Visto los resultados del 21N lo que queda claro es que está pendiente la creación de una plataforma para dirimir las diferencias, construir consensos, y establecer un mecanismo que brinde sustento popular al liderazgo, ¿primarias generales? Mientras, la única elección que se asoma en el horizonte “cercano” son las presidenciales de 2024. Mucho trabajo y diálogo hacen falta. ¿Y de fútbol? Todos a preparase para disfrutar Qatar 2022, porque en un eventual referendo revocatorio para el próximo año ¿quién en representación de la “Unidad” propondrá activarlo?
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Pedro Pablo Peñaloza
Pudo haber sido obra de la casualidad. O, quizá, un mensaje de la providencia. Pero en la misma semana en que jugó la Vinotinto se celebraron las elecciones regionales, lo que permitió observar con claridad las semejanzas entre ambos hechos.
En principio, quienes evalúan estos fenómenos comparten un discurso similar. Disminuir lo cuantitativo y potenciar lo cualitativo. Las selecciones que compiten por el Mundial suelen fijar su mirada en las columnas que registran triunfos, derrotas y puntos. No es el caso del combinado criollo, donde se valoran otros aspectos más abstractos: La idea, el coraje, el pundonor, la actitud… A falta de goles, la oncena vernácula ofrece “buenas sensaciones”.
Así se llamó a revisar el desempeño de la oposición en los comicios del 21 de noviembre. No se saltó al terreno para ganar sino para conectar con la gente, organizar y movilizar, recuperar la senda electoral, construir alianzas, promover liderazgos, fortalecer a los partidos, presionar al régimen autoritario, expresar un sentimiento de cambio. Incluso se resaltaba la necesidad de ejercitar el “músculo debilitado”, cual futbolista víctima de una lesión. Avanzar en estos aspectos dejaría “buenas sensaciones” que mitigarían el amargo y frío balance numérico.
“Todos admiten la necesidad de renovar, reestructurar y relegitimar, pero nadie da un paso claro en ese sentido”
Al margen de las carencias de los protagonistas y de la apatía de sus simpatizantes, que ya no votan ni llenan estadios, se ha advertido que el origen del fracaso está en la falta de dirección. La cúpula del balompié es un desastre. Tanto que llegaron al extremo de no pagarle a tiempo a un entrenador de origen portugués, cuando todos han visto que en las panaderías, junto a la imagen de la Virgen de Fátima, siempre cuelga un cartel que reza: Hoy no se fía, mañana sí.
La Federación Venezolana de Fútbol (FVF) está intervenida por el chavismo, al igual que varios partidos de la oposición. Las zancadillas internas han provocado un caos institucional y ahora mismo el jefe de la selección es un entrenador interino.
Dicen que la derrota es una gran maestra. Si es así, la Vinotinto es una alumna aventajada y la oposición venezolana también forma parte del cuadro de honor. Ahora, ni el equipo de fútbol compite para llegar a Qatar 2022, ni la Unidad tenía como prioridad las elecciones del 21 de noviembre. La primera tiene la mira en 2026 y la segunda en las presidenciales de… ¿2024? Habrá que seguir participando. El gran juego es mañana.
En el aire
Existen varios tipos de calendarios. El chino, el hebreo, el gregoriano, el maya. Y este año se estrenó el venezolano, que saltaba del 20 al 22 de noviembre. De repente, el 21 se hizo prescindible. Ya todo el mundo sabía qué iba a pasar, así que nadie prestaba atención a la fecha que, según los entendidos, marcaría el fin de los tiempos. “Comienza una nueva etapa a partir del 22”, anunciaban los oráculos.
Para lanzar tal vaticinio no hacía falta esperar al 21. Desde hace mucho tiempo el plan de la oposición -cualquiera que este sea- no da más de sí. Entretenidos en la pelea por la medalla de plata, los dirigentes se disparan unos a otros. Todos admiten la necesidad de renovar, reestructurar y relegitimar, pero nadie da un paso claro en ese sentido.
“Al margen de las carencias de los protagonistas y de la apatía de sus simpatizantes, que ya no votan ni llenan estadios, se ha advertido que el origen del fracaso está en la falta de dirección”
Visto los resultados, lo bueno de las regionales es que no resolvieron absolutamente nada. Cada uno reivindicará su puñado de votos para una eventual negociación interna, pero ninguno podrá sentarse a la mesa como el ungido por el pueblo. Está pendiente la creación de una plataforma para dirimir las diferencias y construir consensos, y el establecimiento de un mecanismo -¿primarias generales?- que brinde sustento popular al liderazgo. Igual que ayer.
Sin embargo, ahora el calendario venezolano pinta la enésima raya roja: 4 de enero de 2022. En realidad, esa sí ha sido la gran fecha que ha atizado la discusión en el seno de la oposición venezolana. ¿Qué hacer con el Gobierno interino? Se acerca el día D (Difícil flotar en el éter).
Largo camino
La flamante directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) casi sale ilesa de esta primera prueba. Pero llegó el estado Miranda con su fuego abrasador. De repente, toda la cúpula, incluidos Roberto Picón y Enrique Márquez, comenzaron a recibir críticas por no cumplir la ley y facilitar que la MUD sumara sus votos a la aspiración de David Uzcátegui.
Miranda se perdió, al menos, tres veces. Significó un duro varapalo para Primero Justicia, Carlos Ocariz y Henrique Capriles Radonski, quien se suponía era el gran elector de la entidad. Señaló las limitaciones de los rectores, que están en el proceso de construir su “voz” para dirigirse al público. Y hundió las aspiraciones de Fuerza Vecinal de convertirse en el gran triunfador de la contienda.
“Desde el CNE (…) Roberto Picón y Enrique Márquez fueron elegidos por un periodo de siete años. Siete”
Desde el CNE, los dos tendrán que evaluar temas como el referendo revocatorio y,
especialmente, las futuras presidenciales de 2024, única elección que asoma en el horizonte
“cercano”. Mucho trabajo y diálogo. Entonces, ¿para qué inmolarse en una Eliminatoria que
estaba perdida? Todos a prepararse que ya viene el Mundial.