Por: Jean Maninat
Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, incluso a tres como San Pedro y fallarlas todas, a auscultar la llaga con dedo descreído como Santo Tomás (El Rudo). O mucho más recientemente, a portar su mascarilla modosamente luego de haber abjurado tonitronante de su uso y denunciar al Dr. Fauci como cabeza de una invasión extraterrestre con apoyo comunista, que se colaría por las vías respiratorias gracias a la pretendida vacuna contra el COVID-19. Todo el mundo tiene derecho a su Camino de Damasco, incluso los más recios representantes del grupo Todo me huele fo en la oposición venezolana. La redención a la medida de los irredentos también está a la disposición.
Que un grupo fundamental de la oposición, la Plataforma Unitaria/G4, decida transitar de nuevo por el camino electoral no puede más que ser aplaudido, celebrado, cantado por quienes esperaban esta noticia desde hace más de un lustro cuando se extravió en la intrincada selva del inmediatismo y el vete ya. Y además que lo haga cobijado por la tarjeta de la recién liberada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), de tan exitoso desempeño en su momento, no deja de ser un encanto de esos que solo depara la política. El regreso de la MUD en streaming.
Habrá que esperar el desarrollo de los acontecimientos para ver si la contienda no se convierte en una escaramuza entre Unidades Perfectas en la oposición, mi Unidad Perfecta (todas dicen serlo) contra la tuya, mientras el partido de gobierno consolida su hegemonía regional y nacional. Hasta ahora está visto que luce más fácil intentar dialogar entre oposición y Gobierno, que entre opositores opuestos. ¿Qué se hará con Táchira y Lara, digamos? ¿Y en el resto de las regiones? ¿Que florezcan mil flores, camarada Mao? ¿La gente agradecerá la multiplicación de candidaturas opositoras para un solo cargo, como símbolo de la lucha en contra del pensamiento único? ¿Un resurgir de la democracia pluralista? ¡Caramba, mire usted el abanico de opciones que tiene! ¿Y hablan de dictadura? ¡Las hay para todos los gustos: alacranes, unicornios, arácnidos, luciérnagas y añada usted el de su gusto!
El camino de redención puede llevar a Santiago de Compostela, quienes lo han hecho regresan cambiados, más dueños de sí, reconfortados en sus creencias. No se hace al como va viniendo vamos viendo, hay un cierto protocolo a seguir, una etiqueta del respeto, de humildad, de introspección. No hay engaños posibles, los otros caminantes, eso me dicen, distinguen a los farsantes al toque.
El camino de redención en la política es dificultoso, los embaucadores pululan, repiten la ruta más de una vez, hasta que nadie se atreve a preguntarles por la dirección correcta o la hora del día. Así que mejor no perder esta nueva oportunidad de redención, de recuperar la confianza dilapidada, y no volver a entusiasmar con malabares y artefactos defectuosos. Ah, y que no se entregue gobernación alguna, que otros ganaron con su esfuerzo y voto, al primer ¡buuu! del Gobierno.
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