Rubén Limardo: entre medallas y perdones – Mari Montes

Rubén Limardo: entre medallas y perdones - Mari Montes
Cortesía: J. J. Sayago y Rubén Limardo

Publicado en: Prodavinci

Por: Mari Montes

Rubén Limardo no pertenece a la diáspora venezolana aunque no viva en el país. No es un exiliado, no salió de Venezuela huyendo de la crisis ni por ser un perseguido político. Vive en Polonia desde 2003. Llegó allí para desarrollar su carrera deportiva con su profesor y tío, Ruperto Gascón, hermano de su madre, fallecida como consecuencia de un aneurisma en 2010.

El medallista olímpico fue noticia porque publicó un tuit para contarle a sus seguidores que, al igual que miles de venezolanos emigrantes, debe trabajar como repartidor de comida para mejorar sus ingresos. Decidió trabajar UberEats en Lodtz, la ciudad donde reside, cerca de Varsovia, porque es un trabajo que le permite acomodar su horario para dedicarse a la esgrima. Entrena a diario, desde las 9 de la mañana hasta la 1 de la tarde.

Días atrás, logró que su esposa y sus dos pequeños hijos (una hembra y un varón que aún no cumple un año de edad), viajaran desde Venezuela, vía Italia, en un vuelo humanitario. Compró los boletos para reunirse después de varios meses separados.

A propósito de la pandemia y la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio para el 2021, el patrocinante interrumpió el apoyo hasta el próximo enero, lo que hizo que buscara este empleo, porque tiene que pagar sus cuentas.

Aunque Rubén Limardo recibe una beca del Estado venezolano, en los últimos años disminuyó el monto de la asignación, y no es suficiente para mantenerse. Sumado a eso, siguen las deudas con el profesor Ruperto Gascón desde los JJOO Río2016.

Dedica toda la tarde a su nueva ocupación.

—Cansa un poco -confiesa- porque lo hago en bicicleta y hay que pedalear y darle duro para que la comida llegue con la temperatura correcta. Es un servicio.

Un atleta del nivel de Rubén Limardo debería recibir una asignación superior a los $2.500 mensuales, pero en Venezuela hay atletas de alto rendimiento que no alcanzan los $30 al mes. Otros miembros del equipo de espada que están en Polonia, también trabajan repartiendo comida con UberEats desde hace 2 meses y medio.

Cuando publicó la foto en la que aparecía en bicicleta, listo para salir a entregar un pedido, la polémica desatada lo convirtió en tendencia en Twitter y varios medios de Venezuela y el mundo destacaron la información. En las redes se dijo de todo, bueno, regular y malo.

Rubén Limardo: entre medallas y perdones - Mari Montes
Cortesía: J. J. Sayago y Rubén Limardo

—Qué piensas de las reacciones que provocó ese tuit?

—He aprendido, desde el 2015, a enfocarme solamente en lo que tengo que hacer. Tomo en cuenta los mensajes positivos y paso de los negativos. Han llegado hasta a desearle la muerte a mis hijos. Yo no me meto con nadie, me da pena que se expresen así. Entiendo que la situación del país es muy difícil, pero ese odio que existe no lo entiendo. Hay cosas que se han inventado sobre mí, sin conocerme.

—¿Entiendes que te digan que eres un estafador por haber aceptado una postulación para ser diputado por el PSUV?

—Yo nunca me juramenté en la Asamblea Nacional. Me entregaron una constancia en Ciudad Bolívar, pero nunca me juramenté.

—¿Por qué aceptaste eso? ¿Puedes explicarlo?

—Estaba regresando de Toronto 2015, veníamos de ganar las dos medallas de oro en esos Panamericanos y había una feria internacional de turismo y de las riquezas de Guayana. El gobernador Rangel Gómez me mandó a llamar. En el evento estaba también Héctor Rodríguez. Allí me hicieron la propuesta. Te voy a hablar claro porque esto nunca lo he dicho. En esa reunión, Héctor Rodríguez me dijo que iba como número uno en el estado Bolívar. Yo no entendí que era como diputado, pensé que era algo relativo a la parte deportiva y acepté sin saber que era para la Asamblea Nacional.

—¿Y cuándo, en qué momento te enteras de que era para ser diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV?

—A los dos días, cuando salió en las noticias, fue cuando entendí que era para ser diputado. Cuando me entero de esto, se me iba a caer el mundo. Me dije: “¡Miércoles! ¿En qué lío me metí?” y de inmediato llamé a Héctor Rodríguez para explicarle que yo no había entendido la situación. Entendí que él iba para la gobernación y yo iba como encargado de los deportes. Pensé que de alguna manera podría ayudar.

—¿Cómo fue esa conversación?

—Le dije: “Mira Héctor yo no estoy preparado para esto, no sé cómo asumirlo”. Me dijo que tranquilo, que no me preocupara porque me iban a ayudar. Entonces claro, cuando veo la noticia, se me va el mundo para atrás. Me empezaron a llegar mensajes. Yo recuerdo que me puse a llorar con mi esposa, le dije a ella que no sabía que hacer, que me había metido en un problema sin saber lo que estaba haciendo. Luego de eso me dijo que tenía que seguir, ya no podía salirme. Fue una situación muy difícil para mí porque la gente me insultaba, me llegaron a escupir los pies, no podía ir a un restaurante con mi familia porque alguien me ofendía.

—¿Y qué pensaste cuándo empezó ese trato hostil hacia ti?

—No entendía que existiera ese odio contra alguien que ha hecho bien, como ganar una medalla de Oro en unos JJOO, para toda Venezuela.

Venezuela tiene mucho tiempo polarizada, dividida. A partir de 2015 empeoró y buena parte de los venezolanos piensa que todo el que apoyó a Nicolás Maduro es también responsable de la diáspora, de las tragedias de los caminantes, de la corrupción que ha dejado al país en la ruina. A ti te señalan como cómplice de eso.

—Lo entiendo, pero se hacen juicios sin saber. Yo lo que quería era apoyar al deporte en el estado Bolívar, ese era mi sueño y sigue siéndolo, porque yo sueño con que en verdad Venezuela sea una potencia deportiva. Si nos lo proponemos, con conocimiento, disposición y trabajo, es posible. Tiene que entenderse que el deporte debe tener un buen financiamiento para obtener resultados. En ese momento yo creía que podía hacer algo por el deporte. Por ejemplo, a mí nunca me han pagado un sueldo como diputado. Yo no me juramenté.

—La gente te ve como parte del PSUV, el partido del gobierno que mucha gente considera tiene al país pasando tanta necesidad y además resienten que no vivías en Venezuela cuando aceptaste la postulación.

—Comprendo todo eso. Yo no vivía en Venezuela y de verdad que no entiendo cómo me hicieron esa propuesta sabiendo que estaba viviendo en el extranjero. Yo se los dije, que no iba a dejar mi carrera deportiva. Les expliqué que me quedaban dos olimpiadas más (Río y Tokio). Ellos me insistieron en que no me preocupara. No sé, me necesitaban como imagen y caí.

—¿Si tuvieras a los electores de Bolívar en frente, a esos que votaron por Héctor Rodríguez porque estabas tú detrás y que creyeron en ti, que valoraron tu trayectoria como atleta, que les dirías?

—Les diría que mi intención no fue hacerle daño a Venezuela ni a nadie, que si lo ven así, me disculpen. Francamente les pido que me perdonen. Yo sé que no es excusa, no estoy buscando excusas, pero era inexperto y no sabía lo que estaba haciendo. Desde el 2003 vivo en Polonia.

Rubén Limardo: entre medallas y perdones - Mari Montes
Cortesía: J. J. Sayago y Rubén Limardo

—A la gente le puede parecer increíble que tú no estuvieras enterado de cómo estaban las cosas en Venezuela. Me gustaría profundizar en eso.

—Para tener éxito hay que equivocarse y esa situación que yo viví tenía que pasar. Soy una persona muy diferente ahora. Me di cuenta de muchas cosas. Cerré mi círculo de allegados, me di cuenta de quienes son falsos. Esto me hizo más fuerte. Yo fui buhonero y vendí ropa en el Paseo Orinoco cuando era niño. A veces estamos arriba y otras abajo, eso lo aprendí de mi familia. No quiero culpar a nadie porque fue mi decisión y debo cargar con esas consecuencias.

—Aunque vivías afuera, nos cuentas que tus visitas eras largas ¿Tenías conocimiento de la división, de la polarización, del deterioro de tu país?

—Yo empecé a vivir la situación difícil cuando fui postulado. Pasé de ser un atleta apreciado, al que todo el mundo le pedía una foto, a ser despreciado por algunos, aunque hay muchos que me respetan. Me di cuenta de que fue un error estar en política, que eso no era para mí y no se lo recomiendo a nadie. Ha sido complejo. Pero una cosa sí les digo a todos: mis triunfos son de toda Venezuela y donde vaya siempre llevo y llevaré esa bandera en mi corazón.

—¿Cómo te sientes luego de  este tiempo y lo que ha pasado, con eso de haber aceptado esa postulación?

—Acepté algo que no sabía que era. No le puedo echar la culpa a ellos. La culpa es mía, porque asumí algo que, primero, debía consultarlo y dejarlo claro. Fue culpa mía, me equivoqué. Lo mío es el deporte.

—¿por qué  tomas la decisión de no juramentarte como diputado y no ir a ninguna sesión?

—Viví cosas que no me parecieron, comenzando por la propia postulación. Viví cosas en ese mundo, que no me gustaron. En esa campaña me di cuenta de que lo que yo pensaba no era así, y entendí que me equivoqué.

—¿Cosas como qué?

—Veía que los planteamientos que yo hacía no eran tomados en cuenta, no me prestaban atención. Yo llevaba reportes de las instalaciones que había que reparar o hacer y no me hacían caso. Una vez que yo estaba ahí, era como que mi voz no valía nada.

—¿Y en lo deportivo cómo te afectó? Porque pareciera que ese desvío a la política lo pagaste en Río2016.

—Sí, aunque yo llegué a Río lesionado, con una hernia discal, la rodilla lastimada y con mucho estrés. Durante un año no pude descansar. Fue muy difícil lidiar con los insultos cada vez que ponía una imagen. Con el tiempo aprendí a sanar eso y a controlarlo. No entendía, porque yo no le hecho daño a nadie.

—Pero muchos te identifican con Maduro y el dolor y daño que que se ha asociado a su mandato.

—Estoy claro en eso. Tampoco puedo hacer mucho, pero el que me conoce, me conoce. En Río creo que no pude hacer más por esa presión que tenía. Entendí que no debía engancharme con quienes ofenden. Empecé a responder a quienes me escriben, con cariño.

Rubén Limardo fue exaltado al Salón de la Fama de la Esgrima Mundial, este año. Al conocerse la noticia, de nuevo reaccionaron los detractores.

Rubén Limardo: entre medallas y perdones - Mari Montes
Cortesía: J. J. Sayago y Rubén Limardo

—No entiendo que haya quienes quieran opacar algo tan bonito para todo el país, porque cuando hablan de Rubén Limardo, hablan de un venezolano. Me han dicho cosas horribles. Mira, yo entiendo que tengan familia en situaciones difíciles e injustas, que muchos estén frustrados por todo lo mal que lo pasan, pero yo no soy el culpable de eso. Si tuviera el poder de ayudar, se hacer que el país creciera y saliera adelante, lo haría. Lo haría como lo hago con mi equipo. Donde comen cinco comen diez. Eso aprendí en mi casa. Yo quisiera tener un superpoder para que Venezuela pueda vivir como merece. Que los venezolanos trabajadores puedan ganarse la vida bien. Porque el que trabaja debe tener recompensas.

Te tocó alzar la voz en los Panamericanos de Lima. Te correspondía, por jerarquía, ser tú quien hablara por todos los atletas, que no fueron tratados como debió ser.

—Veníamos haciendo los reclamos. Llegamos a Lima y con nosotros tenían deudas. Las dotaciones de los atletas no estuvieron listas. Yo estoy como atleta de la selección desde 2003, a mí no me van a decir cómo se manejan las cosas. ¿Por qué siempre tiene que haber problemas? Pienso que no tienen el conocimiento. Por más que quieran hacerlo, deben prepararse para tratar a los atletas. Diseñar la logística para que los atletas lleguen en las mejores condiciones a sus competiciones. Siempre están las excusas, que el bloqueo, esto o lo otro. Pero sabiendo que tienes competencias cada 4 años, es incomprensible que dejen las cosas para última hora. Por eso los países que son potencias deportivas nos llevan una gran ventaja. Todo eso yo venía diciéndoselo en sus caras desde hacía tiempo.

—¿Y qué pasó después de esos reclamos? Recuerdo que el entonces ministro, Pedro Infante, fue a buscarte a la enfermería donde te atendían una lesión después de competir.

—Fue una situación bastante incómoda. Nunca se me habían acercado en una competencia. ¿Para qué se van a acercar en ese momento? Eso genera presión. No es lo mismo competir con la presencia del profesor, a que esté el ministro y una comitiva. Eso me pasó también en Río. Cuando fui a Londres, nadie apostaba por mí; cuando fui a Río, todos tenían la mirada puesta en mí, tanto los que me apoyaban, como los que querían que perdiera. Con todo y eso salí a competir. Yo no iba a participar en Lima, porque le dije al profesor que estaba quebrado. Él me hizo ver que yo era la gran carta: “Sé que estás bien molesto por todo lo que ha pasado, pero la única manera de demostrarle a ellos que somos fuertes, es con resultados”. A lo mejor me utilizaron, pero lo que yo quería era darle un triunfo a mi país, porque a Venezuela le debo todo y eso me anima a salir al ruedo.

—Cuando ganaste el oro en Londres, mucha gente no sabía de la potencialidad del equipo de esgrima. Llegar a lo más alto del podio fue una gran sorpresa, porque podría decirse que en ese momento estabas solo con tu profesor y tu familia.

—No sé si tú recuerdas que yo hice un anuncio por Twitter, cuando me clasifiqué a esos Juegos Olímpicos de Londres. Clasifiqué sin los recursos del ministerio. Eso lo dije yo. Se lo dije a Héctor Rodríguez. Se lo dije a Willy Quiñones en Alto Rendimiento. Yo era una posible medalla, y ojo, no tengo nada en contra de ellos, pero estaban Alejandra Benítez y Silvio Fernández y yo me preguntaba por qué a ellos sí le aprobaban recursos y a mí no. Me aprobaron los recursos cuando ya estaba clasificado. No sabían quién era yo porque desconocen a los atletas. No sabían quién era Rubén Limardo, pensaban que era un atleta que estaba en una ruta clasificatoria aunque tuve varias conversaciones con ellos y recuerdo un último mensaje que les mandé: “Soy hijo de una madre guerrera, pídanle a Dios que mañana no me clasifique porque si lo hago voy con todo”. Y así sucedió. Gané la medalla de oro. A ellos les encanta que uno agradezca el apoyo del Estado, cuando eso es un deber, para eso representamos a Venezuela. Este es mi trabajo desde hace 30 años que empecé con la esgrima. Les gusta mucho Rusia, bueno Rusia le paga muy bien a sus atletas, y a los campeones olímpicos les dan becas de por vida y al retirarse los emplean. Un atleta ruso no sabe lo que es comprar un pasaje para ir a competir, él solo se ocupa de entrenar, de prepararse de la mejor manera. Nosotros tenemos que hacer todo, y eso no es el deber ser. Deberíamos ser como los alemanes o los estadounidenses, que solo entrenan. Nos dan algo de apoyo, nos han recortado recursos, el profesor Ruperto Gascón, que es nuestro entrenador, no tiene contrato desde 2016. Yo tengo un ingreso que debo destinar a gastos de alimentación y pago de alquiler de las salas donde entrenamos, pero solo eso, no da para todo lo necesario. Yo tengo aspiraciones, quisiera tener mi propio apartamento y no vivir alquilado. Tengo 19 años en Polonia y te puedo decir que nunca he tenido carro porque no he tenido como comprarlo.

Rubén Limardo: entre medallas y perdones - Mari Montes
Cortesía: J. J. Sayago y Rubén Limardo

—¿Cada centavo que te han dado ha sido sólo para tu preparación?

—Cada centavo, y no ha sido solo para Rubén Limardo, sino para todo el equipo. El equipo técnico, todos los espadistas que estamos aquí, cuatro del equipo masculino y tres del equipo femenino. Es todo un equipo de venezolanos.

—¿Cómo se siente eso de ver la bandera elevarse en esa instancia tan grande que son los JJOO?

—Se siente muy bonito y me gustaría darle otra medalla a Venezuela. Otra alegría para mi país. Además, es un reto para mí hacerlo otra vez. Por eso me estoy preparando para Tokio. No soy el mismo Ruben Limardo de 2016. Soy otro, regenerado y renovado, que tiene muchas ganas de seguir.

—Su entrenador, Ruperto Gascón, se graduó en Ucrania en 1993, cuando era la Unión Soviética. Fue a estudiar ingeniería gracias a una beca del Estado, y regresó como entrenador a los 27 años. Comenzó enseñando a sus sobrinos. En 1998 se fue a Polonia.

—Su proyecto fue formar atletas con la mente en una medalla olímpica. Ya en ese año, 1998, mandaron a cuatro atletas a Ucrania a estudiar. En 1999 salieron 15 atletas más, yo estuve en el segundo lote a Polonia, en el 2000. Viajábamos por meses porque aún no terminábamos los estudios. Cuando culminé el bachillerato vino la propuesta mayor, que fue irme a Polonia con mi tío a prepararme. Así nació y creció este sueño.

—¿Hay algo más que quieras decir?

—Si queremos un país hermoso, próspero, tenemos que cambiar la mentalidad, no podemos seguir con ese odio, eso bloquea muchas cosas. Seamos más positivos y ojalá algún día volvamos a abrazarnos. Si la gente piensa que yo les he hecho daño, de verdad pido disculpas. Pido que me perdonen, soy un ser humano, me equivoqué. Pido disculpas por las cosas negativas que pude haber ocasionado a personas, pero quiero que entiendan que soy alguien enfocado en darle triunfos a Venezuela, no son solo para mí. Quiero que me vean como una persona que puede ser una imagen, un ejemplo para salir adelante. Yo lo que quiero es darle otra alegría a mi país. Sé que muchos no lo van a ver así, después de esta situación que viví en la política, pero cada triunfo se lo dedico a Venezuela, aunque algunos no lo quieran. Seguiré trabajando para esos triunfos.

El arte de la esgrima es “tocar sin ser tocado”. La estrategia consiste en concentrarse durante ese duelo de 3 minutos, en hacer la mayor cantidad de toques evitando que el oponente adivine por donde va a ser atacado.  Se pueden enmendar los errores, no bajar la guardia, es imprescindible la paciencia, bloquear el ruido de quienes gritan en la tribuna y nunca descuidarse.

El que se distrae, pierde.

 

 

 

 

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