Fútbol estúpido – Roberto Giusti

Fútbol estúpido – Roberto Giusti
El gol del uruguayo Juan Schiaffino, que más de 70 años después todavía da de qué hablar. Cortesía: Atril.press

Publicado en: Atril.Press

Por: Roberto Giusti

A contracorriente de las tesis más socorridas que lo convierten en instrumento de control mental, siempre pensé que el fútbol era el más universal  y democrático de los juegos preferidos por las  masas.

Universal porque el 99 por ciento de la población mundial cae hipnotizada  ante la justa planetaria no obstante voces como la de Jorge Luis Borges, quien condenaba al juego por “estúpido”,  dejando lelos a sus interlocutores  con sus jugarretas de erudito travieso al afirmar que la misma opinión sostenía, ya en el siglo diez y siete, nada menos que William Shakespeare. Y democrático porque las grandes diferencias que separan a los pueblos  desaparecen en el juego  y por 90 minutos los más débiles y pequeños se equiparan con los más fuertes y poderosos en la tabula rasa del rectángulo verde.

Las victorias insólitas

Ciertamente en muchas oportunidades los resultados confirman la realidad que se vive más allá del balón y se impone la lógica,  pero en ocasiones se produce lo inesperado y los pequeños se alzan con victorias insólitas que desafían el sentido común. Quizás el más socorrido ejemplo de estos hechos sea el de la final del mundial de 1950, cuando el gigantón Brasil, teniendo a su favor 200 mil espectadores torciendo por su victoria, cayó ante el pequeño Uruguay, en una victoria conocida en la historia del fútbol como el Maracanazo. Así la rumba que ya tenían lista los brasileños con mucha cachaza y samba para celebrar el triunfo, se convirtió en velorio nacional por esos avatares que hacen del fútbol un juego manejado por lo impredecible.

 

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