El outsider perfecto – Jean Maninat

Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Como si ya no tuviéramos en la región americana suficientes sobresaltos de toda índole, tantos descalabros de la democracia provocados por quienes dicen defenderla, o la irrupción salvaje de improvisados que juegan a ser políticos y dejan a Pandora con la caja vacía, ahora, en Colombia, un desaforado y recalcitrante personaje se convierte en la opción para enfrentar a Gustavo Petro, la bête rouge más temida en Latinoamérica en los últimos años. Puestos a elegir, los colombianos escogieron democráticamente una escopeta de dos cañones, por si uno los pelaba, el otro realizara la faena. ¿Cómo no recurrir al manido “autosuicidio”?

Quedó una vez más subrayada, esta vez con luces de neón, la terrible crisis de liderazgo democrático que se ha extendido en la Región. No había que ser demasiado despierto para darse cuenta de que en solitario, el llamado “Centro” de Sergio Fajardo no tenía opciones de ir para el baile en el segundo set, y mejor habría sido abrazarse con el uribismo descafeinado de Federico “Fico” Gutiérrez, y así tener posibilidades reales de pasar bailando cheek to cheek a la segunda vuelta. Pero no, el peor escenario está servido, y ambos votarán apremiados por un exaltado quien por “equivocación” admiraba a Hitler, desprecia a las mujeres y reparte pescozones y amenazas de plomo a quien lo contradiga. Menuda disyuntiva la que cavaron con sus propias manos.

La irrupción inopinada de Rodolfo Hernández dejó a los dos candidatos del “sistema” literalmente con los crespos hechos (ambos los lucían con naturalidad de hombres posmodernos) y dio un revolcón a los asesores electorales que suponen que hay que lucir joven para conquistar el voto de los jóvenes y disfrazan a sus clientes de adolescentes zombies, pantalones tubitos, zapatillas de deporte, y pulseras multicolores en la muñeca. Es el uniforme juvenil de nuestros días.

Pero el peor de los daños está hecho: la consagración del outsider como modelo alternativo al “político profesional”. Que Fico Gutiérrez no haya esperado al menos un par de días para endosar la candidatura del ingeniero Hernández, quien se ha burlado de todas las prácticas democráticas -incluyendo el básico debate de ideas entre contendores para que los votantes estén mejor informados-, demuestra el lánguido aliento democrático de quien se suponía competía para defenderlo. A nombre de la defensa de la democracia, se opta por quien ha hecho del desmantelamiento de los valores de la democracia su bandera, sin exigencia alguna. ¡Vaya paradoja!

Ya se les ve venir en tropel, por un lado a los que buscarán al outsider perfecto, el no contaminado, como el Dalai Lama busca a su sucesor entre niños marcados por el destino para sucederlo,  y por otro a los insiders de la política, quienes venderán su maltrecha virginidad como si estuviera intacta, y fuese garantía de un nuevo momento luminoso en el desarrollo de los acontecimientos.

Los outsiders no se buscan, aparecen, luego de medrar en las catacumbas de la política. Eso tienen en común, Perón, Chávez, López Obrador, Trump, Bukele, y quién quita si el ingeniero Hernández, guardando las distancias históricas y sus circunstancias.

Si de outsiders se trata, en esta columna de escasa fortuna hípica, preferimos a Rich Strike, montado magistralmente por un jinete venezolano con nombre de boxeador: Sonny León, quien se llevó entre las patas a lo más granado del último Kentucky Derby. El outsider perfecto.

 

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