Roth accedió a discutir con Bayley las cuestiones más espinosas de su vida, incluyendo sus dos catastróficos matrimonios, su larga lista de amantes, su identidad judía, y las acusaciones de misoginia a las que hizo frente, además de su rivalidad con otros grandes de las letras como John Updike, Saul Below, o Normal Mailer.
Publicado en: El Mundo
Por: Pablo Pardo
“No intentes rehabilitarme; simplemente, hazme interesante”. La frase del escrito Phillip Roth -uno de los mayores literatos de la segunda mitad del siglo XX- a su biógrafo, Blake Bailey, podría ser ahora adoptada por éste. Porque la editorial W.W. Norton, una de las mayores y prestigiosas de Estados Unidos, ha decidido suspender la distribución de la biografía de Roth, que había recibido el elogio de la crítica, por una serie de acusaciones contra el autor por presuntos actos de acoso sexual ocurridos hace más de dos décadas. W.W. Norton ha declarado que la decisión es temporal, pero que podría ser permanente “en función de cualquier nueva información que pueda emerger”. No ha hilado tan fino la agencia literaria que representa a Bailey, The Story Factory, que ha optado directamente por dejar de tener a Bayley entre sus clientes. Paradójicamente, sin embargo, la versión electrónica de ‘Philip Roth’, que es el nombre del libro, sigue a la venta en Amazon y otras webs.
Así, es posible que los admiradores se queden sin leer la biografía más completa de uno de los gigantes de la Literatura en lengua inglesa de las últimas cinco décadas por las acusaciones contra Bayley. La relación entre la prohibición de leer un libro – o, lo que es todavía más efectivo, su retirada del mercado – y los actos – incluyendo potencialmente delitos penales – del autor, con independencia de que éstos estén probados o, ni tan siquiera, investigados por las autoridades, es tan sólida como el acero en este siglo XXI en el que vivimos.
Otra gran figura de la cultura estadounidense, Woody Allen, tuvo problemas para encontrar una editorial que publicara su autobiografía, ‘A Propósito de Nada’ por las acusaciones de que había abusado sexualmente de su hija adoptiva, Dylan, a principios de la década de los noventa. El hecho de que la policía llevara a cabo dos investigaciones contra Allen y en ninguna de ellas encontrara motivo para ni tan siquiera pedir al juez su imputación es irrelevante. Como también lo es que una de las editoriales que se negó a publicar el libro del director del cine, la francesa Hachette, tenga en su catálogo, sin mayor inconveniente, las memorias de Rudolf Höss, el comandante en jefe del campo de exterminio nazi de Auchswitz, en las que, según se explica en la tienda online Amazon, el autor “informa (…) de los obstáculos técnicos que a menudo le impidieron alcanzar su objetivo de matar con la mayor eficiencia posible”.
La controversia arranca de un artículo publicado el marte en el diario ‘New York Times Picayune / The Advocate’, en el que se narra cómo, cuando Bayley fue profesor en la Escuela Lusher de Literatura en octavo grado – lo que sugiere que sus estudiantes tenían alrededor de 14 años – estableció amistades con sus alumnas, con las que luego intentó tener relaciones sexuales cunado éstas ya eran mayores de edad. El diario menciona a tres estudiantes de ese centro de Nueva Orleáns que dicen haber tenido relaciones sexuales con él, aunque una lo caracteriza como “violación”. Una cuarta afirma que dejó apresuradamente un bar después de que el escritor, por decirlo de una manera suave, le metiera mano sin su consentimiento. Bayley, que reside en Virginia, no muy lejos de la ciudad de Washington, ha negado los hechos. Su abogado, Billy Gibbens, ha afirmado que “es absurdo que [el escritor] hubiera estado ‘criando’ a las estudiantes para tener relaciones sexuales años después con ellas”. Por su parte, el escritor ha rechazado haber tenido relaciones sexuales con ninguna menor o alumnas. Otra cosa es, claro está, las antiguas alumnas. Pero eso, al menos por ahora, no es un delito.
Según las denuncias al ‘Picayune’, Bayley se interesaba por la vida amorosa de las adolescentes y les daba la novela ‘Lolita’, de Vladimir Nabokov, que narra la historia de un profesor de Literatura obsesionado con una niña de doce años. Bayley nunca tuvo problemas con la dirección de la escuela. Cuando dejó el centro docente lo hizo por su propia voluntad para llevar a cabo su proyecto de ser escritor.
Con esta controversia, Bayley corre, a sus 57 años, el peligro cierto de que su carrera como biógrafo se acabe para siempre. El autor de la biografía de Roth es una de las figuras más destacadas de Estados Unidos en ese género literario, gracias a sus trabajos sobre los novelistas John Cheever, Richard Yates y Charles R. Jackson. Con él puede irse también la biografía de Roth, un monumental texto de 900 páginas que se había ganado los elogios la crítica. Roth nombró a Bayley su biógrafo oficial, y le dio acceso a sus documentos, muchos de los cuales fueron destruidos por orden suya tras su fallecimiento, o permanecerán archivados hasta 2050. Roth accedió a discutir con Bayley las cuestiones más espinosas de su vida, incluyendo sus dos catastróficos matrimonios, su larga lista de amantes, su identidad judía, y las acusaciones de misoginia a las que hizo frente, además de su rivalidad con otros grandes de las letras como John Updike, Saul Below, o Normal Mailer.