Publicado en: El Nacional
Por: Fernando Rodríguez
Hoy miércoles que proso estas líneas no sé lo que usted ya comienza a saber, lo que pasó en Santo Domingo el fin de semana y que sin duda, para bien o para mal, ha de ser trascendente. Qué se hace.
Pareciera que el tema entre opositores hoy es el papel de la MUD en los pasados comicios. Bendita o maldita abstención. Loable actitud rebelde o falta de mínimas perspectivas políticas. Yo creo que en esta ocasión había sobradas razones para revelarse radicalmente, abstenerse, pues. No se debía ir a hacer genuflexiones ante la constituyente que prostituye, y había también que rechazar los delictivos atropellos, un escandaloso fraude, que abundaron en las previas elecciones de gobernadores y, quizás, sentar un precedente para buscar condiciones de unas elecciones presidenciales realmente limpias. Hasta aquí suscribo el lance.
Lo que sí fue desastroso es cómo se llevó, o mejor no se llevó, esta decisión política de los partidos opositores mayores, dejando esa carta sobre la mesa y dedicándose a otros menesteres como si ese no fuese un compromiso realmente conminante, una apuesta mayor. Otros partidos de la MUD, independientes serios y manadas de saltimbanquis de todo tipo se lanzaron al ruedo y predicaron los mandamientos del voto siempre y la de no ceder nunca espacios de poder, sobre todo el vecindario. Esto terminó produciendo el absurdo de que cada abstención opositora era un voto menos y cada voto un mentís más a la rebelión abstencionista, una contradicción perfecta. Numéricamente, el resultado no pudo ser peor. Las razones de esta sinrazón, de ese silencio atronador, no las sé, a lo mejor no ahondar las diferencias en la MUD, jugar en dos tableros, mirar solo la transacción en ciernes… Solo recién han comenzado a darse justificaciones tardías y desarticuladas, hay que reconocer la impetuosa presencia de María Corina, y a elaborar un discurso digerible y hasta capaz de obtener algún rédito ideológico.
Esto hay que ahondarlo. Para empezar porque la abstención, en versión oficial, fue superior a los votantes y como han dicho expertos fue seguramente mucho mayor, la que se trampeó por la falta de testigos de opositores, disímiles y desorganizados. Se perdieron muchas alcaldías pero ese “no” hay que hacerlo significante y actuante, lo cual es el difícil objetivo de toda abstención, ganar perdiendo. Tanto más que estas elecciones municipales fueron todavía más infamemente fraudulentas que las anteriores.
Me limitaré a pocos ejemplos paradigmáticos de lo anterior, porque todos conocemos los habituales métodos gansteriles del gobierno: de los colectivos agresores a las triquiñuelas en las mesas que expulsan los testigos adversos. A mí me parece, por ejemplo, paradigmática la actitud del general Padrino, capo de nuestras fuerzas armadas, que con todo desparpajo dijo que iba a hacer votar supervisadamente a sus subordinados, porque para un soldado votar es también un deber. Esto indica hasta qué punto la Constitución, que consagra el voto solo como un derecho, es un estropajo para nuestros generales en mando. El manejo del chantaje del carnet de la patria fue esta vez de una imposición impúdica, de un descaro miserable, las órdenes eran trasmitidas públicamente desde el más alto poder. Y habrá que conservar para el futuro, como parte de la memoria más negra de la época, el video en que el general-ministro Mota Domínguez no introduce el voto en la urna para practicar “el carrusel”, es decir, cederlo para que otro votante sea obligado a mostrar su “lealtad”. Y ese delito, infame y flagrante, a ninguna autoridad parece importarle. Como habrá que recordar a Maduro colérico, en pleno proceso, seguramente en conocimiento de la corrosiva abstención, decir que los partidos que se negaron a votar en las siniestras condiciones actuales no podrían hacerlo en las presidenciales, de suyo iban a desaparecer. Yo acepto que optar, como optamos muchos, por la abstención es una opción que puede ser dilemática, en extremo riesgosa, pero ¿queda otra opción decente en este chiquero electoral?, ¿no seguirá siendo un ejemplo ético persistente Juan Carlos Guanipa así se haya “cedido el espacio” zuliano? La moral y la pragmática se fueron al campo un día…