El suicidio no es una opción – Soledad Morillo Belloso

Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Estamos la mayoría de los venezolanos hartos de organismos electorales que producen o apañan pucherazos. Estamos aburridos de años de palabrería rimbombante con la que se pretende excusar o justificar elecciones que no nos producen ni un poquito de confianza. Llevamos años cargando con una certeza: que el organismo electoral no cumple con su deber.  Y, aunque no lo parezca, pues sí, sí tenemos memoria.

Y porque tenemos memoria, bien recordamos a  los vagabundos que por el CNE han pasado y lo mal que lo han hecho. Y estamos empeñados, más bien empecinados, en exigir un organismo electoral que le funcione a los ciudadanos y a la democracia.

Buena parte, si no todos, los postulados por la Sociedad Civil para los cargos del CNE harían un muy buen trabajo. Lo menos que se puede decir de ellos es que no son salvajes de oficio. Tienen los conocimientos necesarios para hacerlo bien. Saben de la cuestión electoral y no tienen títulos sacados en una caja de detergente. Saben de matemáticas y de ética.  Más importante aún, entienden no solo que la democracia exige crear un ambiente electoral con mínimo de certezas sino que la gestión de los rectores debe hacer que un proceso comicial no sea un pantano de vulgaridades.

Y no es cuestión de si la oposición necesita un CNE decente, imparcial, competente. Lo necesita también el “oficialismo”, tanto o más que la oposición. Porque lo hecho en todos estos años condujo a lo que tenemos hoy: instituciones del poder público y funcionarios en cargos que no son avalados en el país y mucho menos por un trozo importante de la comunidad internacional. La extinta Asamblea Nacional Constituyente no fue reconocida. Nicolás Maduro no es reconocido por un montón de países y organizaciones y menos por millones de ciudadanos. La Asamblea Nacional producto de ese desastre que fue la elección  del 6D no es reconocida. Y ese desconocimiento se ha traducido en murallas gruesas y altas, inexpugnables en áreas tan relevantes como las relaciones diplomáticas, el comercio internacional y el financiamiento, por solo mencionar tres patios cruciales. Las elecciones mal hechas no solucionan los problemas. Atornillan en el poder, sí, pero no destraban entuertos.

Así las cosas, un nuevo CNE no es asunto menor. La “Sociedad Civil” ha hecho lo que la lógica y la sensatez le marcaba: ha postulado a gente capaz, competente, decente y que entiende la gravedad de la situación. Lo sé. Hay muchos (salvajes)  interesados en que esto no prospere. No peco de ingenua. Pero en el chavismo madurismo hay gente que sabe que persistir en el camino de la ilegitimidad es suicida. Y el mismo Psuv, que es mucho más que Maduro, Cilia, Diosdado, los hermanitos Rodríguez y los Tarek, tiene visión de futuro y tiene ambiciones políticas. Y no se va a suicidar. Héctor Rodríguez (que no entierra el espejo) tiene 38 años y no tiene un pelo de tonto; no se va hacer el harakiri.

Puede ser que logremos un CNE decente. Eso no es garantía. Pero sería un gigantesco paso en la dirección correcta. Para la oposición, para el rojismo y para el país. El suicidio no es una opción.

 

 

 

 

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