Por: René Rincón
Durante la temporada 2010 del béisbol de Grandes Ligas, cuando el venezolano Bob Abreu jugaba para Los Ángeles de Anaheim, tuve la oportunidad de acompañarlo en algunos de los encuentros que su equipo disputaba, mayoritariamente en aquellos que lo hacía de visitante. Aproveché para incluir en mi itinerario una mini gira de juegos en Chicago, frente a Medias Blancas y en Detroit ante los Tigres. Cuando Anaheim visita Detroit, el equipo se hospeda en Birmingham, un hermoso pueblo ubicado al norte de la ciudad. La estrella de los Tigres, el venezolano Miguel Cabrera, tuvo la gentileza de llevarnos en su carro a cada uno de los partidos de esa serie, convirtiendo el trayecto de 25 minutos, en una escena de la película “Campos de Sueños”.
Recuerdo especialmente un día en el que ambos bateadores discutían sobre cómo se debe batear en situación de cero bolas y dos strikes, mientras en el asiento trasero de la camioneta de Miguel yo no podía creer estar escuchando a estos dos fenómenos presentando sus argumentos. “Yo cuando estoy en cero y dos automáticamente cambio mi enfoque y pienso que ahora tengo corredor en posición anotadora y debo remolcarlo” decía Miguel, mientras Bobby le replicaba “Yo bateo más cómodo en esa cuenta, porque debo concentrarme aún más, y para poncharme tendrá que pasarme algo bueno, si no lo hace me dará boleto”.
El pasado fin de semana, en la ceremonia de exaltación de Jim Thome a la Pared de la Fama de los Phillies de Filadelfia, volví a presenciar una extraordinaria conversación de béisbol y además sobre el mismo tema de estar en el hueco en la cuenta de bateo. Esta vez estuvieron presentes el homenajeado Thome, el Salón de la Fama Mike Schmidt, el manager campeón de la Serie Mundial Charlie Manuel y de nuevo Bob Abreu. Todo se inició cuando Schmidt y Thome describieron la cuenta de cero y dos como la zona de pánico. Para ambos representaba el peor escenario en el homeplate. Schmidt se dirigió a Abreu diciéndole, “yo quisiera batear como tú lo haces en cuenta de cero y dos”, mientras Bobby le explicaba que era más fácil hacerlo con Thome esperando turno, ya que ni de milagro el lanzador desearía caminarlo para enfrentar al peligroso zurdo, con el rápido Abreu en las bases. El magistral debate lo cerró Charlie Manuel al comparar como Miguel Cabrera y Bobby tienen la habilidad de poner en juego un pitcheo malo, fuera de la zona de strike, explicando cómo conectan una bola que se va alejando del plato y la envían a las esquinas de los jardines. El grupo al final dudaba quién era el líder de por vida en ponches recibidos en las Grandes Ligas. Todos sabían que Thome ocupaba el segundo lugar e ignoraban quién lideraba la antipática lista. Consulté con el sabio Google en mi teléfono y les recité: Reggie Jackson, Jim Thome, Adam Dunn, Sammy Sosa, Alex Rodríguez, Andrés Galarraga, José Canseco, Willie Stargell, Mike Cameron y usted señor Mike Schmidt, es el décimo en la lista. Las carcajadas fueron enormes y mucho más al descubrir que Abreu ocupaba el decimotercer lugar.
Mike Schmidt, sentado a mi lado, me habló de su rivalidad y amistad con Dave Kingman y me preguntó por los detalles de la muerte de Baudilio Díaz. A Larry Bowa, el legendario shortstop de los Phillies, le comenté que en Venezuela no lo queríamos mucho y él inmediatamente supo que era por el hecho de ser rival de nuestro rey David Concepción, y por allí siguió la conversa…
De niño en los terrenos del Caribe-Caraballeda hablaba con Max, Luisín, José María, Miguel Sánquiz y Juan Elías de Bowa, Schmidt y Kingman, y hoy me siento al lado de estos inmortales.
‘Hablando de Bateo’…