Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
La película Campo de sueños está cumpliendo 30 años de haberse estrenado y el béisbol lo celebra como lo merece.
En Júpiter, Florida, donde juegan los Hammer Heads, pertenecientes a la organización de los Marlins, el 25 de mayo invitaron al actor Dwier Brown, quien encarna a John Kinsella, padre de Ray, interpretado por Kevin Costner, para recordar con los fanáticos todos los mensajes que hicieron de este film, un clásico.
Campo de sueños es una película que reivindica el amor y la comunicación entre padres e hijos, lo importante de ser persistentes para lograr objetivos, la importancia de reconocer a tiempo cuando se está en la vía correcta o no, el valor de reconocer los errores y por supuesto, la reivindicación de una de sus figuras principales, Joe Jackson, expulsado del béisbol por involucrarse con la mafia de los apostadores.
Aquí unas líneas para recordarlo, a propósito del aniversario de la película y como excusa para hablar del gran jugador de los Medias Blancas.
Joe “Descalzo” Jackson (Ray Liotta), mira maravillado el campo al lado del sembradío de maíz y pregunta a Ray Kinsella:
—¿Es esto el cielo?
—¡No, es Iowa!
“Descalzo”, uno de los mejores bateadores de toda la historia, un hombre cuya leyenda crece a medida que ha pasado el tiempo desde que fue expulsado para siempre del beisbol por haber formado parte de los ocho hombres que “vendieron” la Serie Mundial de 1919, los “Medias Negras” de Chicago.
Para que tengamos una idea de lo que significaba Jackson como bateador, el mismísimo Babe Ruth admitió que estudiaba el estilo del “Descalzo”.
Sus números prueban que fue un jugador completo, de esos que hicieron todo en forma sobresaliente. El nombre de Joe Jackson está a la par de Ty Cobb, Babe Ruth, Ted Williams o Willie Mays. Sus cualidades le dieron ese derecho.
Eddie Collins, uno de los mejores jugadores del beisbol, le dijo una vez a Ted Williams, bateador de dotes extraordinarias, cuando fue su coach: “Lo único mas parecido a Joe Jackson que he visto, eres tú”.
Su pecado obligó a la condena perpetua a la que fue sentenciado por el juez Keneseaw Mountain Landis, primer comisionado del beisbol, cuando se comprobó que Jackson y otros siete jugadores de los Medias Blancas, aceptaron dinero de la mafia de apostadores de Chicago a cambio de jugar para que el equipo perdiera. Se repartieron cien mil dólares y las culpas.
Aquellos Medias Blancas le pidieron varias de veces al dueño del equipo, Charles Comiskey que les pagara mejor, que tenían compromisos familiares, pero el avaro propietario no los atendió. No es excusa, pero explica la principal motivación para el inmenso error que dejó a los ocho hombres fuera.
En Campo de sueños, la primera vez que Joe Jackson habla con Ray Kinsella, le dice que volverá con otros: “Somos ocho”, advierte y quienes conocemos la historia sabemos quienes lo acompañarán: Ed Cicotte, Oscar Felsch, Arnold Gandil, George Weaver, Charles Risberg, Claude Williams y Fred McMullin.
La situación de los sancionados no justifica la acción, pero esa necesidad se desvió para convertirse en uno de los episodios más despreciables de la historia del juego. Los peloteros aceptaron el dinero y jugaron para atrás.
Sin embargo, los números de “Descalzo” evidencian otra cosa y certifican lo que todo el mundo dice, que era un jugador que entregaba el alma, así que no podía entregar un juego.
Joe Jackson jugó la Serie Mundial sin cometer errores, bateó para .375, conectó tres dobles, un triple, un cuadrangular y fue líder en carreras impulsadas para Chicago.
Una versión indica que no cobró, otra que si lo hizo pero que cuando quiso devolver el pago no lo aceptaron. La que es cierta sin dudas, es que lo advirtió a Charles Comiskey y éste, con la prepotencia que cuentan que lo caracterizaba, no le hizo caso.
Los ocho implicados fueron sentenciados al destierro del beisbol. De todos ellos, Joe Jackson siempre ha sido defendido.
El mismísimo Ted Williams dijo en una oportunidad: “Joe, que no hizo nada, pagó su sentencia y porque no se puede resucitar a Landis (ya que debe ser el mismo Comisionado que sentenció quien revise y suspenda la medida) no puede andar así eternamente…me da asco cada vez que veo debajo de mi placa y a pocos centímetros, la de Charles Comiskey y ‘Descalzo’ todavía esperando afuera.”
Pero el destierro ha sido únicamente de los registros oficiales, su historia es innegable, y con los años, su leyenda ha servido para que muchos de los que nacimos después, incluso de su muerte, ocurrida el 5 de diciembre de 1951, lo tengamos entre nuestros jugadores favoritos.
Uno de los momentos más conmovedores de Campo de Sueños es este diálogo entre Jackson y Kinsella:
—¿Apuesto a que es bueno jugar de nuevo, verdad?-le pregunta Ray Kinsella.
—Haber sido expulsado del beisbol fue como si me hubieran amputado una parte del cuerpo. Me han dicho que algunas personas se despiertan con sensación de comezón en las piernas, cuando tienen 50 años que les fueron amputadas, así me pasa a mí, despierto en la noche con el olor de los parques de pelota en mi nariz, la frescura del pasto en mis pies, la emoción del pasto.
Y sigue …
—Amo este juego, habría jugado sólo por comida. Jugaba por amor al juego, los sonidos, los olores. ¿Alguna vez has sostenido una pelota o un guante frente a tu cara?
—Sí –responde orgulloso Kinsella
Y termina Joe diciendo:
—Amaba viajar en tren de ciudad en ciudad. Los hoteles con sus lujosos vestíbulos y las camas de latón en los cuartos. La gente en el estadio, de pie cuando una bola es conectada a la parte lejana de los jardines. ¡Maldición! hubiera jugado gratis”.
Joe Jackson, dio su último imparable el 16 de julio de 1920, al año siguiente fue expulsado para siempre de los registros oficiales y no tiene derecho a ser miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, pero no ha sido posible desterrarlo del corazón del beisbol.
Al final de su vida, “Descalzo” sufría del corazón y falleció en 1951 en Greenville, Carolina del Sur, a los 63 años de edad. Dicen que sus últimas palabras antes de irse fueron: «Estoy por enfrentarme al más grande umpire y Él sabe que soy inocente».
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