El Nacional: columna vertebral de un país – Andreína Mujica

Fin de una etapa - Andreína Mujica
Cortesía: Sardá

Por: Andreína Mujica

Fin de una etapa - Andreína Mujica
Cortesía: Sardá

Amanece con el azul decembrino en Caracas y en mi casa, como en cientos de miles de hogares de Venezuela llega con el café el periódico El Nacional ; cuando pequeña me enseñaron que lo segundo que se hacía al despertar era esperar tu cuerpo del periódico, era cuestión de honor la persona que lo abría nuevecito, oliendo a tinta y comenzaba su lectura, como pueden imaginar esto correspondía a Julia Elana, mi madre, luego mi papá se incorporaba ; Se iban repartiendo los distintos cuerpos de tan ansiado material, por supuesto que para llegar al cuerpo de política y opinión pasaron algunos años, crecí con los suplementos de comiquitas y las revistas encartadas, oh gloriosa sorpresa ! que llegaran las comiquitas a full color, era muy pequeña pero recuerdo cuando la vida se pasó del blanco y negro al color, sólo imaginaba aquellos que tenían el deber de divertirse coloreando a Olafo, y ya quería entrar a trabajar en el periódico.

Pasarían los años y un día entre amigos de mi padre, Jesús Sanoja Hernandez cometería el delito de robarse un par de poemas del escritorio de mi padre, en un par de semanas por vez primera, y por una única ocasión me llevaron el desayuno a la cama con El Nacional sin abrir, pero marcado « Papel Literario », en sus páginas centrales, « Nace una poeta, Andreina Mujica », la casa se lleno de amigos de mis padres felicitandoles, y yo terminé con un ataque de nervios montada en el techo de la casa.

Vuelven los años, con su guiño dando varias vueltas al planeta, voy con tres amigos de visita a El Nacional para hacer un trabajo de sexto grado, ¿cómo funcional el engranaje de un periódico ? estamos perdidos en redacción y le preguntamos a un señor canoso que escribe como endemoniado en una máquina de escribir, me dijeron que preguntara por el señor Oscar Guaramato, amigo de mi padre y miembro del grupo « Contrapunto », el señor canoso nos habla horrores de Guaramato, nos dice que es un viejo loco y perverso, que no tengamos miedo y cualquier cosa le hagamos señas y él nos ayuda. Vamos aterrorizados a otra oficina, una mujer muy guapa se rie y nos indica que Guaramato es con quien veníamos de conversar, ella es Elizabeth Araujo, nos lo dijo con una dulzura que calma los nervios, Guaramato casi daba vueltas en el piso de la risa, lo amamos, ese día, pensé que debía trabajar en ese periódico.

Conocímos todo, el vientre del periódico, las rotativas, ese olor delicioso a libertad, hierro, grasa y tinta, todo era magía, fuímos al departamento de Fotografía, Tom Grillo ya era un fotoreportero famoso, también Frasso, nos mostraron como revelar una foto, allí conocí a un ser espléndido y generoso, Cheo Pacheco, me vendió mi primera Nikon, rapidamente creímos que podíamos también ser fotógrafos, nos regalaron unas fotos tomadas por el gran Sardá, esas fotos que iliustran este artículo.

Años más tarde el director de la revista dominical « Feriado » muere en un accidente en su nuevo MiniCord, Pedro Chacín, él nos había regalado una clase en la Escuela de Comunicación de la UCV, contó como para sacar una publicación llamada Letras, llegó a vender el carro. La noticia de su muerte hizo temblar al mundo del periodismo, desde las escuelas hasta Puerto Escondido, me fuí a El Nacional y me ofrecí para colaborar en la revista, Kiko Bautista había asumido la dirección, me dió la oportunidad de comenzar a hacer reportajes y encima, llevar amigos para que también colaborarán. Viajamos por Venezuela haciendo entrevistas, tenía 23 años y me dieron las fotos del reportaje central y portada Feriado Aniversario y también de la Revista Estampas, recuerdo decirle a la directora de Estampas, una glamorosa Gioconda Rojas que ponía mi carro a la orden, no habia unidades disponibles, ayude a Gioconda a montarse en mi volkswagen por la ventana, lo mejor ? llegamos puntuales, aunque hasta ella un poco espelucada, a la entrevista con Mercedes Pulido de Briceño, un honor que no se olvida.

Finalmente, fue El Nacional quien me brindó protección cuando estaba amenazada por el director recientemente despedido de la revista, Juan Barreto. El periodista y escritor Edmundo Bracho me siguió en una propuesta, una serie de entrevistas de personalidades y sus mascotas, hablé con la gente de Purina y logré que el dos páginas con patrocinio. Queria revelar como gente exitosa tenía una sensibilidad hacia los animales, su relación con las mascotas, actores, diplomáticos, publicistas, fotógrafos, todo menos políticos, ya Chavez estaba en la jugada y Barreto protegido por él hacia desmanes amenazando a quien se le opusiera o denunciara en su malandreo. Así conocí al embajador de España para la época, Miguel Ángel Fernández-Mazarambroz Bernabeu, la periodista Marianella  Salazar, al gran Pedro León Zapata, la actriz Amanda Perez Diaz o la diseñadora Mayela Camacho, siempre terminaba la entrevista contando que estaba amenazada por este « ser », si algo me pasaba , que ellos estuvieran al tanto, eso me permitió psicológicamente seguir adelante. Hoy cuento un trozo de mi historia que tiene como columna vertebral El Nacional, 75 años en la vida de un país es mucho, hoy nos quiebran la columna, se van a quedar locos cuando vean que seguimos de pie y caminando, porque de este horror de injusticias se sale con justicia y libertad, eso, que por 75 años fue El Nacional de Puerto Escondido a Los Cortijos.

 

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