni en la oposición democrática.”
Pasar por alto la parte final de esa frase puede tener consecuencias graves para un liderazgo democrático −representado en los tres que mencionó Mari Montes− y que cada uno a su manera, con matices o por mampuesto han planteado la necesidad de una negociación.
Ugalde expresa claramente lo que considera debe ser el objetivo, claro, prístino, ineludible, de todos los esfuerzos que se están haciendo:
“Para reconstruir a Venezuela no hay más camino que lograr acuerdos básicos fundamentales con decidido cambio de modelo y sumar todas las fuerzas posibles (hoy enfrentadas) para que la deseada reconstrucción democrática no sea un estrepitoso fracaso.”
Desde luego, las baterías de Ugalde, como es usual en él, apuntan directamente a su objetivo, que no es otro que el régimen de oprobio que gobierna al país y advierte, sin duda alguna al liderazgo opositor, que para esa negociación que estaría en ciernes, hay que evaluar muy bien un “decálogo del mal”, si es que vale esa expresión, con cuyos hechos el régimen, estaría evadiendo una verdadera negociación, sobre la cual, el Padre Ugalde señala, marcando pauta y resumiendo magistralmente, lo que debe ser la tarea de la oposición:
“Necesitamos una ciudadanía movilizada para elecciones integrales y más allá, una negociación libre de toda ingenuidad y partidismo y una presión internacional en la que Europa y América se den la mano en ayuda de la vida digna y libre de los venezolanos.”
Los tres artículos referidos nos deben hacer reflexionar; pero, en particular, el último nos define las tareas pendientes, que más de una vez he propuesto: la presión para romper el bloque hegemónico del mal que nos gobierna, debe provenir de una fuerza de tenaza, cuyos dos brazos aprieten al unisonó: la movilización y presión interna, de un país organizado para enfrentar a la dictadura; y la presión internacional, que asfixie al régimen; la aplicación de ambas fuerzas, simultáneamente, serán las que permitirán una salida de este régimen de oprobio.