Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
«Descubrí que no necesitas usar corbata si puedes batear».
Ted Williams
Es subjetivo, es una opinión, depende del criterio del analista. Ni siquiera la estadística vale por sí sola: los números tienen distintas maneras de leerse, además de las cualidades intangibles y las circunstancias de cada jugador, y a eso debemos agregar la época que les tocó vivir. Tal vez lo más aproximado sea ubicarlos por eras, pero aun así la subjetividad aparecerá y es parte de lo que hace fascinante e interminable la discusión entre los fanáticos de Babe Ruth o Hank Aaron, los de Willie Mays y Ken Griffey Jr. No hay un “mejor bateador de la historia”, sino varios, pero uno de ellos fue, sin duda, Ted Williams.
Los números que ha acumulado Miguel Cabrera lo ubican en la élite; es miembro de clubes ofensivos exclusivos y podría inaugurar uno donde deberá esperar un buen rato para tener compañía: Triple Corona, 500 jonrones, 3.000 hits y más de .300 de promedio al bate. En la lista de los extrabases, Miguel Cabrera sigue a Ted Williams y Jimmy Foxx, quienes dejaron 1.117 en sus cuentas definitivas.
El sitio web oficial de Ted Williams, en su página de inicio, da la bienvenida con el siguiente resumen:
“Miembro del Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas, dos veces ganador de la Triple Corona, tres veces Jugador Más Valioso de la Liga Americana, diecinueve veces invitado al Juego de las Estrellas, seis veces Campeón de Bateo de la Liga Americana, número uno de todos los tiempos en Porcentaje de Embasados (OBP) con .482, cuatro campeonatos en HR, cuatro veces Líder en Impulsadas, nueve veces en Slugging, líder bate de la Liga Americana con .406 en 1942, dejó promedio al bate de por vida de .344, en slugging 634. Conectó 521 jonrones de por vida, fue Jugador de la Década de la MLB (años 50), cinco veces Jugador del Año de The Sporting News, Miembro de los Medias Rojas de Boston (1939-1960), ganador de la Medalla Presidencial de la Libertad, cinco años de servicio activo (Segunda Guerra Mundial y Guerra Corea). Durante su carrera fue activista de “The Jimmy Fund”, causa que apoya la lucha contra el cáncer infantil, pescador ávido, Miembro del Salón de la Fama de la Asociación Internacional de Pesca Deportiva y autor del libro: La ciencia del bateo.
También conocido como ‘Teddy Ballgame’, ‘The Kid’, ‘The Splendid Splinter’, ‘The Trumper’ y ‘El Mejor bateador que jamás haya existido’”.
Batear fue la actividad que más disfrutó en la vida, poder conectar la pelota y escuchar el sonido del bate impactando la esfera a terreno de nadie: “Todo lo que quiero de la vida es que cuando camine por la calle, la gente diga: ‘Ahí va el mejor bateador que jamás haya existido’”. Lo dijo siendo un joven jugador, se impuso como meta ganarse ese título, y nadie puede discutir que se lo ganó.
Cuando llegó a los Medias Rojas de Boston hizo amistad con Jimmie Foxx, quien se convirtió en una especie de hermano mayor, le dio consejos sobre el bateo y sobre el juego, fueron confidentes y mejores amigos. Ambos dejaron en sus cuentas 1.117 extrabases. Miguel Cabrera va tras ellos en ese departamento ofensivo. Conocido el recorrido de Foxx por el béisbol, repasemos la huella que dejó Ted Williams.
Ese resumen que muestra la página web diseñada para informar sobre su historia nos habla del jugador y también del guerrero. Son numerosos y fascinantes los artículos sobre Ted Williams, las páginas tradicionales del béisbol y en publicaciones disponibles en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. Fue una estrella superior en el terreno de juego, un valiente oficial de combate y un sobrio defensor por la igualdad de derechos civiles para todos los estadounidenses. Hizo de la lucha contra la discriminación una causa, de hecho, su discurso cuando fue incluido en el Salón de la Fama de Cooperstown, se dedicó en buena parte a pedir que los jugadores de las Ligas Negras fuesen incluidos también, dando especial y esencial valor a los aportes de los afroamericanos al béisbol.
Ted Williams nació en San Diego el 30 de agosto de 1918, primogénito del fotógrafo profesional (y exsoldado de caballería estadounidense) Samuel Williams y su esposa, May Venzor-Williams, mexicano americana, una mujer que se dedicó a servir en el Ejército de Salvación.
En un artículo biográfico para la Sociedad de Investigación del Béisbol, Bill Nowlin recuerda que Ted Williams escribió en su autobiografía Mi turno al bate (publicada en 1969): “Si hubiera tenido el apellido de mi madre, no hay duda de que habría tenido problemas en esos días, por los prejuicios que tenía la gente en el sur de los Estados Unidos”.
El primer afroamericano en la Liga Americana, Larry Doby, contaba que, según el artículo de Nowlin: “Williams hizo todo lo posible para darle la bienvenida, no grandilocuente, pero lo hizo con el más simple de los gestos privados en el campo. Cuando los Medias Rojas finalmente se integraron al agregar a Pumpsie Green al equipo, en 1959, Ted eligió a Pumpsie como su compañero para soltar el brazo y hacer capturas antes de los juegos”.
Llegó a manifestar su molestia por la presencia de Charles Comiskey en el Salón de la Fama de Cooperstown. Era admirador de Joe Jackson y no tenía dudas de que los recordados “Medias Negras” de Chicago pactaron con la mafia de los apostadores motivados por la negativa del propietario de los Medias Blancas a pagarles lo que merecían. De los ocho jugadores expulsados, se convirtió en un defensor incondicional del “Descalzo” Jackson.
En un artículo publicado en el Chicago Tribune, el primero de marzo de 1998, Raad Cawthon cita a Ted Williams: “Su récord (el de Joe Jackson) en la Serie Mundial definitivamente probaría que no jugó para perder. Mi única gran preocupación es, y nunca conocí a Joe Jackson, que amó tanto este juego que no puedo creer que lo haya hecho. Hizo algo malo de cualquier manera, está bien, pero tal vez, en el caso de Jackson, juzgar a un hombre que nunca fue declarado culpable en un tribunal de justicia, sea algo injusto”. El argumento de Ted Williams al presentar su caso en nombre de Jackson, junto con el lanzador y Salón de la Fama, Bob Feller, fue novedoso en su intento de poner fin al destierro: “La prohibición de por vida de Jackson debería haber terminado con su muerte”. Como es sabido, la propuesta no tuvo éxito y Joe Jackson continúa expulsado por lo sucedido en 1919.
Así como era apasionado con el juego, lo era con las causas con las cuales se comprometía y así como podía ser abiertamente solidario con sus compañeros, no cedía en su trato distante con la prensa, a la que manifestó desprecio sin disimulo. Su buena relación con los escritores del béisbol duró muy poco. Cuenta Bill Nowlin que todo comenzó a propósito de la competencia entre los periódicos de Boston, donde las historias críticas resultaban atractivas y enfrentarse a Ted Williams vendía periódicos: “Escritores como Dave Egan y Austen Lake podían meterse bajo la piel de Ted, provocando a veces una historia donde no había existido antes (…) Rechazó una entrevista con uno de los decanos, el columnista Bill Cunningham, porque el escritor había estado bebiendo. Eso comenzó una disputa con los reporteros que duró toda la carrera de Ted y más allá. Disfrutaba excluyéndolos del clubhouse de Boston; olía el aire haciendo notables gestos de desagrado cuando le pasaban cerca, y más de una vez escupió hacia el palco de prensa con desprecio. Eso le hizo ganarse algunos otros apodos: ‘Terrible Ted’ y ‘Splendid Spitter’ (El espléndido escupidor), siendo este último una referencia a su apodo ampliamente conocido como un niño larguirucho y desgarbado: ‘The Splendid Splinter’ (El espléndido espigado)”.
Esa rudeza de Ted Williams con los periodistas, tiene una notable excepción con la reportera Doris O’Donnell. Ella estuvo meses intentando entrevistarlo, él fue el desagradable de siempre por largo rato, hasta que finalmente le dio la entrevista. Al finalizar, luego de disculparse con ella por sus desplantes y en referencia a sus compañeros reporteros, le dijo: “Nunca dejes que esos tipos te molesten!”. Era 1957, a ella le habían negado un escritorio en el palco de prensa y no había acceso a los clubhouses. Doris tuvo el privilegio que no tuvieron ellos. El consejo sigue vigente para todas.
Siempre que se revisa la historia de Ted Williams, viendo sus números espectaculares, se hace inevitable especular acerca de las cifras que habría alcanzado de no haber sido un oficial que sirvió a su país.
NBC Sports publicó un trabajo el pasado 12 de mayo de 2021, de Justin Leger, que asegura que “Los logros en el béisbol palidecieron ante lo que hizo fuera del terreno”.
Teddy Ballgame dejó el béisbol una primera vez en 1942, al año siguiente de ganar la Triple Corona y dejar .406 de promedio al bate, para unirse a la Reserva de la Marina de los Estados Unidos. Era la Segunda Guerra Mundial: “Entró en servicio activo en 1943, luego fue nombrado segundo teniente en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos como Aviador Naval en 1944.
Williams regresó al béisbol en 1946 y lo retomó justo donde lo dejó, ganando el premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana. Ganó de nuevo la Triple Corona en 1947 y obtuvo su segundo premio MVP en 1949. Catorce meses después de haber sido ascendido a capitán de la Infantería de Marina en 1952, Williams fue llamado nuevamente al ejército para servir durante la Guerra de Corea. Williams voló 39 misiones con el “Third Marine Air Wing, 223rd Squadron” y su primera misión de combate tuvo lugar el 16 de febrero de 1953. El capitán Williams fue atacado por las fuerzas norcoreanas durante la misión y se vio forzado a aterrizar. En la maniobra sufrió un esguince de tobillo. Al día siguiente, voló de nuevo. Treinta y siete misiones más tarde, tras un ataque de neumonía y un problema del oído interno, Ted Williams dejó a los marines en 1953”.
Durante su tiempo como capitán de la Marina, Ted Williams ganó una serie de premios prestigiosos que incluyen la Medalla Presidencial de la Libertad, tres Medallas Aéreas por Operaciones de Vuelo Aéreo, el elogio de la Unidad de la Marina, la Medalla de la Campaña del Pacífico Asiático y Americano, la Medalla de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial, la Medalla Nacional al servicio de defensa.
Regresó al béisbol en 1954, y estuvo activo por siete temporadas más y en cada una asistió al Juego de las Estrellas.
Los fanáticos del Fenway se acostumbraron a sus modos ásperos, a no esperar saludos. En 1960, Ted Williams se retiró del béisbol, ahora sí para siempre. En su último juego conectó el jonrón 521 de su carrera, en el parque de Boston, ante el lanzador de los Orioles, Jack Fisher. Recibió una ovación de la emocionada fanaticada, a la que no respondió. Dio la vuelta al cuadro y regresó a la cueva sin hacer un gesto. Los Medias Rojas tenían foja de 64-86, penúltimos en la Liga Americana a 29 juegos de los Yankees. Aunque hubo mal tiempo aquel día, 10.454 aficionados fueron a despedirlo. Lo importante era despedir a Ted Williams. El momento quedó para la historia gracias al siempre recordado texto de John Updike: “Aunque aplaudimos, lloramos y cantamos ‘¡Queremos a Ted!’ durante minutos después de que se escondió en el dugout, él no regresó. Nuestro ruido durante algunos segundos pasó de la emoción a una especie de inmensa angustia abierta, un lamento, un grito. Pero la inmortalidad es intransferible. Los periódicos decían que los otros jugadores, e incluso los árbitros en el campo, le rogaron que saliera a reconocernos de alguna manera, pero él se negó. Los dioses no responden cartas”. – John Updike, “Los fanáticos se despiden de ‘The Kid’” (The New Yorker, 22/10/1960)
Años más tarde, en el documental “Baseball”, de Ken Burns, Ted Williams confesó que pensó en salir a saludar a los fanáticos “pero no hubiera sido yo”.
Me atrevo a decir que Fenway y Ted Williams hicieron las paces en el Juego de las Estrellas de 1999. En aquella cita estuvieron presentes las leyendas del juego, retiradas y activas. Todos estaban ahí para rendirle tributo. Llegó en un carro de golf y fue escoltado en el montículo por todos los jugadores. Uno de los momentos más especiales de la historia del Clásico de Verano. El béisbol, en el templo en el que se consagró como la inmensa estrella que fue, le rindió un homenaje y él se dejó querer, sonrió y se quitó la gorra agradecido.
Murió en la mañana del 5 de julio de 2002, en el Hospital Citrus County Memorial, Florida, víctima de un ataque cardíaco a las 8:49; ya era inmortal desde 1966, cuando fue elevado a los altares de Cooperstown.
“El fallecimiento de Ted Williams señala un día triste, no solo para los fanáticos del béisbol, sino para todos los estadounidenses. Fue un ícono cultural, una personalidad más grande que la vida. Fue lo suficientemente grande como para convertirse en un Salón de la Fama. Se preocupaba lo suficiente como para ser el primer miembro de Cooperstown en pedir la inclusión de las estrellas de las ligas negras en el Salón de los Inmortales. Fue lo suficientemente valiente como para servir a nuestro país como infante de Marina no en uno, sino en dos conflictos globales. Ted Williams es un héroe para todas las generaciones”. Dale Petroskey (Presidente del Salón de la Fama en 2002).
“Ted Williams fue todo lo que estaba bien en el béisbol. Si realmente lo piensas, fue todo lo que está bien en este país. Sin duda es un día triste para todos nosotros. Es un hombre que perdió cinco años en las Mayores sirviendo a su país. Lo que pudo haber hecho con esos años en el mejor momento de su vida (…) sería increíble poner esos números juntos. Probablemente hubiera sido el mejor bateador de poder de todos los tiempos”, dijo Lloyd McClendon.
No está enterrado en ninguna parte. Cuando Ted Williams murió, a pesar de sus deseos de ser cremado y que sus cenizas fuesen esparcidas en los Cayos de Florida donde pescaba, su hijo John Henry y su hija menor, Claudia, optaron porque su cuerpo fuera enviado a Scottsdale, Arizona, para ser congelado en las instalaciones del criogénico de Alcor Life Extension Foundation. Lo ocurrido alrededor de esta decisión que dio origen a una disputa familiar, es extenso y tiene muchas sombras a propósito de los acuerdos de confidencialidad y las diversas versiones que existen.
A Ted Williams hay que recordarlo como él quería, como “el mejor bateador que ha existido”.
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Fuentes consultadas:
https://sabr.org/bioproj/person/ted-williams/
https://baseballhall.org/hall-of-famers/williams-ted
https://www.loc.gov/pictures/item/2016713969/
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