¿No hay margen para que Andrés Velásquez razone con Henrique Capriles los proyectos de este?, ¿qué ha hecho Capriles para hacerle pensar que necesita o quiere pactar con la tiranía, que ha venido combatiendo por tantos años, de la que ha soportado persecución y calumnias, y en cuyos calabozos se ha pasado meses? En entrevista con el diputado por el estado Bolívar, Rachid Yasbek Valdez argumenta: “Andrés no tiene sino razones para estar agradecido con Henrique. Pero es política de La Causa R atacar no solo al contendor sino también a quienes hasta ayer han sido compañeros de lucha. Se van de frente. No les importa arrollar a quien sea”.
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Milagros Socorro
Curioso estilo el que se ha impuesto en Venezuela, donde para persuadir a alguien de que está equivocado y lo mejor que puede hacer es adherir lo que uno piensa, en vez de explicarle al descaminado lo errado de sus pareceres y exponerle los argumentos que uno considera correctos, en vez de eso, decía, se insulta al otro y se le atribuyen horribles intenciones y acciones.
Esta conducta, que era práctica habitual de Chávez, dado al ultraje y la amenaza como forma de trato con el adversario, ha sido adoptada por políticos que se dicen contrarios al de Barinas y a sus mil abusos; y así, para conformar la tan necesaria unidad para confrontar la tiranía de Maduro, en vez de procurar una reunión y debatir en ella las distintas posiciones hasta encontrar una arena que sea común a todos (y, sobre todo, beneficiosa para el país), optan por arrojar mil dicterios en público (en Twitter), donde pueden zaherir y calumniar sin que haya la ocasión de que los pongan en su lugar.
Lo hacen políticos y lo hacen periodistas, que usan sus tribunas para atribuirles a políticas y hasta a colegas vicios y tejemanejes que por décadas han demostrado no tener. Nada importa. Si alguien manifiesta una posición distinta a la del maldiciente, echan a la borda amistades de años, consideraciones debidas y trayectorias que demuestran la falsedad de las acusaciones.
Es como si Chávez hubiera acabado no solo con la institucionalidad y con la infraestructura de Venezuela sino que también hubiera abolido los argumentos, la persuasión, el debate. ¿No aceptas lo que yo doy por bueno? Entonces, eres un tal por cual y, mira, más que eso, te vendiste al dictador…
Es lo que acaba de hacer Andrés Velásquez, prominente figura de la oposición democrática, líder que goza del respeto de muy buena parte del país. Cuando Henrique Capriles Radonski dio a conocer su decisión de no abstenerse en las elecciones que planea hacer Maduro para completar su proyecto totalitario (cosa que Capriles admite y que lo lleva a no abandonar el terreno de lucha), Velásquez, en vez de explicar por qué le parece errada la línea de Capriles, en vez de exponer la de él, en vez de decirnos qué debe hacerse, escribe en Twitter cosas como: “Qué riñones. Capriles invita al pueblo a sentarse en la silla eléctrica de la farsa electoral. Se le ven las costuras, lo que persigue es dar legitimidad a Maduro para abrirse paso. La maldición de los políticos venezolanos es que no piensan primero en Vzla sino en ser Presidente”.
O: “LAMENTABLE. Capriles opta por opción de Maduro y cohabitar con él. Afortunadamente el pueblo venezolano está claro: NO CONVALIDAREMOS UNA FARSA ELECTORAL para legitimar la dictadura. Ahora más que nunca UNIDAD NACIONAL para desalojar al tirano. Presidenciales libres y justas”.
De verdad, ¿no hay margen para que Velásquez razone con Capriles los proyectos de este?, ¿qué ha hecho Capriles para hacerle pensar que necesita o quiere pactar con la tiranía, que ha venido combatiendo por tantos años, de la que ha soportado persecución y calumnias, y en cuyos calabozos se ha pasado meses?
El miércoles, Capriles Radonski dijo: “Nosotros no vamos a dejar a la gente sin opción. Vamos a abrir caminos, vamos a apoyar a mujeres y hombres que quieran abrir caminos”. Por lo menos, desde enero, Capriles está dando indicios de que piensa que no se está haciendo política y que se está perdiendo tiempo en una estrategia ilusoria. Puede estar equivocado. Todos podemos estar equivocados (esto no incluye a los jerarcas del régimien, quienes no es que estén equivocados sino que están incursos en crímenes de lesa humanidad, que es muy distinto), pero la equivocación no se combate con difamaciones, como hacía Chávez y como hacen Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y así hasta llegar al enanismo absoluto, como Villeguitas, se enfrenta con premisas, con otra perspectiva de la realidad.
Velásquez afirma que “ahora, más que nunca, Unidad Nacional”. Tiene razón. ¿Y la mejor manera de procurar la unidad con Capriles y con Primero Justicia es insultar al ex gobernador de Miranda? Velásquez acudió a unas elecciones para la Gobernación de Bolívar en tiempos de dictadura. Tan eran tiempos de oprobio e ilegalidad que el chavismo le robó esas elecciones, ganadas por Velásquez con el apoyo de la unidad. Corría, pues, el riesgo de que el despotismo mafioso le desconociera su derecho y aún así se presentó a la justa electoral. ¿Eran otros tiempos? Sí. ¿Eran otras circunstancias? Sí. Pero son los mismos hombres y es el mismo país, solo que más castigado y más necesitado de liderazgo sobrio y agrandado. Los insultos, para la gallera. No para un país ya sumido en la tragedia.
Pensando que son los mismos hombres… me he preguntado cómo ha sido la relación entre Velásquez y Capriles. Indago por allí y me cuentan que Capriles lo llama -lo llamaba, cabe prever- “Camarita” y que siempre se ha expresado de Velásquez en los términos. ¿Será que el de La Causa R tiene algo que resentir del de PJ?
-Por supuesto que no -dice en entrevista el diputado Rachid Yasbek Valdez por el estado Bolívar-. Andrés no tiene sino razones para estar agradecido con Henrique. Pero es política de La Causa R atacar no solo al contendor sino también a quienes hasta ayer han sido compañeros de lucha. Se van de frente. No les importa arrollar a quien sea. Tú me preguntas por la relación entre Andrés Velásquez y Henrique Capriles. Te digo: Fue siempre la mejor. Inclusive, uno, como dirigente de PJ, llegó a sentir como celos, porque Henrique mostraba hacia Andrés hasta más consideraciones que hacia uno. Esto llega al punto de que, en las elecciones regionales de 2012, se le retiró el apoyo a Raúl Yusef, quien era el candidato natural de PJ para dárselo a Andrés. En aquellas primarias, donde se enfrentaron Raúl Yusef y Andrés, este se dedicó a hacer una campaña de descrédito a Raúl. Una cosa terrible e injusta. Pero esto no solo lo hace Andrés, es práctica de otros dirigentes de La Causa R. Eso lo vimos cuando otra de las figuras de ese partido desacreditó, sin base y sin límites, a su oponente, quien era un miembro de una de las familias más honorables de Upata. Fue muy fea esa campaña, que, por cierto, no fue respondida por el otro candidato. Y cuando aquel dirigente le ganó por menos de mil votos a un desconocido en aquel momento, fue y le pidió perdón, diciéndole que toda aquella infamia era su manera de ganarle. Es, pues, un estilo.
“Ante el pronunciamiento del miércoles, Andrés Velásquez fue el primero que brincó y escribió esos tuits, desconsiderados e irrespetuosos, contra Henrique. Yo, que soy coordinador del estado Bolívar, no voy a acompañar a Henrique en esta jugada, pero jamás desconocería sus méritos ni los enormes sacrificios que ha hecho por el país. En cuanto a Andrés, si una persona me hubiera tratado a mí como Henrique lo ha tratado a él durante tantos años, aun no siendo compañero de partido, jamás le diría ni la cuarta parte de los infundios que Andrés le ha dicho a Henrique. Esos insultos nos duelen a todos en Primero Justicia. Es exactamente igual que cuando uno tiene una diferencia con un hermano, si alguien viene a meterse, uno no se lo permite. Mucho menos si viene con un tono tan injurioso como el que ha usado Andrés Velásquez, quien suele hablarle al espejo: En uno de sus tuits, le dice a Henrique que a este no le importa el país sino que está pensando ser Presidente. Yo creo que eso a quien se le aplica es a Andrés Velásquez, y por eso dice lo que él cree que la gente quiere oír. Quién sabe si mañana él y otros tengan que arrodillarse para pedir perdón…”.