Uribe es el pasado – Hernando Gómez Buendía

Uribe es el pasado - Hernando Gómez Buendía
Cortesía: Razón Pública

La noticia parece sensacional y ha causado un gran revuelo, pero en realidad carece de importancia. Estos son los motivos.

Publicado en: Razón Pública

Por: Hernando Gómez Buendía 

El hecho

Por vez primera en la historia de Colombia un expresidente ha sido encarcelado por orden judicial.

Y no es cualquier expresidente. Había sido el único reelegido para un período inmediato desde la Independencia, el fenómeno político del siglo, un líder y un gobernante cuya obra solo se puede comparar en importancia con la de Núñez o la del propio Bolívar.

Y sin embargo el hecho es patéticamente trivial: Álvaro Uribe fue detenido por delitos presuntos que nada tienen que ver con sus actuaciones como secretario del Ministerio de Trabajo, alcalde de Medellín, director de la Aeronáutica Civil, gobernador de Antioquia, candidato, presidente, congresista o jefe de partido.

Para entendernos: es como si Bolívar le hubiera dado una paliza a Manuelita, como si Núñez hubiera girado un cheque chimbo…, como si Churchill o Guillermo León Valencia el abuelo de Paloma hubieran matado a alguien por conducir en estado de embriaguez.

La detención

Uribe tiene unas 84 investigaciones abiertas por toda clase de motivos, y que por eso caen bajo distintas jurisdicciones: algunas ante la Cámara de Representantes, otras en tribunales dispersos, y esta en particular ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ) porque los hechos se dieron mientras era congresista (artículo 235 de la Constitución del 91: “Son atribuciones de la CSJ: … 3. Investigar y juzgar a los miembros del Congreso”).

Los magistrados competentes investigaron el caso y reunieron evidencias suficientes para convencerlos de que la conducta de Uribe parecía ajustarse a lo que piden los artículos 444-A y 453 del Código Penal (Ley 559 de 2000) para incurrir en los delitos de “soborno a testigo en actuación penal” y “fraude procesal” (sancionados cada uno con 6 a 12 años de prisión). Mientras se lleva a cabo el juicio ante la Corte y dada la influencia del señor Uribe, se dispuso la detención preventiva para evitar una eventual obstrucción de la justicia (artículo 308 del Código de Procedimiento Penal vigente).

Preciso estos detalles porque la decisión de un juez constituye la verdad judicial, no la verdad verdadera o absoluta que no la sabe nadie o que la sabe Dios en el caso de que exista.

En este caso y a juzgar por lo que sabe todo mundo, las evidencias pacen ser bastante sólidas: (a) desde el sentido común, es difícil creer que un abogado entregue sumas millonarias a un testigo sin que su cliente lo sepa; (b) la conclusión de los cinco magistrados fue una misma, y (c) otro juez ordenó la detención del abogado.

O en todo caso hay que esperar al juicio para saber la verdad judicial definitiva.

Pero entretanto nadie que no esté cegado puede decir que los magistrados hicieron nada distinto de cumplir la tarea que les mandan las leyes aplicables a cualquier congresista que hubiera hecho lo que parece que hizo el congresista Álvaro Uribe.

Uribe es el pasado - Hernando Gómez Buendía
Corte Suprema de Justicia La Corte Suprema determinó que Uribe puede obstruir el proceso en su contra.
Cortesía: Razón Pública

Las reacciones

Pero son muchos los enceguecidos.

1. Comenzando por Uribe que, como es natural y es su derecho, reafirmó su inocencia, pero además se envolvió en la bandera y pidió un juicio público:

– Este fue su primer tuit: “La privación de mi libertad me causa profunda tristeza por mi señora, por mi familia y por los colombianos que todavía creen que algo bueno he hecho por la patria”. Solo que todo lo bueno que haya hecho por la patria nada tiene que ver con este caso.

-Y ésta fue la primera solicitud formal de su abogado: que se levante la reserva del sumario para que todos podamos juzgar directamente. Esto suena bonito, pero es una aberración: es cambiar la verdad judicial que merece el procesado, por las verdades opináticas de los que quieren o detestan al político.

2. El presidente Duque mostró ser el joven señor Duque al limitarse a repetir que cree firmemente en la inocencia y la grandeza de la persona que lo hizo presidente. No tenemos presidente.

3. Los adversarios de todos los colores y sabores que Uribe ha cosechado a lo largo de su larga y escabrosa trayectoria salieron cual patricios a decir que la justicia debe respetarse. O por lo menos respetarse ─no añadieron─ cuando a uno le gusta lo que ha dicho la justicia. Igual se habrían alegrado de cualquier mal que le ocurriera a Álvaro Uribe.

4. Los uribistas del común están horrorizados porque el salvador de la patria está en la casa por cárcel mientras los jefes de las FARC están en el Congreso. Y de su lado las almas candorosas se solazan de que en Colombia la ley sea para todos.

Los candorosos no notan que Uribe no está preso por nada de lo malo que haya hecho por la patria. Los uribistas no notan que tampoco está preso por nada de lo bueno que haya hecho por la patria.

Es el hechizo de las ideologías, el odio o el amor que tapan lo evidente, el apasionamiento elevado a estupidez.

Las consecuencias

Los segundos de Uribe son unos segundones porque un caudillo no aguanta sino eso: ahora empezarán su carrera de codazos.

Por el momento, además de expresar una ira santa, las fórmulas del Centro Democrático han sido dos:

  • Exigir el desmonte de la JEP para que los de las FARC también vayan a la cárcel.
    Solo que eso es lo que han venido exigiendo desde que Santos, hace ya ocho años, decidió negociar con las FARC. Y como no es mayoría en el Congreso, el uribismo tampoco ahora logrará que se deshaga el Acuerdo de La Habana.
  • Convocar una Constituyente para reformar la justicia es decir para vengarse de la Corte Suprema de Justicia, es decir para que el pueblo elija nadie sabe a quién para que escriba nadie sabe qué en nuestra Carta magna.

La estupidez que dije podría terminar en una Constituyente nadie sabe cuándo: vivir para ver.

O en el futuro, ese sí cercano, la estupidez podría desembocar en el uso de la fuerza:

  • Algún conato de golpe de Estado, quizá con militares uribistas o hasta con “reservistas” de los que dice la Cabal. Sería un golpe muy raro porque no hay presidente, y el señor que está ahí ni siquiera es santista: es uribista.
  • Violencia callejera o qué se yo, un atentado contra algún magistrado desde algún oscuro rincón de la derecha. No arreglaría nada ni ayudaría a Uribe el procesado ni a Uribe el estadista.

La solución

Yo creo más probable y preferible que mi patria de rábulas encuentre algún inciso que libre al procesado de la cárcel, y nos libre a nosotros de revivir la polarización en torno a un estadista cuya hora pasó en el momento mismo que dejaron de existir las FARC.

Uribe es el pasado - Hernando Gómez Buendía
Presidencia de la República Uribe dejó de ser importante el día que se firmó la paz y desaparecieron las Farc.
Cortesía: Razón Pública

 

 

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