Publicado en: El Espectador
Por: Andrés Hoyos
Los episodios de la semana pasada en la cárcel de La Picota en Bogotá podrían tener potentes consecuencias electorales en mayo y junio de este año. Aunque cada cual de seguro ya tiene su lectura de lo que allá pasó, seguirán apareciendo crónicas y noticias al respecto. Pero al menos a mí me queda claro que la campaña de Gustavo Petro perderá votos a causa de esta visita de su hermano Juan Fernando a varios de los políticos más corruptos y violentos del país, empezando por Iván Moreno Rojas. ¿Cuántos? Yo tampoco tengo ni idea. Lo que es más fácil de prever es que la gran mayoría de estos votos migrantes no serán a favor de Fico Gutiérrez, el candidato continuista del uribismo. Es más lógico y más fácil que se pasen a los toldos de Sergio Fajardo, un candidato que lleva cuatro años de oposición al gobierno de Duque. Otros engrosarán la abstención o el voto en blanco, si bien uno sospecha que los indecisos no serán tantos.
El contexto es ineludible. Las recientes encuestas de percepción demuestran sin lugar a dudas que lo que más resienten los colombianos es la corrupción. De ahí que ofrecer a los corruptos no ya el polémico “perdón social” sino cualquier tipo de perdón sea una idea muy impopular. ¿A cambio de qué se les perdonará? ¿Cómo contribuye eso a combatir el detestado flagelo? Nian se sabe.
Las explicaciones ofrecidas hasta ahora han sido graciosas. Tras citar a Derrida, la campaña de Petro quiere aplicar un método posmoderno infalible, que consiste en “aceptar” un error para después decir que en realidad fue culpa de otros. Se ha popularizado el concepto de papayazo, o sea que se dejaron agarrar. En efecto, la noticia se conoció principalmente por diligencia de Ricardo Calderón, periodista estrella de Caracol Televisión, quien filmó la visita de Juan Fernando Petro a la cárcel y después consiguió una ristra de mensajes de WhatsApp de varios presos de La Picota sobre lo que allí sucedió. Según los petristas, esta oportuna filmación fue un entrampamiento. ¿Cómo así, el hermano de Petro iba forzado, los contactos previos con la campaña eran una trampa premeditada, o qué? Escribió Juan Carlos Flórez en Twitter: “Con mayor frecuencia de lo que nuestra soberbia se atreve a reconocer, nos derrotan más nuestros propios errores que las acciones de nuestros adversarios. Somos muy buenos para achacarles a otros nuestras metidas de pata y muy malos para decir mea culpa y corregir el rumbo”. Digámoslo mediante una analogía con el tenis: el de Petro fue un error no forzado.
Pese a que lo ha negado explícitamente en días pasados, vaya que este candidato sí viene fomentando las relaciones con políticos clientelistas y torcidos. Una lista breve sería: Luis Pérez, Armando Benedetti, Roy Barreras, Piedad Córdoba, el cura Hoyos, y no pare de contar. Ha sido muy difícil procesar en Colombia a los políticos corruptos, por el estilo de los diez que participaron en la reunión de La Picota —entre ellos un asesino de calibre mayor, el Gordo García—, así que cualquier forma de perdón luce del todo incongruente. O sea, antes que perdonar a nadie hay que procesar más corruptos y violentos.
En fin, ya iremos viendo cómo sigue esta historia. Claro que los efectos políticos no parecen todavía definitivos. La remontada de Fajardo deberá agarrar más fuerza para poder pasar a la 2ª vuelta. Este sí sería el hecho definitivo, porque ahí vencería con facilidad a cualquiera de sus dos rivales potenciales.