Por: Floralicia Anzola
Las guerras vienen acompañadas de nuevas formas de lenguaje, algunas palabras derivadas de las armas usadas, de la ideología que las justifican; otras, de los nombres de sus héroes. Pero la palabra que han acuñado los ucranianos para definir la ideología y la política tras las acciones de Putin en Ucrania es muy particular.“рашизм”
En un artículo reciente, Timothy Snyder explica de dónde viene este neologismo en la pieza titulada: “La guerra en Ucrania ha desatado una nueva palabra: en un juego creativo en tres idiomas diferentes, los ucranianos identifican un enemigo: el ‘ruscismo’. Snyder se refiere al uso del lenguaje ucraniano, el ruso y el inglés.
Escribe Snyder que “El Concejo Municipal de Mariupol, Ucrania, estaba tratando de hacer un comentario sobre la muerte en masa. Su ciudad había sido la más afectada por la invasión rusa, y miles de cadáveres yacían entre los escombros después de semanas de guerra urbana…los miembros del consejo se referían a los perpetradores rusos con un término de condena que todos los ucranianos conocen, aunque aún no está en los diccionarios, se escribe en alfabeto cirílico: “рашизм”
Esa palabra hace vida entre soldados ucranianos, en redes sociales, en las vecindades y poblados, hasta las autoridades de gobierno la usan. Podría unificar en su concepto tres palabras: Fascismo, Política y Rusia o ruso, así lo ve el autor del artículo Timothy Snyder, quien lo interpreta como Ruscismo.
“Cuando vemos “ruscismo” podemos suponer que esta palabra tiene que ver con Rusia (“rus”), con la política (“ismo”) y con la extrema derecha (“ascismo”), como, de hecho, lo hace. Una forma sencilla de pensarlo es como un conglomerado de la “r” de “Rusia” y el “ascismo” de “fascismo”: el fascismo ruso”
Continúa Snyder: “El fascismo ruso es ciertamente un fenómeno que requiere un concepto. La Federación Rusa promueve la extrema derecha en todas partes. Putin es el ídolo de los supremacistas blancos de todo el mundo. Destacados fascistas rusos tienen acceso a los medios de comunicación durante las guerras, incluida esta. Los miembros de la élite rusa, sobre todo el propio Putin, confían cada vez más en los conceptos fascistas. La misma justificación de Putin de la guerra en Ucrania, como un acto de limpieza de la violencia que devolverá a Rusia a sí misma, representa una forma cristiana de fascismo. La reciente publicación, en un servicio oficial de noticias ruso, de lo que considera un manual abiertamente genocida que proporciona un plan para la eliminación de la nación ucraniana como tal, confirma todo esto. Moscú es el centro del fascismo en nuestro mundo”.
De esta forma, el autor va definiendo lo que la palabra ucraniana podría significar y cómo se ven así mismo, en contraste, los ciudadanos de Ucrania.
Snyder escribe: “El uso de “ruscismo” para describir al enemigo tiene implicaciones sobre cómo los ucranianos definen sus propios valores. Estigmatiza a Rusia como un invasor que comete una injusticia que puede vincularse con injusticias pasadas y sus líderes abusan del lenguaje para ocultar estos hechos básicos. Pero también toma como axiomático (y así lo afirma) que el fascismo es a lo que hay que resistir. El lenguaje ha proporcionado algo nuevo y, como nos recuerda a Hannah Arendt, lo nuevo es lo mejor que podemos esperar en tiempos totalitarios. El idioma ucraniano ha ofrecido un neologismo cuya formación nos ayuda a profundizar en la creatividad de otra cultura, y cuyo significado nos ayuda a ver por qué se libra esta guerra y por qué se debe ganar”.
Así como lo hizo el nazismo, la ideología que se implantó en Alemania entre 1933 y 1945, con la cual se justificó toda clase de atrocidades, el ruscismo lo hace ahora con Ucrania. Todavía estamos a tiempo de detener el expansionismo que se oculta tras esta ideología rusa de rostro totalitario y criminal.