Publicado en: La Gran Aldea
Considero que lo ocurrido el 27 de febrero de 1989 fue una combinación de varios factores, donde se mezclaron la espontaneidad y la intencionalidad política de grupos subversivos. Desde aquel momento el país cambió para peor, se satanizó la política económica y se le atribuyeron los males que padecía nuestro país a algo totalmente falso. Viendo los hechos en la distancia, considero que el país requería de un cambio dramático en sus políticas económicas. Las circunstancias de la economía nacional y las tendencias mundiales para la apertura, hacían imposible mantener una economía con los controles existentes.
Carlos Andrés Pérez ganó de manera holgada las elecciones de 1988, el trasfondo de la campaña era que los electores recordaran los años de bonanza de los años ‘70, reeditar la “Venezuela Saudita”, el “ta’barato dame dos”, pero los tiempos y las circunstancias eran distintos, los precios del petróleo se habían deteriorado, los ingresos súbitos no estaban en el horizonte y el gobierno de Jaime Lusinchi había sido particularmente mediocre. No se contaría con los recursos petroleros de antes, ni el país estaba en una situación económica boyante.
En esas circunstancias, Carlos Andrés Pérez (CAP) tomó posesión el 23 de enero de 1989. En los 10 años transcurridos desde su primera presidencia, CAP se dedicó a recorrer el mundo, afianzó su red de relaciones internacionales y cultivó unas nuevas. También se percató, como buen político, que su política económica del primer gobierno estaba pasada de moda y que tampoco las condiciones del país se lo permitirían. Las estatizaciones y el gasto público desenfrenado eran cosa del pasado.
La toma de posesión realizada en el Teatro Teresa Carreño fue un acto multitudinario. El viejo Palacio Federal era incapaz de albergar los centenares de invitados extranjeros y los que deberían asistir por nuestro país, la gente le puso al acto el remoquete de “la coronación”, fue algo nunca visto en nuestro país; de la ceremonia modesta de la toma de posesión de la democracia, se pasó a algo de mucha envergadura. Dentro de los dignatarios extranjeros sobresalía Fidel Castro, su presencia fue todo acontecimiento. Los intelectuales venezolanos emitieron un manifiesto, dándole la bienvenida y saludando con algarabía su presencia de nuestro país. Hoy, muchos de los firmantes, por no decir casi todos, están arrepentidos de haberlo hecho, habida cuenta lo que fue mientras vivió, y el apoyo del régimen de la Isla a la satrapía chavista-madurista que ha destruido nuestro país.
“Considero que lo ocurrido el 27 de febrero de 1989 fue una combinación de varios factores, donde se mezclaron la espontaneidad y la intencionalidad política de grupos subversivos”
Estuve como diputado electo del Congreso Nacional en la ceremonia del Teresa Carreño, recuerdo vívidamente el desespero de nuestros periodistas por tenerlo cerca (a Castro), logró una rápida respuesta a cualquier pregunta y sacarte una foto con el dictador isleño. Vi a varios vanagloriarse de haberlo tenido cerca y lograr la tan ansiada foto. Fue un acto que todavía se recuerda por la pomposidad y los niveles de los asistentes.
CAP nombró un gabinete integrado, en su mayoría, por jóvenes tecnócratas sin militancia política, todos adornados de estupendas calificaciones académicas y profesionales, pero con muy poca experiencia política. Los nombramientos no fueron del agrado de los dirigentes de su partido Acción Democrática, muy pronto afloraron las diferencias entre Pérez y sus colaboradores con los líderes adecos.
Los jóvenes ministros venían con ideas modernas de apertura y liberalidad económica, mientras los dirigentes de su partido mantenían una mentalidad estatista y reguladora, por cierto, bastante común entre los dirigentes políticos de todos los partidos venezolanos de aquella época. Sin haber cumplido un mes en el Gobierno, sancionó un paquete de medidas económicas que tendían a liberar la economía, ajustar el precio de los combustibles, cese del control de cambio y de precios e inicio de un proceso de privatización de las empresas del Estado. Las medidas fueron denominadas el “paquete económico” y el vocero gubernamental que lo anunció mi amigo Miguel Rodríguez, se le puso el remoquete “paquetico Rodríguez”, calificativo que se mantiene hasta estos días. Las medias fueron anunciadas la semana que finalizó el 24 de febrero justo un mes después de la toma de posesión.
Viendo los hechos en la distancia, considero que el país requería de un cambio dramático en sus políticas económicas. Las circunstancias de la economía nacional y las tendencias mundiales para la apertura, hacían imposible mantener una economía con los controles existentes.
“Desde ese momento el país cambió para peor, se satanizó la política económica y se le atribuyeron los males que padecía nuestro país a algo totalmente falso”
El lunes, 27 de febrero, el país amaneció con nuevos precios de la gasolina y por ende del precios en los pasajes del transporte público, la gente vio cuando se dirigió a tomar su transporte que las tarifas habían sido aumentadas y no contaban con suficientes recursos para sufragas el nuevo precio, ya que no había sido recibido la paga de fin de mes. Comenzó la gente a protestar en las poblaciones de Guatire y Guarenas, de la protesta se pasó a los saqueos generalizados, lo mismo se extendieron en la capital del país. Las televisoras pasaron a transmitir en directo lo que venía aconteciendo en el centro y el oeste de Caracas, los desmanes se desbordaron, prácticamente no hubo comercio que no fuera saqueado.
En algunas barriadas el ensañamiento fue tal que se llegó al linchamiento de pequeños comerciantes y dueños de bodegas. Los desórdenes continuaron todo el día 27, la Policía fue rebasada, otro tanto ocurrió con la Guardia Nacional. Los desórdenes continuaron el día 28 y la situación estaba fuera de control. El Gobierno reaccionó con lentitud, hubo muchos hechos extraños, en algunas zonas se contó con la complacencia y complicidad de la Policía de Caracas, se ha dicho que fue algo orquestado con personas hoy activos dirigente del chavismo que estaban infiltrados en las fuerzas policiales. Considero que fue una combinación de varios factores, donde se mezclaron la espontaneidad y la intencionalidad política de grupos subversivos. El Ejército salió a reprimir con fuerza después del 28 de febrero. El ministro en ese momento, el general de división Italo del Valle Alliegro, salió por los medios de comunicación a dar una alocución que trajo cierta tranquilidad y sosiego a la población. Los vecinos de la zona de clase media se organizaron en brigadas para proteger sus sectores y sus hogares, fueron días de intranquilidad, angustia y desesperación. El Ejército, rama de la Fuerza Armada que no está diseñada para contener problema de orden público fue requerido para actuar, los muertos se contaban por centenares. Nunca se supo cuál fue la cifra real. Lo cierto es que si no se produce la acción del Ejército la situación del país se habría tornado inmanejable.
La ciudad de Caracas, o mejor dicho, el Área Metropolitana quedó durante varias semanas sin alimentos; familias enteras se dedicaron a ubicar algo de alimentos para poder subsistir. Allí comenzaron los “polvos que trajeron estos lodos”, desde ese momento el país cambió para peor, se satanizó la política económica y se le atribuyeron los males que padecía nuestro país a algo totalmente falso.
El gobierno del presidente Pérez perdió buena parte del apoyo popular que apenas dos meses antes había recibido. Sin el apoyo popular y la obstinada postura del mundo político, particularmente su propio partido, fue imposible adelantar una gestión de gobierno con sosiego, tranquilidad y fortaleza, el país comenzó un largo periplo de inestabilidad política y económica del cual no se ha salido hasta ahora. Los golpes de Estado del 4 de febrero y del 27 de noviembre del ‘92, la defenestración del presidente Pérez, posteriormente el triunfo de Chávez en el ‘98 y la sucesión que recayó en manos de Maduro, arrojaron al país a esta tragedia en la cual se encuentra y que esperamos podamos superar con la unidad sin sectarismos ni exclusiones de la oposición venezolana, y el apoyo de la comunidad nacional e internacional.