Análisis ND: En el tercer día de la crisis, Guaidó los tiene locos… – Pedro García Otero

Análisis ND: En el tercer día de la crisis, Guaidó los tiene locos… - Pedro García Otero

Publicado en: Noticiero Digital

Por: Pedro García Otero

Pedro García Otero

Si el jueves, el día 2 después del 23 de enero de 2019 (una fecha que promete convertirse en histórica) terminó en tablas entre un Gobierno y una oposición que jugaban una partida de ajedrez, hoy el primero ha cometido errores gravísimos a nivel comunicacional, tan graves que lo terminan convirtiendo en un chiste; y Juan Guaidó, jugando bien sobre el tablero, no solo ha dado nuevas muestras de estar en control de la situación, sino que ha sumado apoyos fundamentales.

Lo cierto es que si ayer la situación estaba 50-50, hoy está por lo menos 70-30 en favor de la oposición, que no solo tiene la ventaja política, sino que ha obligado al chavismo a atrincherarse aún más en los cuarteles y a recurrir, hasta el fondo, a la estrategia de la exacerbación del nacionalismo.

La presión internacional se incrementa; Guaidó y el mundo exterior ponen nuevos hitos en el camino; el momento político es, sin duda, de la oposición. Como por tantos años hizo el chavismo con maestría, hoy es la oposición la que pone al régimen a elegir entre dos miserias, en los próximos días, profundizando su impopularidad. Tendrá que elegir entre aceptar una ayuda que el país necesita de urgencia o negarla y quedar como un inhumano; negará a los militares una amnistía que estos en algún momento pueden también necesitar…

Y aunque el desenlace de la crisis política que vive Venezuela aún está lejos (aparentemente), de su resolución, comienzan a verse plazos definidos: el domingo se vencen las 72 horas que dio a EEUU para que desalojara su embajada; en ocho días (un plazo más de preparativos que de otra cosa para la Unión Europea) tendrá que ver cómo esta reconoce a Guaidó…

El tiempo corre y no particularmente a favor del régimen, aunque parezca lo contrario.

Un desastre mediático

Que Maduro es, en este momento, presa de una extrema debilidad lo prueba que Guaidó, hablando desde la plaza Bolívar de Chacao (que tampoco es nada del otro mundo, es un día más en la oficina para la oposición), y con la única cobertura de los medios web, lo haya obligado a salir simultáneamente, también con una “rueda de prensa” (en la que por cierto, siempre ganan los mismos el “sorteo” para “preguntar”).

Y que lo único con lo que se quede la gente de su perorata sea la casi rogatoria a un diálogo (“desnudo, a las 3 de la mañana en el pico Humboldt”), habla muy mal del momento político en el régimen. Si tu adversario está violando las leyes, tienes que reducirlo. Pero Maduro no puede. Y tampoco puede hacer mucho en el caso de la embajada de EEUU. Ahí también, su discurso irreductible del día anterior tuvo que ser matizado. Lo malo de las jaquetonerías es que no tienen vuelta atrás.

Mientras tanto, Guaidó lució conciso, claro, en control de la situación; respondió preguntas para nada complacientes, las que no respondió las eludió con maestría (muy mal cierta parte del público al que irritaron las preguntas de la prensa libre), y dejó varios mensajes claves que las redes difundieron muy bien: fin de semana de acercamiento a los militares, grandes movilizaciones la semana que viene, reconocimiento casi garantizado de la Unión Europea, y solicitud de rompimiento de la disciplina en el servicio exterior, Cuba fuera de los cuarteles, pero los cubanos que quieran se pueden quedar; y el principal, que es “aquí no habrá falso diálogo”.

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El #GuaidoChallenge, un desastre de relaciones públicas para el Gobierno de Maduro

El #GuaidoChallenge

Pero si la rueda de prensa de Maduro al mediodía fue un desastre (básicamente agarrarse como un náufrago a la tabla que le arrojaron ayer México y Uruguay) no fue nada comparado con la puesta en escena del supuesto diálogo entre Guaidó y Cabello que presentó Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación, en la tarde, y que en sí es una causal de despido: Un video editado, repetido por lo menos 200 veces, intenta convencer de que el hombre de la capucha es Juan Guaidó, y que iba a reunirse con Cabello.

Un montaje tan burdo que ni el ojo más desprevenido puede considerarlo verdadero, y además, tan risible, que se convirtió en objeto de mofa. Y Twitter les respondió con una ferocidad inconmensurable: el #Guaidochallenge.

Sin proponérselo, Rodríguez ha creado un monstruo 2.0. Al momento de escribir estas líneas, 7:30 p.m. del viernes 25 de enero, #GuaidoChallenge es la primera tendencia global en la red social (y a Jorge Rodríguez en la décima).

Por momentos así, es que el madurismo quiere aprobar una ley norcoreana del ciberespacio. Tanto trabajar para construir una hegemonía comunicacional, y justo en ese momento, cambia todo y en Internet estás muerto, y más vale el streaming de VPI que el trasatlántico fantasma que es Venevisión.

Para más inri, Rodríguez aparece casi histérico, y la repetición sistemática de las mismas imágenes, más el análisis en cámara lenta de las cejas de Guaidó, quedarán para la historia. Casi goebbelianamente, exige a Guaidó que le desmienta que lo suyo “es una pantomima”. Es el momento de la novela en el que la villana se quiebra; Guaidó, a esta hora, no le ha respondido, y no lo hará. No hubo mejor propaganda gratuita para su causa que esos minutos invalorables que parecían de El Chigüire Bipolar.


(Nota aparte: la insistencia que hacen cada vez que la oposición está en alza con que se reunió con ellos habla de que son una raya. Algo en lo que, o no reflexionan, o no les importa).

El día de los chinazos

Pero además, y en la estrategia del atrincheramiento, Diosdado Cabello salió desde Maracaibo con decenas de militares a su alrededor. Más de lo mismo, al igual que la respuesta de Maduro de adelantar en una semana los ejercicios militares con un obvio fin de amedrentamiento, para el 4 de febrero.

Una fecha, por cierto, emblemática como para intentar retomar la ofensiva. Y allí, Cabello, volviendo a referirse a la supuesta reunión con Guaidó, señala que se habían encontrado “en un hotel”. La respuesta de los que estaban en la concentración fue sonora:

“¡Aaaaaaaayyyyyyyyyy!”.

Cabello estaba hablando de cosas serias. Dijo que la invasión norteamericana era inevitable. Y, nuevamente, lo que quedó de su discurso, en un momento tan grave, fue la venezolanísima joda hacia el chinazo. ¿Qué le quedó? Reírse también.

Esto pasó en vivo, en VTV.

El futuro inmediato

Durante su alocución en la plaza Bolívar de Chacao, Guaidó fue muy enfático en que esto apenas comienza. Que estamos en la fase uno del plan de tres fases (cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres). Fue también enfático al explicar por qué lo suyo es una juramentación y no una autoproclamación (lo que más daño le está haciendo en el entorno mediático mundial).

Mientras tanto, la comunidad internacional comienza claramente a ponerse en su favor. Aún difiriendo una semana el reconocimiento, el que la Unión Europea se sume de pleno, España incluida, tiene un efecto demoledor sobre el régimen. No tanto, sin embargo, como dos o tres ideas que Guaidó deslizó a la “familia militar” durante su discurso de este viernes:


Pronto Maduro no tendrá cómo pagarles.
No importa que me metan preso, alguien más ocupará mi lugar.
El régimen sabe que no puede ponerlos a reprimir, por eso usa a la FAES.

En tanto, la represión sigue su curso. La comunidad internacional toma nota de los ya 30 muertos en menos de cinco días, lo cual deja las cotas represivas de 2017 -ya de por sí intolerables-, como una mera anécdota.

Maduro acumula causas en su contra y hasta el New York Times, en un artículo de hoy, señalaba que aunque Trump es benévolo con los tiranos (es obvio que el Times jamás va a estar de acuerdo con Donald Trump en nada), eso no demerita que quiera ser duro con el régimen venezolano, bajo el argumento de Mike Pompeo de que Venezuela está en su hemisferio.

Señala también que luego de tanta dureza (esto también es jaquetonería) su prestigio quedaría muy dañado si finalmente no actúa. Por el momento, Trump nombra a Eliot Abrams, el veterano de la invasión a Panamá, como responsable directo del caso Venezuela. Ciertamente, da mucho miedo. En cualquier acera política en la que uno se encuentre.

Guaidó decía también que este era un régimen atrincherado en Miraflores, mientras la oposición marchó el miércoles en 53 ciudades del país, todas manifestaciones multitudinarias. Justamente desde palacio, Maduro decía que en la manifestación chavista del 23 de Enero “había participado un millón de personas”.

¿Quién va a sentarse a negociar con alguien capaz de mentir así?

Esto se pone cada vez más interesante…

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