Por: Jean Maninat
¿Cuál habrá sido la primera fecha patria que conmemoraron los primeros bípedos recién vestidos? ¿La extinción de los terribles dinosaurios que libró a los desamparados humanos de ser engullidos como aceitunas o boquerones por un Tiranosaurio descerebrado y siempre hambriento? ¿La aparición de la serpiente con su manzana en los castos jardines del Edén y el comienzo del erotismo y la envidia fraterna? ¿El inicio de los cuarenta días y cuarenta noches que Moisés pasó en el monte a la espera de las tablas sagradas y que su pueblo elegido aprovechó como un spring brake para desatar una bacanal histórica con becerro de oro incluido?
Lo cierto es que las naciones escogen cualquier excusa para encontrar en el más nimio evento histórico, en el más grande traspiés bélico, la prueba del heroísmo innato, de la grandeza de alma de su gentilicio nacional. Digamos, puede usted haber perdido una decisiva batalla y parte importante de su territorio gracias a la chambonería de sus militares y, aun así, se cantará el heroísmo y sacrificio de los soldados que salieron corriendo despavoridos apenas ver al enemigo en, pongamos, la Batalla de Cerro Chato.
Cualquier tontería a caballo se convierte en gesto patriótico, digamos Martí cabalgando descocadamente hacia fuego enemigo para recibir tres balazos, el uno más mortal que el otro. O cualquier insensatez militar en acto heroico e iniciático como sucede con el funesto asalto al Cuartel Moncada comandado por Fidel Castro. La tozudez de los “defenvasores” de El Álamo se convirtió en el grito de independencia de Texas de… México, de quien fue arrancada a la fuerza por los gringos.
La batalla de Stalingrado que relata Vasily Grossman en Vida y Destino es bastante menos heroica y grandilocuente que la versión que vertió por años la propaganda soviética. La imbecilidad condecorada del alto mando Francés en la batalla de Verdún es considerada una prueba del espíritu de resistencia de Francia que costó más de 750.000 soldados heridos o muertos para distraer a los alemanes de una victoria anunciada.
El Comité Nacional Republicano viene de considerar que el ataque al Congreso de EE UU, que tuvo lugar el 6 de enero de 2021, constituye un “discurso político legítimo”, es decir, bendijo el acto de barbarie antidemocrática más terrible cometido en tiempos recientes en ese país. La violencia desatada por unos bufones asesinos -costó la vida a cinco personas y otras tantas heridas- en el nuevo “relato” republicano sería un acto de rebelión justo, realizado por ciudadanos oprimidos en busca de libertad. Es el retoque permanente de los hechos históricos según las ópticas ideológicas. Lo hemos visto al sur del continente y lo estamos viendo en vivo y directo.
En el atribulado país que sufrimos, todo indica que las fuerzas gobernantes pretenden incorporar el 4 de febrero de 1992, día en que el Comandante Galáctico encabezó su fallido golpe de Estado, a las efemérides patrias. Un acto violento e inconstitucional convertido en “discurso político legítimo”. Mi golpe de Estado sí es bueno.
Fechas patrias a la medida.