Por: Jean Maninat
La verdad es que le ronca los motores esquivar una amistad que lo persigue a uno, como perro de presa, para cobrarle infinitamente el favor liviano de olvidar un pecado liviano y ya añejo. Pero mire usted, que en mi caso, no he podido quitarme de encima a mi amigo (jajaja), François Gaulouise, director del diario parisino Le cochon décoiffé (El cochino desmelenado) a quien tanto estimo y temo a la vez. Lo cierto es que la temida petición explotó, esta vez por WhatsApp, cuando menos la esperaba y en plena pandemia: “Hermano, tienes que entrevistar al Comandante Trumpeta. Tú sabes, el aguerrido jefe del movimiento Alpargatas con Trump, que se ha convertido en un nuevo Boves libertario, enemigo mortal de todo lo que huela a comunismo, especialmente la conspiración mundial que lidera Biden el rojo. Pas de souci, es por zoom. Recuerda, me debes una…”
Y así sucedió, sin apenas considerarlo ya estaba yo pidiendo pista en el zoom cuyo link me había sido proporcionado gracias a las influencias de mi amigo en Miami… Contra todo pronóstico me aceptaron.
-Buenos días comandante Trumpeta, quisiera preguntarle…
-Cut the crap amigo. No tengo tiempo que perder respondiendo. Estoy preparando la operación Reina Pepiada Roja, demostraremos el inmenso fraude que le robó las elecciones a nuestro presidente. Lo tenemos todo capturado, los correos electrónicos, los mapas que van detallando el transcurso del cable conectado a un servidor en Mariperez, de qué manera se entremezcla con las guayas del teleférico de Caracas, llega al litoral central, luego se sumerge hacia Cuba para recibir mantenimiento, culebrea hasta las costas de la Florida, donde conectado a otro servidor en Key West es utilizado para cambiar los resultados de las votaciones en el vasto continente de los Estados Unidos de Norteamérica. Todo orquestado por agentes del partido Demócrata desde el Hotel Humboldt en Caracas. ¿Con la anuencia de quién?
-Pero, perdone, las autoridades electorales en los estados clave le han dado el triunfo a …
-Dado, (fuerte vulgaridad), regalado querrá decir, le robaron, (fuerte vulgaridad), le arrebataron el triunfo a nuestro presidente. Pero esto no se queda así, faltaba más, adicionalmente paralizaremos la nación, haremos la Gran Marcha de las Alpargatas sobre Washington, D.C. Ocuparemos el Capitolio, pondremos una bandera Veneamericana en la punta del Obelisco y repartiremos cachitos de jamón frente a la Casa Blanca. (Y por supuesto tendremos nuestra photo opportunity solidaria con nuestros hermanos del Proud Boys). Y esta primicia se la doy a usted, y, espero la aprecie: cerraremos con un concierto en el National Mall de nuestras tres grandes divas maracuchas interpretando El Cocotero. “Una piedra tiré a un cocotero y enseguida Biden cayó”. Ajá, tiene cara de sorprendido…
-Bueno, sí, un poco. No cree usted que es el momento de curar heridas, de reconciliar la nación, de…
-No, no, no… Nada de eso. Con el comunismo no puede haber diálogo. Está escrito en El sueño de la espada, mi libro de cabecera: “Si el enemigo tiene sed dadle vinagre, si sangran sus heridas, echadle sal”. No podemos ser ingenuos, basta ya de entreguismo. Make America great again. Uh, ah, el rubio no se va. Hasta la vista baby, se acabó la entrevista.
Suena entonces un desaforado reguetón, y aprovecho la oportunidad para desconectarme, lavarme las manos, untarlas de alcohol en gel, ajustarme la mascarilla y mentarle la madre a mi amigo François Gaulouise, sin que él lo sepa. No hay derecho…
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