En 1989, El Diario de Caracas, periódico en el cual escribí como articulista algún tiempo, publicaba una frase: “La crisis tiene sus excepciones”. Se refería a una boda a todo trapo en Caracas, en medio de lo que ya se aceptaba como una crisis socioeconómica de magnas proporciones. Había ocurrido la toma de posesión presidencial, también desproporcionada y totalmente fuera de lugar dado lo que avecinaba con un paquete de medidas que se entendía era inevitable para poder “estabilizar la situación”. A los días de estos dos festejos se produjo ese asunto del 27 y 28 de febrero, que algunos tenemos muy fresco en la memoria, porque lo vivimos, nadie nos lo contó. La prensa nacional e internacional tituló con la frase “El día que bajaron los cerros”.
2021. En Venezuela hay la peor crisis política, social y económica que cualquier venezolano vivo pueda recordar. Y además estamos padeciendo el efecto de una pandemia que no se ha podido controlar y que sigue cobrando vidas. Los estudios de organizaciones de la sociedad civil y universidades ponen de bulto la mayor gama de calamidades. Susana Raffalli dice una verdad que para algunos es punzo penetrante, dolorosa: millones de venezolanos están lentamente muriendo de hambre.
El sector de los educadores despertó la semana pasada con la novedad de un bono especial acreditado en las cuentas del personal. El monto fue de algo así como 1$.
Pero el domingo las redes amanecieron inundadas con las reseñas muy descriptivas de una boda. Automáticamente recordé 1989 y aquel matrimoniazo que reseñó la prensa como una bofetada en los rostros de los millones que sufrían.
Llueven argumentos. A cuál más banal. Excusas a granel de lo injustificable. El sifrinismo es elocuente y gusta de darse bomba. Lo era en 1989 y lo es hoy en 2021. Santos Discepolo versaba su famoso tango “Cambalache” con la frase “despliegue de maldá insolente”.
No aprendemos. Ahora en 2021, está visto que sigue siendo vigente aquella frase de “la crisis tiene excepciones”.
El segundo capítulo, supongo, será la reseña de la luna de miel, que no creo vaya a ser en una posada de una estrella.
En fin, “… Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis, y en el dos mil, también…”.
Panchito Mandefuá se asoma por la esquina, a ver si le dan sobras.
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