Publicado en: El Estímulo
Por: José Luis Carrillo
Para conmemorar el cincuentenario del último trabajo elaborado por el cuarteto de Liverpool, se ha editado una caja de cinco discos con tomas alternas de las diferentes piezas y nuevas mezclas de las grabaciones originales en sonido envolvente 7.1 y dolby atmos con lo que se puede tener el mayor detalle y sentirse en el propio estudio donde el cuarteto logró superar sus diferencias y lograr la cohesión necesaria para cerrar su carrera y dejar a la posteridad otra obra fabulosa.
Luego de las tortuosas sesiones de enero de 1969, en las que los Beatles registraron el material que fue finalmente editado en marzo de 1970 bajo el nombre de Let It Be y que estuvieron plagadas de desavenencias y acritud entre los cuatro integrantes de la banda, todo parecía haber llegado a su fin para el fabuloso cuarteto de Liverpool.
El propio George Martin, quien fue el productor de los discos del grupo comentó: “Yo pensé, ‘cielos, esto es el final, no quiero ser parte de esto más’. Y realmente pensé que lo era. Y realmente me sorprendí cuando, luego de haber finalizado aquel álbum (Let It Be), Paul vino y me dijo ‘volvamos y grabemos como solíamos hacerlo… ¿Producirías un álbum como solías hacerlo?’”.
Como afirmó Philip Norman -autor de aclamadas biografías de los Beatles, los Rolling Stones, Buddy Holly y Elton John-, “algo detuvo que los elementos continuaran bifurcándose y los restauró a su equilibrio insuperable. Abbey Road fue John Lennon en su mejor punto, Paul McCartney en su mejor punto y George Harrison repentinamente alcanzando un mejor punto que nadie hubo imaginado”
Bajo la dirección de Martin, el nuevo álbum obtuvo una cohesión de la que carecieron tanto el accidentado Let It Be como el doble álbum blanco (The Beatles, 1968), que le otorga al LP una estructura como la había tenido el Sgt. Pepper’s (1967), aunque no la pretendida unidad temática sino más bien tonal, y por consiguiente la sensación de obra acabada, en lugar de recopilación de temas inconexos.
Pero lo más valioso como obra de Abbey Road, al que el grupo quiso en un principio titular Everest, es que en ella los Beatles, ya asimiladas sus experimentaciones con las distintas vertientes musicales, hacen un resumen de sus diferentes aportes a la evolución de la música rock, pero en lugar del encaje-fusión de estilos (música académica, clásica de la india, jazz, country, blues, rhythm and blues y música de vanguardia), todo está condensado, conservando aires de cada género pero conformando un sabor único. El estilo Beatles había sido alcanzado de manera definitiva.
Raíces
Ya desde el doble blanco, los Beatles habían iniciado un regreso a las raíces del rock and roll y la música negra que les cautivó en la adolescencia, plasmada en la parodia (¿reboot?) del “Back in the USA” del pionero Chuck Berry, titulada “Back in the USSR” y que le llevó a crear las piezas más rockeras de su repertorio: “Yer blues”, “Happinness is a warm gun”, “Why don’t we do in the road” y, ya abriendo el camino al hard rock, “Helter skelter”.
El álbum se inicia con la poderosa “Come together”, donde Lennon se inspira en la conocida canción de Berry “You can’t catch me”, de la que de hecho conserva la línea “Here come flat top”, que abre el tema de los Beatles, mientras que en el de Berry está en el tercer verso de la segunda estrofa. Esto daría pie a una demanda por parte de los publicistas de Berry, que quedaría zanjada con un acuerdo mediante el que Lennon grabaría tres canciones de la editora, que aparecerían en su álbum Rock and Roll, de 1975.
En la letra de “Come together”, John hace un llamado a sus compañeros a juntarse, haciendo caracterizaciones de cada uno de ellos: “Tiene a Muddy Waters, tiene que ser bien parecido” (Paul); “Un rollo santo, tiene el pelo largo hasta las rodillas” (George); “Toma coca cola y dice ‘te conozco, me conoces’” (Ringo) y “Tiene a Ono a su lado, te abraza a su mecedora y puedes sentir su enfermedad” (el propio John).
El aspecto bluesero de “Come together” es resaltado por las partes de piano eléctrico ejecutadas por McCartney, que recuerdan las líneas de “I heard it through a grapevine”, el éxito de Marvin Gaye de 1967, y las frases de guitarra eléctrica de George Harrison, repletas de bendings (estiramientos) de cuerda, típicas del blues, que prolonga hacia el final de la canción.
Esta vertiente rockera de Lennon generaría otra pieza notable del álbum, la poderosa “I want you (She’s so heavy)” que cierra la cara A y que cuenta con unos fuertes licks de guitarra eléctrica de John y George cargados de disonancias (especialmente presente el tritono –el intervalo de quinta disminuida anatematizado por la Iglesia Católica como “el diablo en la música”–). Esta pieza continúa esa línea oscura y tenebrosa iniciada por la ya mencionada “Happiness is a warm gun”, del doble blanco, y que ya anuncia el estilo de la banda que inauguraría uno de los géneros más importantes del rock, como es el heavy metal: Black Sabbath.
Las formas clásicas
Las influencias de las músicas clásicas (tanto la de Occidente como la de la India), están presentes, aunque de manera sutil en Abbey Road. La tercera pieza de John para el disco, “Because”, surgió cuando Lennon escuchó a Yoko tocar el primer movimiento de la sonata “Claro de luna”, de Ludwig van Beethoven, y le pidió que desplegara los acordes, pero en orden invertido. La línea académica es enfatizada por la base que toca George Martin en el clavecín eléctrico que dobla los arpegios de guitarra eléctrica de John, pero, además, por la coral beatle que se creó gracias a la superposición de pistas.
Oficialmente, está registrado que las vocales comprenden nueve voces (las de John, Paul y George en armonía, grabadas en tres oportunidades), aunque algunos autores aseguran que realmente son siete las voces, pues en la primera pista estarían las de los tres vocalistas, en la segunda las de John y George y las de John y Paul en la tercera, de lo que resulta que la de John tenga la preeminencia que es evidente. En el volumen 3 de la Antología de los Beatles, publicada en 1996, se incluye una mezcla estéreo de las pistas vocales aisladas, lo que permite una mayor apreciación.
Luego de incluir instrumentos y ejecutantes de la India en los discos Revolver y Sgt. Pepper’s, así como el single “The inner light”, George interrumpió esta tendencia para volver a la guitarra. Pero la influencia de la cultura india se hizo evidente en la deliciosa “Here comes the sun”, cuyo coro suena como una especie de mantra hindú de meditación. Este aspecto fue resaltado en una versión que aparece en el álbum Love (producido para el espectáculo del mismo nombre que realizó el Cirque Du Soleil en 2006).
“Here comes the sun” es uno de los puntos altos del álbum y demostró lo mucho que había crecido Harrison como autor, aunque todavía en las sesiones de Let it be, veía que muchas de sus composiciones eran rechazadas por los líderes del grupo (Lennon y McCartney), entre ellas piezas magistrales como “All things must pass” -que terminó en un LP solista. El mayor interés de la canción reside en la sección intermedia, donde intercambia secuencias en 11×8, 4×4 y 7×8 muy similares a patrones rítmicos de la música clásica de la India. Las orquestaciones compuestas por Martin y las líneas de sintetizador tocadas por el propio George aportan toda la brillantez para ilustrar el estado de alegría por la salida del sol.
Baladas y soul
Es George Harrison justamente quien desplaza a Paul como el baladista del grupo. Hasta el momento había sido McCartney quien más había brillado en esta área no muy favorecida por los críticos musicales pero bien recibida por el público consumidor, y había hecho aportes como “And I love her” (1964), “Michelle” (1965) y la extraordinaria “Here, there and everywhere” (1966), pero con “Something”, el guitarrista logró no solamente la pieza que sería escogida para liderar el single promocional del álbum (primera vez para una canción suya), sino una de las piezas más versionadas del cuarteto.
La orquestación de George Martin, las efusivas partes de batería de Ringo en los coros, la armonía en los agudos de McCartney y el inspirado solo bluesero de George ejecutado en la Gibson Les Paul color rojo cereza que le regaló Eric Clapton luego de tocarla en la “While my guitar gently weeps”, del doble blanco, son elementos que contribuyen a la belleza de esta canción, pero lo más notable es la línea de bajo de Paul en su Rickenbacker 4001, que se constituye en una línea contrapuntística a la melodía cantada por Harrison.
Más afín al blues es “Oh! Darling”, de McCartney, un tema de estilo soul en ritmo de 6×8 reminiscente de los intérpretes sureños de este género, y que precisamente Paul canta forzando al máximo sus cuerdas vocales para lograr ese tono “gritado” que caracteriza mucha de la música negra.
Esos aspectos llevaron a Lennon a lamentar que fuera Paul quien incluyera una canción así en este álbum, pues era John quien solía incluir temas de orientación soul en los discos de los Beatles, como lo hizo al versionar “Anna”, “You really got a hold on me” y “Money” (1963), y con sus propias “You’re going to lose that girl” (1965) y más adelante “Don’t let me down” (lado B del single “Get back”, 1969).
Toque de humor
Discordia generó entre ambos la canción “Maxwell’s silver hammer”, de Paul, de la que John siempre manifestó su descontento debido a que el autor insistía en hacer retoques continuamente a la pieza tratando de perfeccionarla, cuando según Lennon ni siquiera debió ser grabada por su baja calidad artística. John se refirió a esta tonada como otra de “las canciones de abuela” que solía aportar Paul, como “Ob-la-di Ob-la-da” y “Honey pie” (1968), y “When I’m sixty four” (1967), las dos últimas en registros que evocaban el jazz tradicional del que el padre de Paul, Jim McCartney, era aficionado; o “Your mother should know”, que recordaba las canciones de los espectáculos de vaudeville de comienzos del siglo XX.
En el caso de “Maxwell’s…”, aunque también con sabor a vaudevile, estaba más orientada en la línea de la tonada infantil “Yellow submarine” (1966) y como tal debió quedar mejor si hubiese sido cantada por Ringo Starr, pero este, ya para tiempos del doble blanco, estaba componiendo él mismo su aporte a cada disco Beatle.
La canción de Paul presenta una historia irónica de un personaje que porta un martillo de plata que desaparece instantáneamente a bandidos y truanes y hacía una referencia a la patafísica, una rama de las metafísicas desarrollada por el dramaturgo Alfred Jarry, creencias que inspiraron también a Lennon, quien compondría un año más tarde su Instant Karma, derivada de estos planteamientos.
Para Abbey Road, Ringo aportó la frescura de su “Octopus’ garden”, auténtica continuación evolucionada del “Yellow submarine” y que procede estilísticamente de otro de los géneros que marcaron a los Beatles en sus comienzos: la música country, que precisamente era la predilecta de Ringo, como lo demostraron los temas que cantó en los álbumes del cuarteto: “Boys” (1963), “What goes on?” y “Act naturally” (1965), así como “Don’t pass me by” (1968), de su autoría.
La suite beatle
Donde los Beatles demuestran su maestría es, a pesar de los cuestionamientos de Lennon, que se oponía al concepto que llamaba pop opera (conjunto de canciones que narraban una historia y estaban entrelazadas entre sí), en el popurrí que ocupa la mayor parte de la cara B del vinilo y finaliza el álbum.
Es en esta parte donde los Beatles vuelven finalmente a ser la banda que cautivó a la gente de Hamburgo comenzando los años 60 del siglo 20, luego la de Liverpool, Londres, Europa y el mundo entero. Una banda dinámica que interpretaba con ímpetu inusitado rock and roll del bueno pero enriquecido con armonías y melodías que su avidez le llevaba a conseguir hurgando en otros géneros.
El meddley comienza con el tema de Paul “You never give me your money”, donde hace referencias a las disputas por los problemas financieros que tenía el grupo para entonces luego del fracaso de la boutique Apple: “Tú nunca me das tu dinero, solo me das estos papeles tan raros y en medio de las negociaciones te vienes abajo”, y que comienza con un recitado de McCartney acompañándose al piano que deriva luego en un poderoso rock con un portentoso solo bluesero por parte de Harrison.
Esta especie de suite continúa con la evocadora (de hecho le preceden un ensamblaje de ruidos “nocturnos”) “Sun King”, de John, donde se acusa la influencia del tema “Albatross”, de Fleetwood Mac (1968), y que contiene palabras inconexas en italiano y español. El ánimo empieza a aumentar con “Mean Mr. Mustard” y se consolida con “Plythene Pam”, un rock también de Lennon, donde descuella el solo de George en la aludida Les Paul, que continúa magistralmente en la fuerte “She came in through the bathroom window”, de McCartney, tema en el que desemboca “Mr Mustard” con una progresión de acordes basada en la fanfarria con que se presentaba a Billy Shears en el enlace entre “Sgt. Pepper’s lonely hearts club band” y “With a little help from my friends”, en el Sgt. Pepper’s (1967) y que aquí representa uno de los picos altos de la suite.
Una catedral de sonido
La suite tiene una pausa y se reanuda con la conmovedora “Golden slumbers”, que McCartney escribió a partir de una visita a la casa de su padre, donde hojeó un libro de música que contenía un arreglo para un poema de Thomas Dekker (1572?-1632). Aunque Paul no sabía leer música, compuso su propio marco para los versos de Dekker en su estilo hímnico que venía ejercitando desde 1968, con “Hey Jude” y “Let it be” como sus mejores muestras y que traían al presente la tradición de los himnos protestantes tan cultivados en Inglaterra.
El himno desemboca en la tonada “Carry that weight”, donde se plantea una suerte de argumentación de la suerte de cada Beatles a raíz de los problemas planteados al inicio de la suite, en la descrita “You never give me your money” y de hecho se retoma la línea melódica inicial.
“The end” contiene elementos que realmente son nuevos para los Beatles en este Abbey Road que ahora se torna cincuentón: luego de un riff bluesero marcado por McCartney, Ringo Starr desarrolla un solo de batería (el único que registró para el grupo) donde luce su recién adquirido set de tambores de madera y piel de cordero, de lo que ya había dado algunos abrebocas en “Here comes the sun” y “I want you (She’s so heavy)”. “Abbey Road fue una locura de tom toms”, ha dicho el percusionista.
El final propiamente dicho es un dístico rimado de Paul en el que entona el sempiterno mensaje Beatles de amor universal (presente desde aquel “The word”, de 1965): “Y al final, el amor que obtengas será equivalente al amor que des”, acompañado por unas pinceladas de George a la guitarra eléctrica, todo envuelto por el sonido de la orquesta sinfónica que ya había dado carácter a “Something” y a “Here comes the sun” y que enfatiza el carácter majestuoso de la suite, contribuyendo a la idea de un sonido voluminoso y cerrando el álbum con una sensación de gigantismo.
Orquesta sinfónica, himnos, mantras, rock duro, blues, soul, armonías vocales esplendorosas, melodías exquisitas, progresiones del mundo académico trastocadas por una mente creativa, tonadas infantiles y despliegues vistosos en los instrumentos; puede que el doble blanco (que duplica en número de copias vendidas a Abbey Road y es el álbum más vendido de los Beatles) o Let it be (que hasta el momento no ha llegado a ser en su forma definitiva) tengan mayor cantidad de canciones memorables, pero como creación conjunta, ningún otro disco del fabuloso cuarteto tiene tal balance, contundencia y maestría compositiva e interpretativa como este álbum con el que los Beatles, aunque no escalaron el Everest, sí llegaron a la cumbre de su creatividad.
Celebración
El 26 de septiembre se cumplió el 50º aniversario de Abbey Road, el último álbum grabado por los Beatles, aunque sería editado antes que el Let It Be, grabado en enero de 1969.
Para conmemorar la fecha, la Corporación Apple, perteneciente a los Beatles, ha editado una caja de cuatro discos, tres CD y un blu ray, que contienen una nueva mezcla estéreo del álbum, tomas previas a las definitivas que quedaron registradas en el vinilo y dos mezclas en sonido surround (envolvente), la primera de 7.1 canales y la segunda en formato Dolby Atmos, con calidad de alta resolución de sonido.
La ocasión es marcada además con la presentación de un emotivo video clip para la canción “Here comes the sun”, cuyo autor es George Harrison y que es una de las dos gemas que el para entonces subestimado compositor logró incorporar al álbum.
Entre las piezas alternas que se encuentran en los CD adicionales destacan una versión de “I want you (She’s so heavy)” que en lugar de finalizar con una “inundación” de ruido blanco y un corte abrupto, continúa con una descarga en la que Billy Preston improvisa partes en el piano eléctrico; la parte interpretada por la orquesta sinfónica en “Something” presentada de manera aislada, demos de “Polythene Pam” y una versión temprana de “Octopus’ garden” que refleja de mejor manera sus raíces country.