La verdad no es una elección – Floralicia Anzola

Cortesía: Mstyslav Chernov

Por: Floralicia Anzola

Leer las historias, ver los videos que hicieron y la crónica de los testimonios que recogieron los dos periodistas de AP en Mariúpol, Mstyslav Chernov y Evgeniy Maloletka, quienes lograron escapar de la cacería que el ejército ruso ha impuesto a la prensa en Ucrania, deja a cualquiera sin aliento.

Imágenes de edificios destrozados, videos de tanques rusos disparando hacia hospitales, familias huyendo, fosas comunes abiertas donde se van aculumulando cuerpos, una larga cadena de verdades difíciles de combatir se presenta a los ojos del mundo, aunque Putin intente negarlo.

Y lo ha hecho. La imagen de una niña fallecida sobre una camilla en el hospital recorrió el planeta y dio cuenta del horror.

Escribe el videoperiodista Chernov: “El 9 de marzo, dos ataques aéreos destrozaron el plástico que cubría las ventanas de nuestra camioneta. Vi la bola de fuego solo un latido antes de que el dolor perforara mi oído interno, mi piel, mi cara. Vimos salir humo de un hospital de maternidad. Cuando llegamos, los trabajadores de emergencia todavía estaban sacando a mujeres embarazadas ensangrentadas de las ruinas. Nuestras baterías estaban casi agotadas y no teníamos conexión para enviar las imágenes. El toque de queda estaba a minutos de distancia. En la oscuridad, enviamos las imágenes alineando tres teléfonos móviles con el archivo de video dividido en tres partes para acelerar el proceso. Tomó horas, mucho más allá del toque de queda. El bombardeo continuó, pero los oficiales asignados para escoltarnos por la ciudad esperaron pacientemente”.

Una de esas imágenes causó escozor al gobierno de Putin, la mujer embarazada herida. Los periodistas desconocían que ya se montaba una campaña de desinformación sobre su trabajo, dice Chernov: “La embajada rusa en Londres publicó dos tuits calificando las fotos de AP como falsas y afirmando que una mujer embarazada era una actriz. El embajador ruso mostró copias de las fotos en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y repitió mentiras sobre el ataque al hospital de maternidad”

El 11 de marzo, en una breve llamada sin detalles, nuestro editor preguntó si podíamos encontrar a las mujeres que sobrevivieron al ataque aéreo en la maternidad para probar su existencia. Las encontramos en un hospital de primera línea, algunas con bebés y otras en trabajo de parto. También supimos que una mujer había perdido a su bebé y luego su propia vida”

Igual lo argumentado por los rusos fue el triste discurso que ofreció Tibisay Lucena, actual ministra de Educación Superior en la inauguración de la Universidad Internacional de las Comunicaciones, en la sede del periódico El Nacional que fue entregada a Diosdado Cabello. Lucena, explicando lo que son fake news, se hizo eco ella misma de la manipulación de los rusos, de los fake news de Putin. Dijo: “Hay muchos ejemplos…También vi videos de muertos fumando, mujeres embarazadas salvándose de un cruento bombardeo ruso para ir a modelar para una famosa marca. Todas estas cosas las vimos para la formación de esta fake news”.

A esa información manipulada se exponen los propios ucranianos como narra Chernov: “En ese momento, ninguna señal de radio o televisión ucraniana funcionaba en Mariúpol. La única radio que podías escuchar transmitía mentiras rusas retorcidas:  que los ucranianos tenían a Mariúpol como rehén, disparaban contra edificios y desarrollaban armas químicas. La propaganda fue tan fuerte que algunas personas con las que hablamos la creyeron a pesar de la evidencia de sus propios ojos”.

Lo mismo nos ha ocurrido a los venezolanos, las evidencias siguen allí pero es más confortable creer en las fake news que confrontar la realidad. De esa escuela rusa vienen las granjas de trolls maduristas que montan campañas en Twitter, Facebook e Instagram. La verdad es demasiado cara, la mentira sale gratis. Pero el costo humano es muy alto. La verdad no es una elección es certidumbre.

El director general de la Organización Internacional para las Migraciones, António Vitorino, lo sentencia con claridad: “La magnitud del sufrimiento humano y el desplazamiento forzado debido a la guerra excede de lejos el peor escenario previsto”.

 

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