Por: Pedro Pablo Peñaloza
“La gente está cansada de los políticos”, dice un político. De todos menos él, claro, que sí conecta con la gente. Políticos y “expertos” repiten como novedad que en Venezuela “la gente está agotada de la política”, dejando a un lado un pequeño detalle: la censura y autocensura.
Primero, habría que señalar que en todas partes “la gente está cansada de la política” y denigra de los políticos. No es un invento criollo. La crisis de los partidos, la irrupción de fuerzas extremistas y el declive de la democracia son fenómenos que hoy sacuden al mundo libre.
En todas partes del mundo, la gente prefiere contratar Netflix que afiliarse al canal del Parlamento. Mejor escuchar un reguetón que un discurso político. Ambos repiten sus mismos estribillos, pero el primero al menos es bailable.
No obstante, hay factores a tomar en cuenta. En Venezuela, cada vez hay menos espacios para que la gente se informe y participe en el debate político. La censura y autocensura se imponen en los medios, la represión hace mella en la esfera pública.
Entonces, no es solo que la gente puede querer desentenderse de la discusión. Es que no tiene manera o mecanismo para informarse, participar y expresarse. Son pocos los espacios que quedan y mucho más reducida la lista de temas permitidos. De los problemas de la oposición, por ejemplo, se puede hablar con total libertad. Pero de lo que pasa en Apure.
Nuestros padres son expertos en política española. Conocen a Pedro Sánchez y Díaz Ayuso, pero no tienen ni idea de quién es el presidente de Pdvsa. Todo gracias a que en el cable pueden ver los debates de TVE, mientras los medios locales repasan los avances de la horticultura.
Para remate, se propaga un discurso que, sin duda, lleva agua al molino propagandístico del gobierno. “La gente está cansada de la política”, entonces, déjame la política a mí. Vamos a olvidar la política que divide y trabajemos juntos por la recuperación económica y “lo social”.
Siempre se dice que la gente está “cansada”, “desilusionada” y demás expresiones por el estilo. No obstante, los hechos han demostrado que la llama permanece encendida. Así, en momentos de absoluta postración, se han levantado protestas multitudinarias o dado casos como Barinas.
En Barinas no solo se repitió la elección, sino que se puso como fecha el 9 de enero para que la campaña fuera en diciembre, mes absolutamente muerto. Al final, la gente no se fue de vacaciones ni se “desconectó”. Salió a votar en mayor número y ratificó su voluntad de cambio.
Allí está la llama, solo que intentan apagarla. En España atribuyen a Franco una expresión que, en realidad, pudo haber dicho cualquier dictador: “Haga como yo, no se meta en política”. Los abuelos recuerdan que con Pérez Jiménez todo marchaba bien, si no te metías en política.
Aquí políticos y medios deberían, cada uno desde su espacio, hacer su trabajo y fomentar el debate sobre la política, que nos incumbe a todos. Abandonar ese discurso que es tan hueco como viejo, e incentivar la participación.
Porque, además, el origen de la crisis es político y solo se resolverá desde lo político. Porque hay “gente” que puede cansarse de la política, pero hay otra “gente” -una cupulita- que no se cansa de mandar y someter a la mayoría. Tal vez la próxima encuesta debería medir si la gente está cansada de los que están cansados.