La historia de la “Operación Gedeón” da para un thriller. La escenografía que vimos en Macuto y Chuao no habla de una buena producción. Pero eso es lo de menos. Hay que meterle el ojo al entramado de personajes que participaron y dejaron de participar en el complot para atar cabos. Nos hallamos ante un guión marcado por la intriga y la presencia de agentes dobles. ¿Para quién trabajaba Clíver Alcalá? La CIA fue engañada durante 9 años por el norteamericano Aldrich Ames, quien recibió casi 3 millones de dólares por filtrar información privilegiada de Estados Unidos a Moscú. La analista del Pentágono Ana Belén Montes pasó 17 años filtrando información a La Habana. Lo hizo por romanticismo. ¿Quién traicionó a quién en la “Operación Gedeón”?
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Gloria M. Bastidas
La “Operación Gedeón” luce como una de esos complejos problemas matemáticos que solo pueden ser resueltos por los cerebros más dotados. O que nunca son resueltos. Leí en doctor Google que se llegó a ofrecer un millón de dólares a quien lograra resolver la llamada “hipótesis de Riemann”. Nadie ha podido. Esto tiene que ver con el origen de los números primos. Hasta ahí llego en mi vasta ignorancia. Lo que me viene a la cabeza después de metabolizar los sucesos que ocurrieron el 3 de mayo en las costas de Macuto y Chuao es una inmensa pizarra poblada de números y símbolos. Una pizarra como las que aparecen en la película Una mente brillante, la cinta que recoge la vida del genio John Nash. Necesitamos a un John Nash para descifrar el acertijo. Esta historia calza los puntos para un thriller. Demasiadas aristas. Demasiados cabos sueltos. Intriga aquí y allá. Nos hallamos ante un frondoso árbol de interrogantes. La incógnita elemental: ¿Por qué Juan Guaidó asomó su nariz a semejante paquete? Sobre eso ya se ha escrito en exceso. El Presidente interino ya ha sido suficientemente dilapidado por su pecado. No le lanzaré más piedras.
Sí me gustaría ahondar en otros elementos. No en el de que Guaidó explorara un camino insurreccional exógeno, sino en otro no menos importante: ¿Por qué J.J. Rendón, que representa a un conglomerado y para nada actuó a su libre albedrío, cayó en la trampa de la rúbrica?, ¿por qué estampó la firma? La impresión general que a uno le da es que fue seducido por Jordan Goudreau, un hombre distinguido con grandes condecoraciones. Cuando Rendón se percató de quién era el ex boina verde (me refiero a su perfil psicológico y a su grado de fantasía), ya era tarde. La rúbrica se había convertido en una fuente de chantaje. Es así como opera el mundillo de los mercenarios. Ahora, al margen de que podamos cuestionar que Guaidó se haya deslizado hacia un costado belicoso-aventurero, del que afortunadamente se apartó en el decurso del año 2019, no es del todo reprochable que Rendón, a quien no conozco y cuyo crónico traje negro deja mucho que desear, haya sido engañado. De ninguna manera hay que condenarlo por ese preciso motivo, que, visto en perspectiva, luce obvio.
“Clíver Alcalá apenas se fue a Colombia en 2018. Cinco años como opositor. Hay razones para sospechar de él. ¿Lo descubrieron los gringos en algo raro?, ¿jugaba en varios tableros?, ¿era sincero en su propósito de rescatar la democracia?”
Hay sobrados ejemplos, tanto en la literatura como en la vida real, que demuestran que a los mejores sabuesos del mundo también los timan. Que los aparatos de inteligencia de pronto pueden tener atrofiados sus radares. Me referiré a dos casos impactantes. Claro, el punto está en que Rendón trae una falla de origen: Si es tan buen estratega, si es tan buen asesor, debió percatarse, de entrada, de que Goudreau es, por decir lo menos, extraño. Eso es lo que se percibe cuando se ve la entrevista que le hizo Patricia Poleo. Hay algo en él que no cuadra. De todas maneras, partiendo de la base de que el olfato de Rendón falló en las primeras de cambio, hemos de admitir que el embaucamiento suele darse también en las más altas esferas. Puede tomar por sorpresa a los más avezados detectives.
II
Un caso emblemático es el del norteamericano Aldrich Ames, quien engañó a la CIA durante 9 años (1985-1994). Era un agente doble. Fisgoneaba en el tablero de la URSS para llevar información al tablero de Estados Unidos. Y al revés. Ames trabajó para la agencia durante más de tres décadas. Escaló altas posiciones. Era un duro. Su expediente completo puede leerse en la página del FBI. Egresado de la Universidad George Washington, recibió cerca de tres millones de dólares por pasarle información a Moscú. Se prendó de una ambiciosa mujer y la forma más expedita que encontró para complacer sus caprichos y hacer dinero fue trasegar su valiosa base de datos a los soviéticos. Lo descubrieron. El FBI lo arrestó en 1994. Lo condenaron a cadena perpetua. La quijada se va al piso: ¿Cómo pudo engañar a la CIA?, ¿no se supone que a los espías los espían?, ¿no se supone que la primera potencia del mundo está blindada? Sucedió.
También ocurrió algo similar con Ana Belén Montes. Esta norteamericana graduada en la Universidad de Virginia y en la John Hopkins se desempeñaba como analista senior de temas cubanos en la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA, por sus siglas en inglés), adscrita al Pentágono. Pasó 17 años filtrando información a La Habana. Montes posee un coeficiente intelectual elevadísimo. No sustraía documentos de la oficina. Los memorizaba. Luego, en su casa, escribía en la computadora lo que había almacenado en su cerebro y lo copiaba en un CD. ¿Cómo hacía para entregarlo al enlace que lo haría llegar hasta los cubanos? Recibía instrucciones por un radio onda corta con mensajes cifrados que indicaban a quién y dónde consignaría el tesoro James Bond. La agente doble fue detenida en 2001. La condenaron a 25 años de cárcel. Montes es una figura interesante. A diferencia de su homólogo Aldrich Ames, no cobraba por la información que filtraba a La Habana. Lo hacía por razones ideológicas: Estaba en desacuerdo con la política exterior de Estados Unidos. Románticamente pura. Se llegó a especular que su padre, un psiquiatra que sirvió en el Ejército norteamericano, la maltrataba. Y que de allí su malestar contra el establishment.
III
Dicho lo anterior, ¿qué queda para Rendón? Seguramente Goudreau se vendió como un híbrido entre Alejandro Magno y un astuto agente de la CIA. La Associated Press ha señalado que el ex boina verde hacía creer a los complotados que se hallaban en Bogotá que él formaba parte de la agencia de inteligencia. Según la AP, cuando la policía colombiana cotejó este dato con los gringos, se percató de que era falso. Luce obvio que en la medida en que fueron discurriendo los hechos, y que la verdadera faz de Goudreau fue asomando, Rendón, que, repito, no representa a un individuo sino a un grupo, marcó distancia. Pero ya el apócrifo Alejandro Magno tenía en su poder lo que los letrados llaman el cuerpo del delito. O parte del cuerpo del delito: La firma. Lo que no resulta tan obvio es por qué razón Goudreau persiste en la empresa de deponer a Nicolás Maduro si su cliente había declinado. Se sabe que es un hombre valiente: No es cualquier cosa haber puesto el pellejo en Irak o en Afganistán.
Se sabe que este hombre valiente entra en contacto con el mayor general retirado Clíver Alcalá Cordones. Y el complot, si se le puede calificar de esa manera, continúa. El plan sigue, pero sin la aprobación de Guaidó, quien, a juzgar por el comunicado que emitió Primero Justicia, habría coqueteado con el proyecto presentado por Goudreau sin contar con la anuencia de los partidos que forman parte de la coalición opositora. El hecho es que Guaidó y Rendón se apartaron porque lo consideraron fantasioso. Pero Goudreau y Alcalá no cejan. ¿Actuó Goudreau de manera tan romántica como Montes? Podríamos afirmar tentativamente que no. El ex boina verde se queja en la entrevista que le hace Patricia Poleo porque no le pagaron lo acordado en el contrato: Millón y medio de dólares. Esta queja -la morosidad de su cliente, la traición mercantil- es recurrente en su discurso. Suena lógico que un mercenario exhiba un matiz plañidero ante esta informalidad. El mercenario vive del estipendio. ¿No resultaba más práctico entonces abandonar el plan? Goudreau persistió en yunta con Clíver Alcalá Cordones. Ya esto llama a sospecha.
¿Clíver Alcalá Cordones? El mayor general es un hombre de reputación frágil. Se mueve en los bajos fondos. En septiembre de 2011 fue incluido en la “lista negra” de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Era entonces general de división y ocupaba el puesto de jefe de la Cuarta División Blindada del Ejército. La OFAC deslizó su nombre bajo el argumento de que intercambiaba armas por drogas con las FARC, considerada como una organización terrorista global según la Orden Ejecutiva 13224 de 2001.
“¿Cómo conformar un equipo viable para la transición si quienes tendrían que formar parte de él estarían enlodados? No se trata de cualquier acto de corrupción. Se trata de carteles”
El 26 de marzo pasado, el Departamento de Justicia emitió un indicment contra él. Estados Unidos le puso precio a su cabeza: 10 millones de dólares. Fijémonos en las fechas. Las fechas son muy importantes en esta pizarra de interrogantes. Antes de que Clíver Alcalá Cordones fuese tachado con la etiqueta de uno de los más buscados, junto a la alta plana chavista, en Colombia se anunció el decomiso de un arsenal de fusiles y de otros equipos militares. Esto ocurrió tres días antes del indicment: El 23 de marzo pasado. Pareciera que al general lo hubieran estado cazando.
La primera reacción fue la de Colombia, que no compartía el delirante plan. De allí el decomiso de los 26 fusiles de asalto AR-15. Luego remató el Departamento de Justicia, que lo incluyó en el hall de la fama de los narcotraficantes. Es decir que tanto Washington como Bogotá marcaron distancia del operativo. Trataron de atajarlo. Esto le salió muy caro a Alcalá. ¿Lo hubieran eximido de aparecer en la lista emitida por el Departamento de Justicia de haberse abstenido de participar en el desarrollo de la “Operación Gedeón”, aunque no entrara en acción en el capítulo cumbre del 3 de mayo? No se sabe. Ese es uno de los acertijos que están dibujados en la pizarra. Lo que pareciera es que Clíver Alcalá nunca salió del radar de la DEA. Siempre estuvo bajo sospecha. Y este es otro elemento en el que hay que hurgar.
Alcalá aterrizó en la disidencia contra el régimen aproximadamente en 2013. El mayor general confesó en una conversación que sostuvo con periodistas de W Radio (Colombia, 26 de marzo de 2020) que sus diferencias comenzaron inmediatamente después de la muerte de Chávez. “Yo no me ajusté a Maduro”, dice en la entrevista. Las discrepancias del militar con la cúpula chavista fueron escalando hasta el punto de que llegó a formular declaraciones de alto calibre -ya que hablamos de armas-. En 2016, por ejemplo, afirmó en un diálogo con la BBC que “esto no es chavismo, es anarquía”. También dijo que estaría dispuesto a participar en el referendo para sacar a Maduro del poder. Siempre me llamó la atención que no lo detuvieran, a pesar de que declaraba profusamente y de que se reunía a cada rato con periodistas de agencias internacionales y de medios locales. El mayor general Miguel Rodríguez Torres, que también se apartó del Gobierno, corrió con distinta suerte. Fue encarcelado. Clíver Alcalá apenas se fue a Colombia en 2018. Cinco años como opositor. Hay razones para sospechar de él. ¿Lo descubrieron los gringos en algo raro?, ¿jugaba en varios tableros?, ¿era sincero en su propósito de rescatar la democracia?
Estamos en el reino de las especulaciones. Lo que sí es un hecho es que su hermano ocupa un puesto clave en el organigrama del poder chavista. Carlos Alcalá Cordones se desempeña como embajador de Venezuela ante la República Islámica de Irán. Este es un cargo capital desde el punto de vista geopolítico. Irán ha sido una tabla de salvación para Maduro en el marco de las sanciones que ha impuesto Estados Unidos a su régimen. Ahora mismo, tras la escasez de gasolina, vienen en camino hacia Venezuela varios buques procedentes de Irán para surtir de combustible al país. Carlos Alcalá Cordones, además, llegó a ser comandante general del Ejército (2012-2013). Desde luego que un hermano no tiene por qué hacerse responsable de lo que haga el otro. Simplemente que este detalle, aunado al precio de 10 millones de dólares que Estados Unidos puso a la cabeza de Clíver Alcalá, cuando se suponía que Clíver Alcalá estaba en la acera opositora contribuyendo a la defenestración de Maduro, resulta, al menos, curioso.
IV
También resulta llamativo que el mayor general Clíver Alcalá Cordones esté casado -el dato lo trajo a colación Diosdado Cabello hace poco- con la sobrina del narcotraficante Hermágoras González, quien fue jefe del Cartel de La Guajira. El desaparecido medio 6to. Poder, en su edición del 14 de mayo de 2012, da cuenta de la boda que se habría celebrado entre él y Martha González. Sin embargo, el militar Lucas del Moral, compañero de promoción de Clíver Alcalá Cordones, cuyo testimonio fue publicado por él mismo en su página de Twitter, sostiene que la segunda esposa de su ex condiscípulo es hija de Hermágoras González. En todo caso, existiría un parentesco con el narcotraficante. En los archivos del Departamento de Estado se hace un retrato de este capo. Hermágoras González Polanco sería miembro de las Autodefensas de Campesinos de la Guajira (ACG), una organización catalogada como terrorista por Estados Unidos.
“No quiero decir que todo el espectro chavista haya sido corrompido por la tentación narcótica. Lo que quiero decir es que la mayoría de las figuras emblemáticas del poder lo están. ¿Qué hacemos con eso?”
El líder del Cartel de La Guajira recibió varios indicment (en Nueva Jersey y Nueva York) por lavado de dinero y conspiración para distribuir cocaína. Las autoridades norteamericanas ofrecían 5 millones de dólares por su captura. En 2008, el “Gordito González”, como también se le conoce, fue arrestado por las autoridades venezolanas. Hay un elemento que también destaca en el currículum de este Don: En el portal del Departamento de Estado se le señala por tener fuertes vínculos con los grupos de narcotráfico de República Dominicana. Fue precisamente en este país donde detuvieron en 2015 a los sobrinos de la pareja presidencial. No solo eso. Según la Fiscalía de Nueva York, Efraín Campo Flores y Franqui Francisco Flores estarían negociando la liberación de Hermágoras González. Esta información se habría obtenido al revisar mensajes de WhatsApp. La defensa de los sobrinos, sin embargo, negó este hecho de plano.
Si Clíver Alcalá Cordones hizo de agente doble, ahora su condición es distinta. Está en manos de la DEA. No puede autoflagelarse. El mayor general tiene muchos enemigos. Uno de los más conspicuos es Walid Makled, quien asegura que cuando estuvo detenido en Bogotá (luego fue deportado a Venezuela) le suministró información muy valiosa a la DEA acerca de Alcalá Cordones. En marzo de 2018, Makled, acusado de narcotráfico, colgó desde su celda un video en el que amenazaba al mayor general: “Te dije que voy a ser tu sombra. Voy por ti”.
Nadie se explica cómo Makled, que se supone debería estar en una celda de máxima seguridad, logró colocar el material en Instagram. “Pronto te veré tras las rejas vestido de anaranjado”, soltó Makled en tono profético. Alcalá Cordones, para beneplácito de su archirrival, ya está en manos de la DEA. Seguramente aflojará datos claves. Aldrich Ames vendió su portafolio de secretos a Moscú. No hay duda de que el mayor general soltará el suyo a cambio de que le rebajen la condena. ¿Quién saldrá salpicado? Porque aquí hay una pregunta sin responder -no llega a ser la hipótesis de Riemann, pero es una incógnita apreciable-. La pregunta es: ¿Quién pagó la cuenta a Goudreau? Las conjeturas pueden ser múltiples. ¿El chavismo?, ¿un testaferro del chavismo?, ¿no cobró Goudreau porque su espíritu mercantil ha sido menoscabado por algún desequilibrio mental?
V
En la ficticia pizarra del profesor Nash también aparece dibujada una ecuación que demanda un gran esfuerzo para ser resuelta. Hay que pensar en esa ecuación visto el caso del mayor general Clíver Alcalá Cordones. Sabemos que una transición acordada en Venezuela sería el mejor de los escenarios. Nadie quiere sangre. Ni fusiles. El asunto está en que, si nos atenemos a las acusaciones formuladas por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, el staff revolucionario estaría casi en pleno involucrado en negocios turbios. ¿Cómo conformar un equipo viable para la transición si quienes tendrían que formar parte de él estarían enlodados? No se trata de cualquier acto de corrupción. Se trata de carteles. Este elemento medular es subestimado por los analistas. No quiero decir que todo el espectro chavista haya sido corrompido por la tentación narcótica. Lo que quiero decir es que la mayoría de las figuras emblemáticas del poder lo están. ¿Qué hacemos con eso?