Hábitos democráticos – Jean Maninat

Jean Maninat

Por: Jean Maninat

El hábito no hace al monje

(Proverbial lugar común castellano)

 

Como es harto conocido, el proverbio untado en moralina insinúa que no basta esconderse bajo vestimentas “identitarias” para ser veraz con lo que se quiere aparentar. Hay varias versiones, como aquella -hoy carne de cancelación para quien la largue- según la cual, “La esposa de César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”. Mas luego la exhortación se fue degradando a versiones frívolas de pasarela como la de, “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, que tan poca gracia le haría en su día a Chita, la mona de Tarzán, con sus aires de modelo alternativa.

Pero, en fin, y apuntando hacia otros ámbitos, la creencia de que basta con cambiar de vestimenta política a toda carrera -como Clark Kent para convertirse en Superman en una incómoda caseta telefónica- sigue siendo un aguijón para quienes creen que en política todo se vale mientras se venda. Hace siglos se llamaba travestismo político, hoy… ni idea.

Así que se muda de hábito (vestimenta) y se mantiene el mismo hábito (político) de cambiar de rumbo sin explicar el giro y menos aún rendir cuentas. La buena intención y amor por el país lo justificaría todo para quienes están au-dessus de la mêlée, más allá de la fastidiosa obligación de estar rindiendo cuentas, como si fueran vulgares administradores de un McDonald´s de esquina. ¡Faltaba más!

La política es también un ejercicio de instrucción ciudadana, de legado de valores, de prácticas y virtudes democráticas, eso que solemnemente se denominaba un magisterio. Cualquier manual de Política para gafos así lo indicará desde su primer capítulo. Pero, es cierto, en tiempos de bucaneros y bufones a la búsqueda de hacer rehenes a sus países de cuanto delirio los consuma, suena a comeflor y encima adicto a la naftalina. Pregúntele a los asesores venezolanos del joker Bukele.

Lo que viene después del 21 de noviembre no será la inauguración de una Era de Acuario, un gran renacimiento democrático, por el contrario habrán suficientes decepciones, pues estaremos cosechando el repele de las tempestades que los vientos abstencionistas incubaron y la nomenclatura gobernante habrá hecho de las suyas. Se requerirá de una dirigencia política capaz de entender y explicar la situación y persistir en la ruta democrática y electoral. Para decirlo con palabras de Mibelis Acevedo (sin su permiso), “La ruta electoral pide visión de largo plazo, consistencia, tenacidad. No el frenesí propio de las modas”. Hay que tener la testarudez de un “ fundamentalista del voto”, la certeza de que hay que votar en toda circunstancia que se medio abra, ahora y mañana, no cuando nos da nota, nos atreveríamos a añadir.

En Nicaragua, la dupla Murillo-Ortega encarceló a los opositores que eran candidatos y a los que convocaban a votar, no a quienes llamaban a la abstención, si es que los hubo en aquel momento cuando se presentaron las candidaturas. El hábito de pelear votando, sí hace a la ciudadanía democrática. El hábito de entregar el voto con aires de indignación es una sumisión de diletante político.

Hay hábitos democráticos que vale la pena vestir y practicar. Los otros…

 

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