Por: Editorial Analítica
Hace algunos años, cuando se globalizó Internet, el filósofo francés Pierre Levy dijo que había surgido el mecanismo que iba a promover la inteligencia colectiva.
Hoy, Internet se ha convertido en un instrumento esencial para, entre otras muchas cosas, la difusión de todo género de información, sea esta verdadera o falsa. Levy sostenía que uno de los aspectos más resaltantes era que cualquier persona podía ser a la vez receptor y generador de conocimiento. Pero resulta que con la eclosión de las llamadas redes sociales podemos constatar cómo la información se ha ido convirtiendo en algo oscuro, ya que junto a la clásica difusión de noticias generada por medios de comunicación responsables, se suman múltiples y diversas noticias falsas creadas ya sea por pasión, odio, resentimiento o en un intento manifiesto de manipular y tergiversar la información.
En lo particular, en nuestro país, las redes sociales en su aspecto más negativo parecen empeñarse en descalificar a cualquier persona pública, que con o sin razón, difiera de una actitud que es considerada la única justa y verdadera para superar la crisis en la que estamos inmersos la mayoría de los venezolanos.
Frente a este pernicioso mal manejo en la transmisión de informaciones, muchas veces falsas, no se requiere tomar medidas drásticas que por demás serían ineficientes, sino por el contrario, apoyar a los medios de comunicación que se dedican a publicar la información veraz a través del noble oficio del periodismo responsable.