Por: Jean Maninat
Luiz Inácio, Lula, da Silva ha sido uno de los políticos latinoamericanos más originales de eso que genéricamente se llamaba la “izquierda”, pero que hoy ha ido mutando hacia fórmulas más sostenibles, más orgánicas, (eco o bio, escoja usted el prefijo de su gusto), libres de gluten y de marxismo, de proletarios y burgueses, de lucha de clases, y de aquel bello himno que sigue siendo La Internacional. Todo jingles y asesores de imágenes, maquilladores y estrategas de campaña, aviones privados y abrazos públicos. Todo alisadito y limpio, a Dios gracias, dicho sea de paso.
Lula habría sido el sueño de cualquier militante de los rudos, pero astutos, trade unions del Reino Unido, que planearon tomar la política por asalto creando el Partido Laborista para que representara los intereses de la clase trabajadora, y lo lograron a medias. Lula da Silva tiene la materia de la que están hechos los héroes revolucionarios: origen humilde, obrero metalúrgico, sindicalista de base, líder de los metalúrgicos del ABC paulista, conductor de huelgas y paros que pusieron en jaque a la dictadura brasileña, fundador del Partido de los Trabajadores (PT), y por si fuera poco, perdió un dedo en un accidente laboral, como aquel obrero que interpretó Gian Maria Volonté en La clase obrera va al paraíso de Elio Petri. ¿Se le puede pedir más?
Fue cuatro veces candidato presidencial, y a la cuarta vino la vencida, fue electo presidente de Brasil en octubre 2002 y comenzó su ascenso hacia el encantamiento nacional y la seducción internacional que lo llevó a ser uno de los políticos más populares del planeta. Volvió a ganar la presidencia en octubre de 2006 con la más alta votación de la historia democrática de Brasil. Y cimentó su condición de celebridad internacional.
Durante sus dos mandatos tuvo logros incontestables en materia de reducción de la pobreza y crecimiento de la economía, apuntalados por un clima económico internacional favorable que supo aprovechar. Luego vendría la caída en desgracia por diversas acusaciones de corrupción, la cárcel, y la redención al ser declarado inocente por la Justicia brasileña, la misma que lo había enjuiciado. Un parcour de leyenda, salpicado de barro, pero legendario al fin y al cabo.
¿Quién es el Lula que se presenta a las presidenciales del 02 de octubre? ¿Qué lo diferencia del otro Lula? Por lo pronto, ha trazado las líneas generales de un programa de gobierno centrista y ambientalista, la contraseña obligada para entrar con buen pie a cualquier contienda electoral desde lo que llaman “el nuevo progresismo”. A medida que la campaña arrecie, y los posibles aliados aclaren los costos en la subasta inicial de los apoyos, veremos cómo se va perfilando el Lula por venir.
Por ahora, va arriba en las encuestas sobre su archirrival el presidente Bolsonaro, en lo que promete ser un nuevo duelo polarizado entre buenos y villanos, como salido del universo de Tolkien. De ganar Lula, se convertirá en una especie de Gandalf, (con su Frodo Boric incluido) guiando a sus siempre boquiabiertos protegidos para destruir el Anillo Único y poner a salvo la segunda ola rosada -nadie sabe por qué es rosada- del mal infinito del Señor Oscuro Sauron y sus huestes liberales y autoritarias.
¡Eh, que viene Lula!