Por: Editorial Analítica
La Universidad Central de Venezuela, nacida como Universidad de Caracas, es una historia de grandezas que un día tomó un dictador que imaginaba la grandeza en concreto y cabillas y, con la ayuda del talento y la cultura, la transformó en un abierto museo de la inteligencia y el espíritu de innovación que después los extremismos políticos interpretaron como campo de batalla.
Hoy necesita ayuda.
La Universidad Central de Venezuela, donde la genialidad de Calder presenció una tras otras las graduaciones del progreso nacional y donde los venezolanos tenían el arte y la creatividad al alcance de las manos, se está cayendo a pedazos aunque la humanidad la considere patrimonio universal.
La Universidad es problema del Estado, ciertamente, pero también del empeño de intelectuales y políticos que se forjaron en ella y en ella aprendieron a soñar una Venezuela mejor y gracias a ella pueden ganarse la vida.
Ayudar a la Universidad Central de Venezuela, es ayudarnos a nosotros mismos, conservarla en cada detalle es fortificar ese destino grande que todos queremos y que ningún tirano nos va a dar porque es un símbolo de devoción, entrega y libertad de pensamiento que son tan ingratos como incomprensibles para quienes usan la fuerza como poder y no entienden el poder de la libertad.
Toda Venezuela está en decadencia, la Universidad Central de Venezuela es solo uno de los espléndidos motivos para tomar el destino del país en nuestras manos.