Publicado en: El Espectador
Por: Andrés Hoyos
Del 13 de marzo al 29 de mayo hay once semanas exactas, tiempo suficiente aunque justo para hacer una campaña exitosa en Colombia. Ahora mismo se vive el corre-corre de las reorientaciones políticas. Un ejemplo animado en esa materia será el de la muy votada Francia Márquez. Vaya uno a saber qué hace ella si, como es previsible, Petro no le ofrece la Vicepresidencia porque la necesita para sus potenciales aliados. En estos días veremos asimismo si el jefe del Partido Liberal se le mide a recetarle cianuro a su organización o no. El Nuevo Liberalismo, para hablar en breve de los muchos quemados, no fue bien gestionado por los hermanos Galán y su familia. Ni idea de qué van a hacer ellos ahora.
El domingo hubo dos ganadores pese a que ninguno arrasó con nada. Petro, quien sacó menos votos de los que él mismo presupuestaba y sobre todo menos votos al Senado de los que esperaba el Pacto Histórico, y Fico Gutiérrez, quien sacó más de los que presupuestaba. El tercer ganador fue Sergio Fajardo, aunque con una participación bajita, de menos de un millón de votos. Por si acaso, el afecto que los jóvenes y los intelectuales le mostraron en los meses anteriores a Alejandro Gaviria fue amplio, si bien el mensaje que le enviaron tal vez pueda leerse así: te admiramos, te queremos mucho, leemos tus libros, pero por ahora no votamos por ti. Uno veía pocos jóvenes acercarse a las mesas. Ya se verán las estadísticas definitivas según la edad del sufragante.
La clave en lo que falta es saber quién capitaliza la tremenda impopularidad del gobierno de Duque. Petro, claro, se llevará buena parte de ese pastel, pero también está Fajardo, abierto opositor. Dado que empieza más abajo en la escala, a Sergio le tocará trepar mucho. Ni él ni la CCE pueden seguir en las que venían; están obligados a replantear y a relanzar la campaña. Ya veremos si tienen con qué hacerlo.
En cuanto a Fico, a despecho del triunfalismo en que anda y que lo puso a hablar de un posible triunfo en 1ª vuelta —imposible para él como para Petro, otro que acostumbra la cháchara inocua—, tiene en su contra la cercanía con Duque y con Uribe. Pronto sabremos qué pasa con la averiada campaña de Vargas Lleras, mientras que Zuluaga renunció a la suya. Uno tampoco le ve espacio a la de Íngrid, bastante peregrina. Subsiste, sí, la de Rodolfo Hernández, por lo menos hasta la 1ª vuelta.
El Congreso quedó bastante fragmentado. Allá no hubo las avalanchas que se predijeron. Esto significa que el presidente, sea quien sea, deberá negociar sus proyectos de ley, lo cual al final de cuentas no es mala noticia. Es decir, nada de… llego, pongo todo patas arriba y me perpetúo en el poder veinte años, jajá. Aquí algo semejante luce imposible. Esto no significa que un populista audaz no pueda hacer mucho daño. Por supuesto que primero tiene que ganar las elecciones en la 2ª vuelta, pues nadie las ganará en la 1ª.
Mis lectores saben que yo me inclino hacia el centro de la política, zona a veces ingrata. ¿Por qué ingrata? Porque pocas cosas atraen más que la polarización, el maniqueísmo, la concentración de buenos y malos. ¿Hay un verdadero espacio para el centro político en Colombia? No es del todo seguro. Ya se sabrá pasadas las dos elecciones que faltan. Eso sí, Petro tiene la esperanza de que le toque confrontar en 2ª vuelta al otro extremo, no al centro. ¿Los electores le darán ese gusto? Pronto nos enteraremos.