Los líderes juveniles sienten que el comienzo del devenir nacional coincide con la suscripción de sus partidas de nacimiento. Desconocen que las luchas por la fundación de la República y por la preservación de sus productos fundamentales, la libertad y la democracia, fueron iniciadas por los antepasados en medio de grandes sacrificios que alimentaron ríos de sangre generosa y digna de memoria. No están enterados de las ideas sobre el bien común que se divulgaron en los dos siglos anteriores, algunas muy brillantes y susceptibles de rescate.
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Elías Pino Iturrieta
Hablamos maravillas el lunes de los líderes juveniles que reinan en la cumbre de la política venezolana, pero también anunciamos la necesidad de someterlos a la crítica. Es lo que intentaremos en el fragmento de hoy, partiendo de una evidencia difícil de rebatir: No solo se sienten como el principio de la historia patria, sino también como su fin exclusivo y estelar. Para ellos, el comienzo del devenir nacional coincide con la suscripción de sus partidas de nacimiento. Sienten que la política se estrena con sus ejecutorias y los remiendos solo se pueden hacer en su taller, no solo por soberbia, ojalá únicamente influyera ese pecadillo, sino por su olímpico desconocimiento de los hechos del pasado. Poseídos de sus corporales lozanías y de su familiaridad con las nuevas técnicas de comunicación, mimados por unos influencers que los quieren vender como las únicas palancas de una sociedad desvalida, terminan por solazarse en la superficie de las cosas sin ocuparse de la incómoda pero imprescindible profundidad. Desconocen que las luchas por la fundación de la República y por la preservación de sus productos fundamentales, la libertad y la democracia, fueron iniciadas por los antepasados en medio de grandes sacrificios que alimentaron ríos de sangre generosa y digna de memoria. No están enterados de las ideas sobre el bien común que se divulgaron en los dos siglos anteriores, algunas muy brillantes y susceptibles de rescate. Y así sucesivamente. Conviene meter el escalpelo en estas inexcusables falencias, especialmente si quien escribe es un historiador, pero también adelantar que el futuro no permitirá que se salgan con la suya. De eso hablaremos el viernes.
Lea la primera parte: “Ventajas de la dirigencia juvenil”, de Elías Pino Iturrieta