El Personalismo y lo cristiano – Ismael Pérez Vigil

El Personalismo y lo cristiano - Ismael Pérez Vigil

Publicado en: Blog personal

Por: Ismael Pérez Vigil

Aprovecho el “asueto” de la Semana Santa para abordar el tema político reflexionando sobre un tema conexo, propio de la fecha, “lo cristiano”; y que mejor que hacerlo con base en la obra de Emmanuel Mounier, cuyo 72 aniversario de fallecimiento se cumplió el 22 de marzo, hace apenas tres semanas.

Emmanuel Mounier, prematuramente fallecido en 1950, con apenas 44 años, es uno de los filósofos cristianos, al menos para mí, más notables del siglo 20. Poco conocido, salvo para algunos “iniciados” o para quienes circulan por los alrededores del social cristianismo. Por supuesto no me interesa destacar el aspecto confesional o religioso de su filosofía, sino su significado desde el punto de vista de las ideas políticas, especialmente sobre tres conceptos, entre muchos. que magistralmente desarrolló y conectó, los conceptos de “persona”, la comunicación y la comunidad y el “salir de sí”.

No es posible referirse a Mounier separándolo de su enfoque sobre el “personalismo”, su filosofía, que dio origen a un movimiento político de igual nombre, obviamente basado en un concepto central: la persona, que frecuentemente se confunde o equipara con el concepto de “individuo” o lo “individual”, términos no equivalentes, que tienen también muchas implicaciones profundas, por lo que no quiero desperdiciar la oportunidad de comentarlas.

Aclaro, sin embargo, que no me gusta el término “individuo”; hasta la definición de algunos diccionarios, resaltan precisamente lo que no me gusta: “Ser vivo, animal o vegetal, perteneciente a una especie o género, considerado independientemente de los demás” (el subrayado es mío). Sin embargo, en algunos diccionarios aparece otra definición que se acerca algo más a lo que me interesa resaltar del pensamiento de Mounier: “Persona considerada independientemente de las demás” (nuevamente el subrayado es mío) y es precisamente el concepto de “persona”, haciendo abstracción de su definición “diccionaria” −valga el termino−, al que quiero llegar, para contraponerlo a individuo, individualidad o individualismo.

Creo que la sociedad está formada por personas, no por individuos −“El universo de la persona es el universo del hombre—“, decía Mounier, pero “persona” en el sentido del “personalismo” como filosofía que se deriva de Kant y muy especialmente de filósofos cristianos como Soren Kierkegaard, Jacques Maritain, Gabriel Marcel, etc. −y sobre todo, de Emmanuel Mounier−, que a principios del siglo pasado desarrollaron el concepto, para diferenciarlo justamente del individualismo y del colectivismo marxista, que se fortalecía tras la toma del poder por los bolcheviques en Rusia.

De todos los mencionados, me parece que el más interesante es precisamente Mounier, cuyo libro o folleto: El Personalismo (1949), escrito poco antes de morir, circuló mucho en Venezuela a finales de los años 60 y comienzos de los 70, especialmente la publicación en español de EUDEBA, en 1967 (no sé si se consiga en alguna parte, pero en la Wikipedia −cuando no− he visto un resumen, del “personalismo” y de Mounier).

El concepto de “persona” en Mounier, es lo que diferencia al hombre del individuo, como una “purificación” de éste y convierte al hombre en un ser relacional y comunicativo, en una “existencia encarnada”, como él decía. Mounier desarrolla su concepto a partir de colocar a la “persona” en el centro de conceptos como “estado” y “economía”, ambas realidades o conceptos hechos para el hombre y no el hombre para el estado y la economía. Por tanto, no creo que sea el concepto de “individuo” quien defina al hombre, como sostienen algunas corrientes de pensamiento.

A efectos de muchas de las discusiones en ese sentido, el “repaso” de la filosofía del “personalismo”, como la define Mounier, sería interesante, especialmente en esta era de comunicaciones y redes sociales, sobre todo porque para Mounier la experiencia fundamental del hombre es la comunicación:

“Contrariamente a una difundida opinión, esta (la experiencia fundamental del hombre) no consiste en la originalidad, la afirmación solitaria; no consiste en la separación, sino en la comunicación” El Personalismo, EUDEBA, 1967. (subrayado mío).

Para Mounier hay una serie “actos originales” que definen a la “persona”, al hombre, siendo el primero de ellos −el que en mi opinión más lo acerca a “lo cristiano” – el “salir de sí. Ésta es una idea ética fundamental de su filosofía, del sentido que su “personalismo” le da a la vida. En efecto, para Mounier: “Una persona es una existencia capaz de separarse de sí misma, de desposeerse, de descentrarse para llegar a ser disponible para otros.” (subrayado mío) Y ese es para él una idea central de la tradición personalista cristiana, que marca su rumbo y su objetivo, pues “… sólo libera a los otros o al mundo aquel que primero se ha liberado a sí mismo”. Esa idea de una persona, que forma parte de un género humano, que tiene una historia y un destino colectivo, es para Mounier “…una idea maestra de los Padres de la Iglesia.”

Este concepto, de la persona que es capaz de “salir de sí”, para estar con los otros, nos lleva de la mano a una profunda caracterización de “lo cristiano”; para Mounier el cristianismo retorna así a su significado original: “renunciar al gobierno de la tierra y a las apariencias de su consagración, para realizar la obra propia de la Iglesia, la comunidad de los cristianos en Cristo, confundido con los demás hombres en la obra profana. Ni teocracia, ni liberalismo, sino retorno al doble rigor de la trascendencia y de la encarnación”

Esa idea –“salir de sí”−, ese “acto original” que Mounier define como una esencia de lo cristiano, junto con otra idea clave del “personalismo” de Mounier −la afirmación de la unidad de la humanidad, hombres, creados todos a la imagen de Dios y llamados todos a la salvación−, era a donde quería llegar, como reflexión para Semana Santa.

Lo que caracteriza a “lo cristiano” es, precisamente, para mí: “la muerte a sí mismo”; la muerte al egoísmo y la decisión de “comunicarse”, sumergirse en los otros, el “nos-otros”, del que alguna vez nos habló el Padre Luis Ugalde, SJ; esa es la razón profunda que explica el gesto de amor que acepta la Crucifixión; es la esencia y raíz de lo cristiano, su esencia moral, ética, de principios, más allá de lo religioso, de lo católico o universal, de lo apostólico y de lo romano, −El Vaticano− en cuanto significa de institucional.

Por lo pronto esta es mi reflexión para un Sábado de Gloria, a la espera del Domingo, de Resurrección, que es la promesa característica y diferenciadora del cristianismo; habrá otro momento para elaborar sobre esto, por lo pronto regresaremos a nuestros temas pendientes: visitas, reuniones y cartas.

 

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