Publicado en: Punto de Corte
Por: Américo Martín
15 de diciembre de 1935. Apremiados por sombrías inquietudes, ocho funcionarios deben encarar una inminente tormenta. El viejo “imperator” agoniza o ya ha partido sin designar sucesor. Sus ocho ministros deben hacerlo por él. Eligen a Eleazar López Contreras. Sin duda el más apto e inteligente.
Redactaron el acta el 15 y la anunciaron el 17. ¿Extraña coincidencia que naciera y feneciera en fechas análogas a las del Libertador? ¿Habitual añagaza para elevarlo al nivel del Padre de la Patria? Debían consolidar al ungido ante la previsible reacción del despiadado Eustoquio Gómez, quien no ocultaba su derecho consanguíneo al cargo. Decidieron deducir la última voluntad del Benemérito. Ciertamente el larguirucho López era el más cercano al tirano, más institucional y confiable. Temían a Eustoquio. Muchos esperaban una “pulseada apertura” que nadie conduciría con la lucidez de López Contreras.
Al ser designado presidente provisional dejó colar su sentido de independencia al ratificar solo a uno de quienes se arriesgaron a entregarle el interinato: el doctor Itriago Chacín. Y el 20 nombra para guerra y marina a Medina Angarita un joven teniente coronel sin mancha de gomecismo.
El 19 de diciembre salen manifestantes a la calle con el emblema de la Libertad. El gobernador Velasco pierde el control ante la brava manifestación frente a su Despacho en la Plaza Bolívar. Ordena disparar. Hay varios muertos y muchos heridos. López destituye a Velasco, se reúne amablemente con él en su casa y lo convence de que emigre a Costa Rica. Nunca más regresó. Oleadas de amigos, familiares y allegados al gomecismo piden su salida de Venezuela. El 20 y 21 de diciembre el ministro Medina por orden del presidente López les facilita su salida por Curazao y los despide con exquisita afabilidad.
Fíjate Nicolás. Nadie los insultó, desacreditó o llamó “traidores a la patria” ¿Signo de debilidad? En absoluto. López era inalterable y de probado temple. Logró lo que hubiera perdido si se hubiese puesto bravucón. Era una situación difícil, invadida de pasiones. Estallan saqueos. Presidentes de estado arremeten contra grupos de izquierda. En Zulia León Jurado, gomecista “uña en el rabo”, libra una guerra particular contra los llamados rojos zulianos.
Errores de López fueron designar presidentes de estado a 16 altos oficiales y suspender las garantías como respuesta a textos tildados de subversivos. Pero sabía rectificar. Después de la enorme manifestación del 14 de febrero encabezada por el rector Rísquez y el bachiller Jóvito Villalba -gallardo presidente de la FEV- restableció las garantías, aprobó el programa de febrero y nombró deslumbrantes equipos humanos para el gabinete y los Estados, que comenzó nombrando a Elbano Mibelli –a quien liberó de La Rotunda-gobernador del Distrito Federal en lugar del represivo Félix Galavís. Colocó a grandes escritores y luchadores antigomecistas exiliados, al frente de los Estados: Pocaterra, Olivares, Blanco Fombona, Arévalo Cedeño.
Observa Nicolás: colaboradores mejores que los de cualquier gobierno pasado o futuro. Rómulo Gallegos, Henrique Tejera, Arnoldo Gabaldón, Alberto Adriani, Alejandro Lara, Parra Pérez el célebre científico Francisco Rivero, y, dicho está, Isaías Medina.
López Contreras, Balaguer y Suárez, favoritos de los mandones Gómez, Trujillo y Franco, recuperaron su crédito histórico. Camino vedado a quienes en vez de imponer su libre personalidad abriéndose a la democracia, prefieran seguir atados al viciado sistema que heredaron.
De cara a su aislamiento y al galopante anhelo de cambio, Maduro está presionado a convenir, sin astutos esguinces, el retorno a la democracia v elecciones creíbles, transparentes y supervisadas.
O puede cerrarse al cambio para amargar más la situación que padecemos. El viraje no necesita farfullar mucho para ser percibido en su iridiscente claridad.
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