Ron Santo, la historia de un vencedor – Mari Montes

Ron Santo, la historia de un vencedor - Mari Montes
Ron Santo, de los Cachorros de Chicago, le hace un out a Rusty Staub. Cortesía: Biblioteca Nacional del Salón de la Fama del Béisbol

Publicado en: Prodavinci

Por: Mari Montes

Mari Montes

Ron Santo tuvo una vida para contarla. Fue un jugador cuyo desempeño le valió una placa en el Salón de la Fama de Cooperstown, una estatua en el Wrigley Field de Chicago y una página ejemplar en la historia de las Grandes Ligas.

Nació en Seattle, el 25 de febrero de 1940. Falleció el 3 de diciembre de 2010, víctima de un cáncer de vesícula que se complicó en los últimos días con una fuerte neumonía. Tenía 70 años y se fue antes de que el Comité de Veteranos lo elevara a los altares del Salón de la Fama de Cooperstown, en 2012.

Ron Santo, la historia de un vencedor - Mari Montes
Ron Santo, de los Cachorros de Chicago, le hace un out a Rusty Staub.
Cortesía: Biblioteca Nacional del Salón de la Fama del Béisbol

Se fue del mundo de los mortales sin saber que sería inmortal.

La historia de Ron Santo en el béisbol es la historia de un hombre valiente. Padecía diabetes tipo uno, diagnosticada a los 18 años de edad. Sobre esto contó una vez:

Cuando me lo dijeron no sabía qué era, así que fui a la biblioteca y busqué la información. Todavía recuerdo la sensación que tuve cuando leí la descripción: ‘Esperanza de vida de un diabético dependiente de insulina juvenil: 25 años’. También decía que podría causarme ceguera, insuficiencia renal y endurecimiento de las arterias. En ese momento, me dije a mí mismo: ‘Voy a luchar contra esta cosa y vencerla’. Eso es lo mucho que quería vivir y ser un jugador de grandes ligas”.

La diabetes no le impidió jugar y aprendió a inyectarse y a controlarse. Ya mayor tuvieron que amputarle las dos piernas desde las rodillas y aún así era un hombre vital. Fue una gran inspiración para otros con este padecimiento, y al darse cuenta de ello asistía a charlas para contar su propia historia.

Su excelencia como jugador en el exigente nivel de las Mayores, en la tercera base, le hizo merecedor de nueve invitaciones al Juego de las Estrellas y ganó cinco Guantes de Oro. De por vida bateó .277 con 342 jonrones y 1.331 empujadas en una carrera de 15 años en Chicago, 14 temporadas con los Cachorros y una con los Medias Blancas.

Fue parte del inolvidable cuarteto de Ernie Banks, Billy Williams y Ferguson Jenkins, todos en Cooperstown.

Fueron letales en el Wrigley Field durante los años 60 e inicios de los 70. Fueron capaces de todo, salvo alcanzar la Serie Mundial, cosa que como sabemos ocurrió muchos años después en 2016, cuando finalmente se terminó la llamada “maldición de la cabra”. Y, hablando de Ron Santo, hay otra «maldición» más moderna que surgió a propósito de un episodio extraño con un gato negro, que por razones de esoterismo tienen fama de poseer poderes mágicos.

Ocurrió que el 9 de septiembre de 1969, los Cachorros estaban de visita en el Shea Stadium en una serie de dos juegos ante los Mets de Nueva York. Eran los líderes la División Este de Liga Nacional, tenían 84 victorias y 57 reveses. El equipazo que tenían los hacía favoritos para llegar hasta los playoffs y la Serie Mundial.

Santo estaba en el círculo de espera cuando sorpresivamente un gato negro corrió hacia él, le pasó muy cerca de los pies y se fue a instalar por unos segundos en el banco del dogout de los visitantes. Por ese breve tiempo, el animalito estuvo inmóvil. Dicen los testigos que todos se quedaron sin hacer nada, mirando al felino que de nuevo regresó a las gradas. Apareció y desapareció por donde llegó al campo. Algunos soltaron sonoras carcajadas. Sin embargo la escena fue recordada hasta que lograron ganar el Trofeo de la Serie Mundial. Cuentan las leyendas de quienes creen en pavas, que a quien se le cruce un gato negro le caerán años de mala suerte. Después de eso, los Cubs perdieron 7 a 1 y luego sumaron 18 derrotas de los siguientes 27 juegos y no clasificaron a postemporada. Por eso se recuerda a Santo y al gato aquel cada vez que aparece uno en el terreno de juego.

Ron Santo, la historia de un vencedor - Mari Montes
Ron Santo jugó su última temporada de Grandes Ligas con los Medias Blancas de Chicago, en 1974.
Cortesía: Doug McWilliams

Después de colgar el uniforme, subió a la cabina de transmisión, donde con su carisma y sentido del humor le permitieron ser más querido por los fieles fanáticos de los Cachorros. No faltó a su trabajo.

Sus cenizas fueron dejadas en ese mítico campo donde brilló por años, el Wrigley Field, donde los mayores recuerdan sus hazañas y los más jóvenes conocen su historia. Una estatua recuerda su leyenda.

Cuando fue cambiado a los Medias Blancas, Ron Santo dijo: “Voy a extrañar este estadio”. Sentía que el viejo parque formaba parte de él y ahí quiso quedarse para siempre. Fue su voluntad permanecer en el diamante del Wrigley.

Fue justamente allí, en 2013, donde ocurrió una situación muy peculiar, inexplicable y extraña. Sucedió los primeros días de octubre, cuando Beth Murphy, dueño del Murphy’s Bleachers Bar, ubicado en la zona trasera del Wrigley Field (la casa de los Cachorros), encontró en un contenedor de basura memorabilia de Ron Santo. Eran objetos que usó la estrella con los Cachorros y tarjetas de colección o barajitas, de acuerdo con una versión del periódico Chicago Tribune.

“Los vi cuando estaba paseando a mi perro. Soy un gran fanático de Ron Santo y de inmediato no dudé en enviar a un par de mis empleados a rescatar los objetos para después exhibirlos en el bar”, explicó Murphy.

Reconoció que dudó en comunicarle a la familia el hallazgo. “Al principio no quería que la familia Santo supiera que los objetos fueron rescatados de un basurero, pero no quedó otra opción”.

“Me alegro de que las cosas fueron salvadas por Beth Murphy”, declaró Jeff Santo, hijo de Ron.

La controversia surgió cuando Murphy, que de inmediato exhibió la memorabilia en su bar, avisó también a los Cachorros.

Murphy encontró los objetos y al día siguiente el portavoz de los Cachorros, Julian Green, declaró en una estación de radio que fue el equipo el que había recuperado la memorabilia. Entonces, el Chicago Tribune comprobó que fue Murphy quien encontró todo y dejó al descubierto a los Cachorros, que no supieron en qué momento los objetos fueron a parar a un contenedor de basura fuera de su estadio. Nadie pudo ni supo explicar cómo llegaron ahí.

Fue un final feliz. Sus objetos no merecían terminar desechados. Ron Santo fue un jugador que amó el béisbol, un ídolo en la Ciudad de los Vientos, una vida asombrosa, la historia motivadora de un vencedor.

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