Millones de venezolanos de bien hemos sido ofendidos, estafados, robados, extorsionados, vejados, perseguidos, pisoteados, enclaustrados. A millones de venezolanos de bien nos destrozaron el presente y pretenden destruirnos el futuro. Y, por tanto, millones de venezolanos de bien, como usted y como yo, que hemos trabajado, sudado, luchado, tenemos legítimo derecho a muchas cosas, entre ellas a la indignación. Y nadie, léase bien, absolutamente nadie, tiene derecho alguno a pretender quitarnos el derecho a estar muy molestos, muy irritados, muy enojados y, sí, muy indignados.
Millones de venezolanos nos negamos categóricamente a aceptar que se nos pretenda imponer una política de aceptación de mediocridades impulsada, auspiciada, patrocinada por oportunistas de oficio. Ni a usted ni a mí ni a millones de venezolanos que creemos en el sistema democrático puede nadie forzarnos a aceptar unas elecciones ilegales, ilegítimas, inmorales. Y millones de venezolanos de bien -usted y yo incluidos- tenemos soberano, legítimo e inalienable derecho a, con manifiesta indignación, decir que “así, no”. Y ya pueden venir muchos doctos, picados de alacrán, “mesitos” y demás especies a soltarnos la ristra de argumentos fútiles que quieran. Millones de venezolanos de bien queremos votar, queremos elegir, queremos construir soluciones, queremos acabar con este miserable estado de cosas. Queremos rehacer nuestra Venezuela, curarla y convertirla en el país que soñamos y al que tenemos derecho. No queremos rendirnos ni vamos a claudicar frente a propuestas que solo beneficiarían al régimen y a unos pocos oportunistas disfrazados farsantemente de “opositores”.
El amparo presentado por Caleca, González Lobato y varios otros y que miles con nuestra firma hemos apoyado (corriendo riesgos inimaginables) es una vía sensata para evitar la masacre electoral planteada para el 6D. Yo firmé. Yo quiero votar, yo quiero elegir. Pero tengo clarísimo que lo que han montado para el 6 de diciembre es un acto barbárico, al que hay que oponerse… y con absoluta indignación.
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