Publicado en: El Nacional
Por: Fernando Rodríguez
Aunque fuese por haber ganado una, realmente pulseada, después de haber perdido tanto y durante tanto tiempo, hay motivo de alegría. Le ganamos a un gobierno que sacó desde el inicio del combate las armas más sucias y viles, desde el comportamiento inverosímil, flagrantemente delictivo, del TSJ hasta el ventajismo impúdico del último round electoral. No olvidar el simbolismo de tratarse de la cuna del prócer y, sobre todo, el coto de caza mayor de su ávida familia. Basta asomarse a las redes para ver el siempre algo insulso pero indicativo aplauso generalizado.
Ahora bien, pasada la fiesta vale la pena preguntarse por sus significados, en la medida que esto resulta posible, porque hay hipótesis para todos los gustos. Por lo pronto, me gusta lo que dice Superlano, que alude modestamente a una muestra “pequeña, muy mínima tal vez…pero pudiera servir de disparador de una política que amalgame… los que queremos salir de la crisis”. Es una manera sensata de poner una premisa, y uno pudiese acogerla por razonable.
Pero de ahí en adelante hay las más fogosas proposiciones como la de Guaidó de que la próxima elección debe ser presidencial, la cual entronca con los muy diversos grupos que abogan por el revocatorio. Aquí hay lo contrario. Prisa, pero bueno, ya sabemos que es una tenaz y prolongada proposición de un sector opositor, básicamente Voluntad Popular y el compañero Biden, que cree recibir un impulso no tan pequeño con esta algarabía. Aquí habrá que recordar que si bien el pueblo respondió en Barinas, otra conclusión posible es que el gobierno está dispuesto a utilizar cuanta arma punzopenetrante exista para ganar cualquier elección, no digamos aquella en que se juega su cabeza y su bolsa. Y además de todos los problemas, desde constitucionales a logísticos, de estas elecciones adelantadas, hay que contar que Barinas no hace milagros y las contradicciones del sector opositor y su desconexión con perico de los palotes están ahí, como lo demuestra el abrumador número de gobernaciones perdidas. Pero tener fe a veces hasta el cielo conduce.
Luego hay los amantes del voto que ven lo acaecido como una prueba del poder del sufragio, con mucha menos modestia que Superlano. El problema es que para ejercer el voto tiene que haber elecciones y en esa perspectiva las próximas serían en 2024, pero total, si ya hemos padecido más de dos décadas. Durante ese tiempo debemos robustecernos y buscar una política de convivencia con la dictadura y allí sí hay cantidad de cosas que van desde Claudio Fermín hasta un neoalacrán que dice en estos días que la reconstrucción económica del país deben hacerla el gobierno y la oposición unidas, para que Maduro no saque ventajas. Allí podemos entrar en todo tipo de concesiones –el mismo CNE para mí no ha estado demasiado a la altura- y contubernios obscuros. ¿Cuántos políticos, líderes, comentaron el extraordinario informe de la Unión Europea y los insultos del gobierno contra esta? Muy pocos. De manera que para ser dignos de un voto vamos a tener que practicar una cohabitación difícilmente saludable que, a lo mejor, termina favoreciendo a la dictadura en la medida que demuestre que es un poquitico más blanda de lo que dice María Corina, más vale lo viejo por conocer y el poder siempre es el poder. Aquí el papel de los empresarios es vital, ya frecuentan Miraflores como perro por su casa y están recibiendo halagüeñas concesiones gubernamentales, neoliberales y mafiosas, para que inviertan los dólares en general acumulados de mala manera y que ya el gobierno no tiene. No hay que olvidar políticamente que entre la MUD y el PSUV, por dar unos límites también precarios en sí mismos, hay una serie de especímenes de la más variada e inestable textura. No va a ser fácil ordenarlos.
En conclusión, que hay que pensar en Barinas más allá de su simbología e intereses bastardos, con penetración y agudeza, no como un signo de los cielos, ni una invocación de las redes. Y en medio de una barahúnda de opiniones de toda calaña, como esa tan gratuita del gobernador electo de cuadrarse ante el presidente Maduro, así gratuitamente.