Publicado en: El Espectador
Por: Andrés Hoyos
Este domingo el país dio un giro arriesgado, posiblemente radical. Ni modos de querer algo distinto; son manes de la democracia que según decía el candidato ganador no existe en Colombia. Pero sí, sí existe y ahora nos tocará ponerles el pecho a las consecuencias. Lo primero que habrá que ver es qué pasa con la tasa de cambio a partir del martes. En su discurso la noche del triunfo el presidente electo no se refirió a ello, como si no fuera importante. Claro que, si la tasa da un gran viraje, le tocará hacer algo. Después, interesa saber si viene el marchitamiento de la industria petrolera, al igual que fugas de inversión y de cerebros. Una desvalorización de la acción de Ecopetrol afectaría a cientos de miles de inversionistas. O sea que como decía aquí mismo la semana pasada los riesgos son grandes.
Supongo que no tendré que aclarar que no voté por Petro y que el actual compás de espera podría desembocar después en una oposición al régimen, oposición que no sería ni automática ni generalizada. Mantengo la esperanza de que surjan cosas que muchos podamos apoyar. Es esencial que los amigos del presidente electo le exijan el cumplimiento estricto de los compromisos que asumió en los últimos meses. A saber: nada de perpetuarse en el poder, ninguna asamblea constituyente, nada de expropiaciones sacadas de la manga, políticas reformistas claras y acotadas. En su discurso del domingo Petro hablaba de un gran acuerdo nacional. La frase suena bien, si bien el diablo está en los detalles, como siempre.
No voy a citar a las docenas de intelectuales de prestigio que optaron por votar por Petro en la 2ª vuelta. Lo que pasó ya pasó. Ahora les tocará apersonarse de su voto, que ojalá no los vuelva incondicionales. En México ha sido claro que los intelectuales son básicos para meter en cintura al malhumorado y populista AMLO, un contraste con la Colombia de hoy, pues.
Por suerte para Petro, Rodolfo Hernández no se creció para la 2ª vuelta y en ocasiones se comportó como un viejo verde gagá. Porque Petro ganó, sí, pero sobre todo Hernández perdió. Parece que Rodolfo será senador, sin partido.
Más desapacible es la idea de que varios prestigiosos periodistas del país se vuelvan voceros del régimen. ¿De ahora en adelante Daniel Coronell, María Jimena Duzán y la revista digital Cambio se dedicarán a cantar las loas del gobierno? No está prohibido, claro que no, aunque si no va a haber denuncias de peso, sino meros matices o elogios, el público podría aburrirse a mares. Claro que los petristas nuevos y viejos son muchos más, incluyendo a varios colegas columnistas. La oposición sistemática del Grupo Semana tampoco es conveniente, por supuesto que no.
Ahora bien, el giro electoral que acaba de dar Colombia en parte sucedió porque los votantes colombianos tenemos instrumentos muy dañados para lograr una acción colectiva virtuosa. Tan dañada está la estructura política, que ahora nos vienen cuatro años de populismo. ¿Qué clase de populismo será? Habrá que esperar a ver. Los primeros cuatro o cinco meses serán claves. Entonces sabremos si Petro se ha moderado en algo, como prometió durante la campaña.
En fin, sospecho que mucha otra gente ha entrado en su propio compás de espera. Uno de veras espera que el nuevo gobierno acierte en la mayoría de sus decisiones, sobre todo en resolver la inequidad social. Insisto en algo ya dicho: el cambio no es virtuoso per se. Pero que viene, viene.