Por: Alonso Moleiro
Dejar sólo a Juan Guaidó, ponerse a buscarle flancos, a crearle una leyenda, a debilitarlo redactando necedades en este momento tan delicado.
¿Es una actitud noble?
¿Es una actitud consciente?
¿Es justo?
¿Cómo es posible que haya gente tan jodidamente ruin e instrumental?
Guaidó está haciendo política -de forma sobresaliente, por demás- con planteamientos, con una tesis. Ha logrado cosas muy importantes en muy poco tiempo. Lo que no ha logrado no tiene que ver con su incapacidad, sino con la enorme complejidad de la crisis venezolana.
Juan Guaidó ha puesto el juego muy cerca y ha concretado en dos meses un auténtico milagro. Puede triunfar, pero claro que puede fracasar. Sobre todo si el país lo abandona y le da la espalda.
¿Guaidó la tiene difícil? Vamos a acompañarlo.
Cada vez que un nuevo líder aparece en Venezuela, se le endiosa y luego se le despache como si fuera el bagazo de un mamón. A la gente le encanta pedir “nuevos liderazgos” cada cuatro meses, y cualquiera pasa de héroe a villano en cuestión de horas. Por una vez en la vida la Oposición venezolana, que es la aplastante mayoría del país, tiene que ser capaz de ofrecer una actitud coherente, continua, comprometida y militante. Sin altibajos, ni pasiones que se ponen de moda. No podemos extraviarnos otra vez.