Por: Jean Maninat
Resulta ahora que el drama venezolano es una ficha más en la carrera presidencial de los Estados Unidos de América para conquistar el voto “latino”. Hemos sido integrados a un árbol genealógico que nos une con Rómulo y Remo y una loba celosa con sus dos vástagos bípedos y hambrientos.
Mire que no está mal para presumir cierto abolengo clásico, pero pensar que los desmañados españoles y portugueses que se aposentaron en estas tierras -con las que tropezara un desorientado marino genovés- eran genuinos representantes de la cultura latina, y denominar como “latinos” a los pueblos que desandan sus desencuentros del Río Grande hacia abajo, es un acto de realismo mágico historiográfico.
Disculpen, un poco más de respeto por el autóctono Juan Evo Morales que si algo ha hecho es reiterar una supuesta ascendencia Aymara y no “latina” por más que sus propios paisanos le hayan enrostrado su condición de ladino. O al bueno del “pejelagarto” López Obrador (así lo llaman sus partidarios con cariño) cuando exige una carta de disculpa al Reino de España por haberle procurado tan castizo nombre.
¿Cuán “latino” es un argentino y un salvadoreño, un brasileño y un colombiano, un venezolano y un paraguayo? ¿Dónde están las raíces “identitarias” que los agrupan? Ni siquiera en la lengua que supuestamente los une. Son compartimientos estancos que no resisten una mención a salidas al mar, islotes ricos en excrementos de aves, yacimientos petrolíferos, plantas de celulosa, sin que el ánimo patriótico se embochinche. Nos queremos con resguardo.
Pero una vez traspasadas las fronteras hacia el Norte todos somos latins. (Hasta el tierno malagueño de Banderas fue bautizado como latin actor en los previos de los recientes Premios Oscar. Imaginemos el cabreo del bravo Zorro). Y empowered latinas son J.LO y Shakira. Y por ese camino pronto tendremos a un compositor de regetón llamado Doggy Pup X citado como autor “latino” junto a Alfonso Reyes o Jorge Luis Borges.
Habría que tener prudencia con celebrar la incorporación de la diáspora venezolana al voto “latino” en la primera potencia del mundo. Suele ser de mal agüero, allí están los decisivos sectores radicales cubanos en Florida decidiendo todo menos un ápice de libertad en la isla. Pase por el Café Versalles y pregunte, tienen una larguísima experiencia en la materia. Ah, y son “latinos empoderados”. ¡Oh my God!
N.B. El uso de palabrejas tipo empoderar, identitarias es para celebrar el Día del Sociólogo.
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