Publicado en: Tal Cual
Por: Laureano Márquez
Entre el 15 y el 18 de febrero se celebrará en Venezuela la primera asamblea de exorcistas. Aunque el tema del demonio y el exorcismo se presta a las bromas y esta –supuestamente– es una página de humor, el exorcismo es un tema bastante serio y como tal lo asumimos. El diablo existe y sus acciones tienen consecuencias terribles. Si lo sabremos nosotros los venezolanos. Por eso, el hecho de que se celebre en nuestro país esta primera asamblea es sin duda, para quien esto escribe, una buena noticia.
Los primeros exorcismos fueron realizados por el propio Jesús durante el tiempo en que anduvo entre nosotros. Los evangelios así lo relatan. Luego, dentro de la Iglesia, el exorcismo se fue convirtiendo en una actividad cada vez más especializada, que solo puede ser realizada por las personas debidamente autorizadas para ello y que cuentan con la debida preparación.
Todos los de mi generación asociamos inevitablemente el tema con la película El Exorcista, en la que Linda Blair –cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia– es poseída por el diablo y se requiere de la presencia de sacerdotes especialmente preparados para la actividad de expulsar demonios.
Una de las primeras cosas que según los manuales debe hacer un buen exorcista es distinguir cualquier patología o trastorno psicológico de una posesión satánica. El proceso mismo adolece de algunos rasgos que claramente lo distinguen de otros tipos de males, por ejemplo:
- El hablar o comprender lenguas desconocidas que la persona no ha podido aprender por cuenta propia.
- Demostrar más fuerza física de lo normal para las características físicas de la persona poseída.
- Proferir blasfemias y maledicencias. Es decir, tener aversión por lo sagrado.
- Descubrir cosas que están ocultas o a mucha distancia.
- En la posesión demoníaca, el Diablo se instala en el cuerpo de su víctima, haciéndole daño.
El exorcismo tiene dos formas, por así decirlo: el exorcismo simple y el complejo. Un ejemplo del primer caso es cuando durante el rito del bautismo, padres y padrinos –en nuestro nombre– renuncian a Satanás, a sus obras y tentaciones. Como recordaba el papa Francisco, los primeros cristianos, que se bautizaban ya grandes, lo hacían orientados hacia el este, por donde nace el sol porque «no creen en la oscuridad, sino en la claridad del día; no sucumben a la noche, sino que esperan en la aurora; no están derrotados por la muerte, sino anhelan a resurgir; no se arrodillan al mal, porque confían siempre en las infinitas posibilidades del bien».
No cabe duda de que el mal existe y tampoco de que se ha instalado en nuestra tierra de diversas maneras. Debemos luchar en su contra, dentro y fuera de nosotros. Como diría el Santo Padre: no sucumbir a la noche, sino prepararse para el amanecer que algún día tendrá que venir. Por tal razón, saludamos esta asamblea de exorcistas, con la grata noticia, además, de que se celebre en Guanare, lugar de aparición de la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto.
Así que comenzamos este año diciendo: vade retro Satana +.