Publicado en: Revista Estilo
Por: Fundación Cultural Estilo en Cinetismo
Muchos se preguntan quién es Elías Crespín, cuando se enteran de que a partir del 25 de enero del 2020, una obra de este artista venezolano es ahora parte de la colección permanente del Museo del Louvre. En el medio del arte, críticos y artistas saben quién es, pero como su fama es reciente, el público en general no lo conoce tanto como a Soto, Cruz Diez, Otero o Gego, que cuentan con obras monumentales en museos y distintas ciudades de nuestra geografía. Lo relevante de la noticia es que es el primer artista latinoamericano en tener una obra en este museo y lo importante para nosotros es que es venezolano. Es un artista cuya obra se ha desarrollado principalmente en el exterior, aunque al inicio de su carrera expuso en algunas galerías y museos del país.
En una crónica publicada por Diego Arroyo Gil para runrun.es, el periodista dice que “Mucha gente se pregunta qué sería de Venezuela si no se hubiese atravesado en el camino de los venezolanos la inmensa tragedia histórica de las últimas décadas. Para saberlo habría que poder verlo y eso no es posible, pero lo cierto es que fuera del país –y también dentro, por supuesto– pequeñas grandes conquistas dejan entrever que lo que Venezuela “pudo haber sido” de hecho ya lo es o lo está siendo a su manera.”
Artistas como Crespín, escritores y músicos se han ido en diáspora del país a realizar las aspiraciones que quizás aquí no podían, y no queda sino pensar en lo metafórico de esa onda instalada en el Louvre en movimiento perenne, en alto, a la vista de las miles de personas que visitan el museo en flujo constante.
Es además, hermosamente significativo que el arte de Crespín sea un paso hacia adelante en innovación y mirada a la tradición creadora de nuestros maestros cinéticos. La exhibición que estuvo abierta hasta enero de este año, Kinetic Masters & Their Legacy, en la galería Cecilia Torres de Nueva York, fue inspirada por el asombro que hace nueve años el trabajo de Crespín causara a Julio Le Parc, Luis Tomasello y al maestro Cruz Diez quienes estaban fascinados por esa nueva dimensión que Crespín introdujo al cinetismo a través de la tecnología. Cada obra de este artista no es sólo arte, sino un homenaje.
ELÍAS CRESPÍN = DATA
EL UNIVERSO DEL ARTISTA
Crespín nació en 1965 en Caracas (Venezuela), y estudió ingeniería informática. Es nieto de artistas (Gego y Gerd Leufert) e hijo de matemáticos. El contacto con artistas, amigos de sus abuelos, y haber atestiguado sus procesos creativos deben haberlo impactado de alguna manera. Su primera obra fue Malla Electrocinética I (2004), la cual le tomó dos años de trabajo. Conjugar sus dos universos de pertenencia, el arte y la informática, han hecho que produzca obras que en esencia son una reflexión matemática sobre el movimiento.
“Las esculturas móviles de Elías Crespín se componen de mallas metálicas modeladas a mano o de elementos individuales suspendidos por hilos invisibles, que forman en su conjunto figuras geométricas. Mediante motores dirigidos por una programación informática, las esculturas dibujan lentamente en el espacio una danza, transformándose de forma casi imperceptible, pasando de una forma a la otra siguiendo una coreografía diseñada por el artista. A esta investigación que concierne el tiempo, la forma y el movimiento, Elías Crespín asocia a menudo el estudio del color a través de la experimentación con diferentes materiales y texturas, de la luz y de la sombra.” Taller Elías Crespín.
L’ONDE DU MIDI EN EL LOUVRE
Con motivo del 30 aniversario de la Pirámide, el Museo del Louvre propuso a Elías Crespín crear una instalación permanente, reanudando así el compromiso con encargos públicos de envergadura. En lo alto de la escalera meridional, Crespín instaló la obra cinética titulada L’Onde du Midi (La onda meridional). De este modo, el artista venezolano sigue los pasos de grandes figuras del arte contemporáneo afincadas en el Louvre, como Anselm Kiefer (2007), François Morellet (2010) o Cy Twombly (2010).
L’Onde du Midi pertenece a la categoría de “Plano Flexionante”, está formada por 128 tubos cilíndricos alineados paralelamente, suspendidos en el aire por hilos transparentes, que constituyen un plano horizontal rectangular de casi diez metros de largo (1,50 x 9,50 m) cuando está en reposo. Al accionarse en el espacio, alcanza una amplitud de 3 a 4,50 metros de alto, al ritmo de secuencias establecidas mediante algoritmos numéricos.
La coreografía ondulatoria, en la que la linealidad mecánica está ausente, privilegia la lentitud y favorece la contemplación. Frente a ella, el espectador se ve sumergido en una danza lenta y grácil de formas infinitas e impredecibles. Su configuración espacial es aleatoria y nos sorprende continuamente, a través de formas que se expanden, aplanan y difractan; pasando del orden al caos, de lo simple a lo complejo. La escalera meridional se transforma así en el escenario de un silencioso ballet, brindando al visitante un alto en el camino.
A decir de Diego Arroyo Gil, “los 128 tubos ondean en el aire a la manera de una ola o de una alfombra mágica. También pueden dar la impresión de ser un animal marino que viaja, ligero, a ras de la superficie, pero como La onda… está más bien cerca del techo, sumerge al espectador en un fondo desde el que se observa el desafío de la gravedad.”
“Las formas y la lógica siempre me han atraído. Soy sensible a la sensualidad y a la percepción de las cosas, como puede ser apreciar una bonita puesta de sol. Pero también hay cosas complejas que me interesan: las funciones, las propiedades de un círculo o de un triángulo, el trazado que puede resultar de una determinada relación matemática.” Elías Crespín.
TRAYECTORIA DE CRESPÍN
Sus obras han sido mostradas en la Exposición internacional 2017 en Astana, la XIII Bienal de Cuenca 2016 y la Bienal de Busan Corea en 2014, en museos y instituciones culturales como el Grand Palais, la Maison de l’Amérique Latine, el Espace Culturel Louis Vuitton de París y en la Fondation Boghossian y la Verrière Hermès de Bruselas.
Sus esculturas están presentes en las colecciones permanentes de The Museum of Fine Arts de Houston, El Museo del Barrio de Nueva York, el Museo de Arte Latino Americano de Buenos Aires y el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. En 2020, estarán en las colecciones del Museo del Louvre y la Maison de l’Amérique Latine.
Ha recibido los siguiente premios y reconocimientos:
2005 “Artist’s Choice Award”, ArtBots , Saints Michael and John’s Church, Dublín, Irlanda
2006 “Premio Armando Reverón”, 61 Salón Arturo Michelena , Ateneo de Valencia, Valencia, Venezuela
2019 “Premio de la Proyección Internacional”, AICA Venezuela Premios de la Crítica 2018.
Desde 2008 vive y trabaja en París.