Publicado en: El Universal
Ningún adulto puede pensar que una invasión a Venezuela es posible, ni siquiera el más desquiciado de los cerebros políticos. Incluso sería difícil en el contexto de una guerra civil con violencia desbordada en las calles. Por eso no dudo que la idea la haya puesto a girar el propio gobierno, con la seguridad de que muchos aturdidos adoptarían el niño expósito y lo harían crecer sano y fuerte. Dice @Mibelis que esperando a Gadot (Gal) y las tropas redentoras, las legiones de mártires de Bal Harbor, parte de la oposición se abstendría de votar y el gobierno muy contento se lavaría las manos como el tipo aquél, y de liquidar al incómodo que se ocupe su propia gente.
La verdadera amenaza para la candidatura de Henri Falcón no es Maduro sino el abstencionismo y los que se abstienen pero no son abstencionistas. Abstenerse es simplemente dejar de hacer algo y escribo deliberadamente “abstenerse de votar”. Así trato de superar el caos que se creó en mi caja craneal cuando, a través de intérpretes de los más profundos abismos de semiología lacaniana, conocí un aporte para mí tan incomprensible como la física quántica: que uno puede abstenerse pero sin ser abstencionista.
“Ahí queda eso” espetó Dominguín a Manolete cuando fulminó con el estoque el toro al que cortaría rabo y orejas. San Agustín escribió que el esfuerzo por entender el Misterio de la Santísima Trinidad era equivalente a que un niño vaciara el mar con una tasa. Me sentí igual de turbado al leer la sabia sentencia: “nos abstenemos pero no somos abstencionistas”. En el mismo enredo, la detención del general Rodríguez Torres puso al descubierto el valle de pasiones de quienes andan a la deriva con la brújula descontrolada después de la salida II de 2016 (RR) y la Salida III de 2017 (las elecciones generales). “Los dioses castigan a los hombres al hacer realidad sus sueños”.
¿Quién sopla a Almagro?
Los laboratorios mayameros celebraron efusivamente la detención, salieron a bailar en las calles, hasta tumbaron un puente en la souesera, y en las peluquerías caraqueñas descorchaban Cacique (es lo que hay) aunque el general pertenece al frente amplio. Alguien dijo, para asombro del público, que su arresto se debía al temor que despertaba el mencionado frente en los del círculo del poder, a cuyo solo nombre temblaban como hojas. Pero un ex candidato a gobernador, tan del frente como Rodríguez Torres, decía que hablar de “chavismo democrático” era un contrasentido. Hasta ahí pensaba que no habrá mayoría sin sumar los revolucionarios decepcionados.
Ese es el motivo para la antipatía que manifiestan por Falcón, pese a su lealtad a las filas opositoras desde que renunció a la antigua militancia. Habría que hacer un pequeño ejercicio de memoria para comprobar cuántos de los actuales opositores pasaron en algún momento por el chavismo. Y desde su sede, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, con su propia serpiente que le habla al oído, hizo contra él una declaración insólita, un acto de extravagancia diplomática. El jefe de un organismo multinacional llega al extremo increíble de atacar con nombre y apellido a líder opositor y candidato a la presidencia contra una autocracia.
Eso refleja el enorme daño que la revolución bolivariana ha hecho a la política, incluso la hemisférica. Y Almagro, actuando como un revolucionario o un antipolítico, ignora las formas, el respeto, los miramientos y formalidades de la democracia, “entrompó” de forma estrafalaria a un dirigente que merece respeto, actitud que sería grotesca aunque no mereciera tal respeto. Empeora todo para Almagro porque viene de una cadena de conatos, simulaciones y medias verdades en las que, en síntesis, no supo cumplir con su promesa: hacer aprobar la Carta Democrática y sancionar al gobierno venezolano.
Tengo huesos y no soy vertebrado
Lleva demasiados años de crear expectativas sin capacidad para satisfacerlas y en su defecto tanta charla y pocas nueces que hacen historia en la OEA. Por eso se empeña en estimular la Salida IV al presionar para que el frente llame a abstenerse (o dejar de votar sin abstenerse) contra Falcón. La tentación de los lugares comunes es demasiado grande, porque facilitan la economía del lenguaje. Si no fuera así, nadie hablaría de granitos de arena, travesías por el desierto o de que a las mujeres ni con el pétalo de una rosa.
El citado Lacan los compara con “calcificaciones” del lenguaje, modalidades de sintagma, diríamos nosotros, piedritas en el riñón o en la vesícula del habla. Repetimos en 2018 en relación con Falcón, los mismos argumentos que en 2006 a propósito de Manuel Rosales, y que en 2012, de Capriles. Desespera nuestra imposibilidad para aprender en experiencia propia, y que después de la catástrofe de 2005 que eternizó a la revolución, hoy pueda repetirse lo de entonces. Y después de los desastrosos 2016 y 2017.
De no ser por el paro petrolero, de la abstención y las otras excentricidades, muy probablemente la revolución hoy solo existiría en la memoria, huella de un accidente peligroso pero superado. La perpetuación de Chávez se debió casi exclusivamente al abstencionismo y a los que se abstuvieron sin ser abstencionistas. Hoy son los mismos de siempre quienes la impulsan, con la grave eventualidad de que quienes no debían, se le suman.
la saida