Publicado en: Prodavinci
Por: Mari Montes
Hay algo que no tiene discusión sobre Barry Bonds: fue un bateador de cualidades extraordinarias. De eso no hubo dudas nunca, no había como tenerlas, aunque tal vez el único que las tuvo fue él mismo. Es posible que esa sea la razón por la que decidió tomar el atajo que lo alejó del camino a Coorperstown.
Desde su época escolar, y después universitaria, Barry Bonds demostró sus atributos como jugador con todas las herramientas. En 1978, ingresó a la escuela secundaria “Junipero Serra”, reconocida por su programa deportivo, de donde egresaron figuras de MLB y la NFL, como Jim Fregosi y Tom Brady. El escritor Steve West, en un trabajo biográfico para la Sociedad Americana de Investigación de Béisbol, cita a Tim Walsh, el entrenador de Bonds en secundaria : “Quería ser genial. Muchos chicos solo querían jugar, pero eso no era suficiente para él”.
Era un competidor empedernido, hijo de un destacado jugador de las Grandes Ligas, Bobby Bonds, quien estuvo catorce temporadas con varios equipos; un slugger que destacaba por su velocidad y capacidad de robar bases. Las mejores temporadas de su padre fueron las siete que jugó para los Gigantes de San Francisco. En las siguientes siete campañas, vistió siete uniformes de equipos diferentes. Aunque esos años incluyeron varias temporadas productivas, su carrera se vio mermada por el alcoholismo, lesiones y desacuerdos salariales. Dijo una vez: “Barry es así porque es mi hijo”, se refería a ese modo de ser áspero y distante con casi todos. En San Francisco hizo amistad con Willie Mays, a quien eligió como padrino del pequeño Barry.
“Bobby Bonds creció con Dusty Baker. El padre de Dusty, Johnnie, era amigo de la familia. ‘Siempre que Bobby iba detrás de las gradas, sabías lo que estaba haciendo. Tuve que hablar con él un millón de veces sobre la bebida, cuando estaba en la escuela. Siempre decía lo mismo: «Sr. Baker, yo no hago esto y señor Baker, no hago aquello”, cuenta Ralph Caola en su extenso artículo sobre Bobby Bonds para SABR.
Barry creció con el béisbol como parte de su vida, aunque jugó baloncesto y fútbol americano un par de temporadas, cuando estaba en bachillerato y aunque lo hizo bien, estaba claro que el béisbol era su deporte preferido.
En el artículo de Steve West, se lee: “Lideró la liga en jonrones y en su último año bateó .467, con 14 jonrones y 42 carreras impulsadas. Pero nunca estudió, llegaba tarde a los entrenamientos y hacía desplantes a otros equipos en el campo ( se quedaba viendo sus jonrones, por ejemplo, algo que seguiría haciendo en las Grandes Ligas). A medida que los scouts iban buscando, este comportamiento empezó a dañar su reputación. Los scouts notaron su arrogancia, y uno incluso escribió ‘Asshole’ en ‘Actitud / Personalidad’, en su informe. Bobby se había retirado del béisbol profesional, su carrera se descarriló por el alcoholismo, y la noticia de que actuaría como asesor de Barry en el draft de 1982, hizo que las acciones de su hijo cayeran. En una esperada segunda ronda fue tomado por los Gigantes, le ofrecieron $70.000 para firmar, pero cuando Bobby dijo que quería $5.000 más, le dijeron que no, gracias, y Barry se fue a la universidad.”
En Arizona State, una de las potencias del béisbol universitario, Barry Bonds continuó demostrando su inmenso talento. En su primer año, fue el líder del equipo con 11 jonrones y 54 carreras impulsadas. Dominó la Serie Mundial Universitaria, aunque el equipo terminó tercero. Cuenta West que en 1984 volvieron a jugar la Serie Mundial Universitaria, Bonds volvió tener números individuales prodigiosos, pero el equipo perdió, otra vez. Dijo su entrenador, Jim Brock: «No creo que alguna vez haya descubierto qué hacer para agradarle a la gente”. En 1985 tuvo una actuación tan brillante, que le valió ser parte del equipo de béisbol “All Americans”, integrado por los jugadores universitarios más destacados de cada disciplina.
En el DRAFT celebrado en junio de 1985, Bonds fue reclamado en la primera ronda por los Piratas de Pittsburgh, y un par de días después firmó por un bono de 150.000 dólares. Entró directo a jugar para Prince William, Clase A de la Liga de Carolina, donde bateó .299 con 13 jonrones. Su actuación le facilitó el ascenso a Triple-A, con el Hawaii Islanders de la Pacific Coast League, la siguiente temporada, pero no estuvo mucho tiempo allí. Su producción de .311 de promedio al bate, con 7 jonrones en 44 juegos, hizo que los Piratas lo llamaran a las Grandes Ligas el 30 de mayo de 1986, contra los Dodgers de Los Ángeles, en el Three Rivers Stadium. Ese día se fue de 5-0 con 3 ponches, y el equipo perdió en 11 episodios. Para aprovechar su velocidad, el manager Jim Leyland lo puso como primer bate, y ahí se quedó por las siguientes 4 temporadas. Dio su primer hit al día siguiente, el primero de los 2.935 que dejó en su cuenta definitiva, y que Miguel Cabrera está por alcanzar y dejar atrás.
Miguel Cabrera llegó al béisbol de Grandes Ligas en 2003, cuando se iniciaba la investigación a Bonds sobre el consumo de sustancias prohibidas. Cuando Miguel debutó, ya estaba claro que consumir esteroides o cualquier medicina para mejorar el rendimiento, era visto como una trampa, una acción sancionable y censurable, pero antes de eso, cuando las pelotas abandonaban el terreno y los parques se llenaban de fanáticos para ver a los jonroneros, a nadie parecía importarle cómo lograban ir tan lejos.
Ahí están sus números, los de Bonds, los que fue sumando desde su llegada en 1986, hasta su retiro en 2007. Describe su página web BarryBonds.com: “Barry Bonds es un ex jardinero izquierdo de béisbol, que jugó 22 temporadas en las Grandes Ligas (MLB), con los Piratas de Pittsburgh y los Gigantes de San Francisco. Barry Bonds recibió 7 premios “Jugador Más Valioso” de la Liga Nacional, fue seleccionado 14 veces al Juego de Estrellas, y es considerado uno de los mejores jugadores de béisbol de todos los tiempos. Reconocido como un bateador excepcional (…) tiene varios récords en Grandes Ligas, incluyendo la mayor cantidad de jonrones de por vida (762), mayor cantidad de jonrones en una sola temporada (73), y la mayor cantidad de bases por bolas (2.558). Además ganó 8 Guantes de Oro por su defensa como jardinero.”
¿Cómo alguien con esos números no está en el Salón de la Fama?
Le queda una aparición en la boleta para ser elegido por la Sociedad Americana de Escritores de Béisbol, entre quienes no ha logrado el 75% requerido. Uno de los votantes más reconocidos, el escritor Tom Verducci, ha escrito varios artículos sobre su decisión de no darle su voto, con argumentos sólidos que son probablemente los que se mantengan en este último chance en la papeleta: “Bonds nunca ha tenido un momento de honestidad sobre cómo se logró el récord. Su entrenador, Greg Anderson, fue a la cárcel dos veces, en lugar de responder preguntas sobre las drogas que usaba Bonds. Curiosamente, periodistas deportivos ofrecen defensas de Bonds que él y Anderson nunca han logrado. Las defensas más débiles de los partidarios de Bonds son que ‘todo el mundo estaba usando esteroides’ en ese entonces, y que ‘todavía tienes que batear una pelota de béisbol’.
No es aceptable que “todos lo hacían”, porque no es cierto, y quienes no consumieron sustancias tuvieron desventajas compitiendo contra quienes sí, y eso significó que hubiese jugadores que mejoraron tanto su desempeño que lograron ascensos que dejaron fuera a otros que no usaban esteroides u hormonas. Los números en el béisbol significan dinero, permanecer, un buen contrato o uno aún mejor. Tomar ventaja usando sustancias prohibidas siempre estuvo mal, aunque no hubiera controles, por eso se escondieron, y mintieron.
Otro argumento de los defensores de Bonds, es que nunca dio positivo en los controles, cuando comenzaron a hacerse. Para responder a esto, Verducci enfatiza: “En el juicio, los fiscales argumentaron que el laboratorio de drogas conocido como BALCO, le dio a Bonds el esteroide de diseño THG, conocido como ‘The Clear’, porque era tan innovador que ninguna prueba de drogas en orina podía detectarlo, y un ungüento a base de testosterona llamado ‘The Clear, cream’. El velocista olímpico Tim Montgomery testificó que ’The Clear’, se embotellaba en contenedores de linaza, usados.”
Barry Bonds aseguró que consumió las sustancias de ayuda, creyendo que era linaza, que no sabía que se trataba de esteroides.
‘¡Falso, afirmó Patrick Arnold, el mismo químico farmacéutico que inventó “The Clear”. Como recuerda Verducci: ”En 2007, Arnold le dijo a Bob Costas en HBO, cuando se le preguntó si era posible que Bonds pensara que estaba usando aceite de linaza: ‘No. No, no en lo más mínimo. ‘The Clear’ era THG disuelto en la misma sustancia que se usa para ese anticongelante no tóxico. Sabía horrible. Supongo que es posible que Barry nunca haya probado el aceite de linaza y haya dicho: ‘Bueno, supongo que esto es aceite de linaza’. Pero es bastante difícil de creer”.
El equipo de Balco tenía todo calculado para que el consumo de sustancias de ayuda fuese indetectable.
Un jurado federal acusó a Barry Bonds por cargos de perjurio y obstrucción de la justicia en abril de 2011, pero en 2015, la sentencia fue anulada. Victor Conte, de Balco, cumplió cuatro meses en una prisión federal y cuatro meses en arresto domiciliario después de declararse culpable de distribución de esteroides y lavado de dinero. Conte, ha insistido en que que no tiene conocimiento de sí Bonds alguna vez tomó drogas para mejorar el rendimiento. Aunque está más que probado que proporcionó medicamentos al entrenador de Bonds, Greg Anderson.
En todos los artículos citados, y otros consultados, queda como un hecho que es en 1998 cuando Barry Bonds comenzó a usar esteroides, motivado por el foco que los medios le dieron a la carrera de Mark McGwire y Sammy Sosa por el récord de jonrones en una sola temporada, impuesto en 1961 por Roger Maris. Llegó a decirlo a amigos cercanos.
Ken Burns, autor del documental “Baseball”, un clásico del género, actualizó su obra para incluir en un “décimo inning”, el tema del consumo de sustancias prohibidas, porque es parte de la historia también. Fue una era. Jugadores importantes perdieron el brillo, empañados por usar fármacos para mejorar el rendimiento.
Explica Ken Burns sobre el documental: “Creo que lo que queríamos hacer era ir más allá de la respuesta binaria de bueno o malo con respecto a Barry Bonds. De hecho, intentamos mostrar la era de los esteroides y todos aquellos atrapados en ella. Es una mezcla horrible, un retrato complicado y matizado de Barry Bonds, para concluir sobre por qué hizo ese trato fáustico al final de la temporada de 1998″.
Un pacto con el diablo, eso fue. El ego, la vanidad. Quiso alcanzar la gloria y terminó aplastado por él mismo. En 1998 tenía números para continuar en la vía hacia el Salón de la Fama. Quiso ser el mejor, pero no le importó cómo.
Este trabajo de ESPN publicado en 2007, tiene una cronología del caso, desde 1998.
No es posible saber cuántos de esos batazos de Barry Bonds fueron limpios. No es posible saber ¿qué habría pasado si…”, por supuesto que otra historia, posiblemente con menos números, pero con verdad.
Los días previos al jonrón con el que dejó atrás a Hank Aaron, los fanáticos iban a los estadios con jeringas enormes, o vestidos con franelas exhibiendo un asterisco.
“Menos de un millón de hogares vieron a Bonds romper el récord de Aaron, mientras que 14.9 millones de hogares vieron a Hank Aaron pasar a Babe Ruth en 1974. (Advertencias obvias: Bonds conectó su jonrón a las 11:51 pm, hora del Este, mientras que Aaron, en los días previos al cable, bateó su jonrón a las 9:07 pm. El punto es que el récord de Aaron fue un acontecimiento nacional; Bonds fue una desilusión nacional). Un examen realizado por Pew Research Center, de 106 historias al día siguiente, encontró que más allá de los nombres de Bonds, Aaron y Mike Bacsik, el lanzador de los Nacionales a quien dio el jonrón récord, las palabras más comunes fueron ‘esteroides’ y ‘drogas para mejorar el rendimiento’. Ambos aparecieron 215 veces.” Los datos son de Tom Verducci en su artículo donde explica por qué no votará por él.
El diseñador de moda Marc Ecko, compró la pelota del jonrón 756, hizo una encuesta sobre qué debía hacer con ella. La opción ganadora fue (10 millones de votos): “Marcarla con un asterisco y entregarla al Salón de la Fama.”
Bonds detesta el asterisco, pero para muchos está ahí, como quedó marcado en la pelota del jonrón 756.
Cuando fue coach de bateo de los Marlins, en 2016, era notable verlo con otra contextura física, más parecido a la del joven jugador que fue a Venezuela a jugar con los Navegantes del Magallanes en la temporada 1985-1986.
Miguel Cabrera está por alcanzar la cifra de hits de Barry Bonds, luego lo desplazará, y seguirá su camino a Cooperstown, Miguel no toma atajos.