El sacristán, personaje cercano para la comunidad católica y para la actividad diaria de todo lo que ocurre dentro de los templos: “He sido testigo de lo que ha pasado en la institución a través del tiempo. Por mi sacristía han desfilado muchos secretos”; y agrega: “Como la sociedad toda, la Iglesia se empobreció hasta extremos jamás vistos desde el período colonial. Casi tuvo que empezar de cero para levantar cabeza”, y cierra argumentando: “Ahora volvemos a la época de los seminaristas bien prepararos y de los curas cultos de verdad”.
Publicado en: La Gran Aldea
Por: Elías Pino Iturrieta
-Usted sabe mucho de la iglesia venezolana, y por eso lo quiero entrevistar. Como los obispos y los curas están en el tope de la popularidad, necesito su opinión al respecto.
-Ojalá lo pueda ayudar, pero le adelanto que no me ha sorprendido el cambio de esos señores que antes eran más comedidos, o más apartados de los asuntos públicos.
-¿Desde cuándo los conoce usted?
-De toda la vida. Soy descendiente de una familia de sacristanes desde tiempo inmemorial. He sido testigo de lo que ha pasado en la institución a través del tiempo. Por mi sacristía han desfilado muchos secretos.
-¿Cuándo comienza la iglesia venezolana a llamarle la atención?
-Me llamó la atención durante la guerra de Independencia, porque se manifestó de manera distinta ante los fieles y frente a la política. Dejó de ser el bloque duro que era, para dividirse y para comenzar a opinar en forma contradictoria frente a lo que estaba pasando. Los obispos no manifestaron opiniones que produjeran escándalo, se mantuvieron leales a la causa de la monarquía, pero lo curas se dividieron en patriotas y realistas. Allí empezó todo.
-¿Qué fue lo que empezó?
-Comenzó una manera distinta de relacionarse con la gente. Muchos sacerdotes se fueron a la guerra, varios como capellanes de los ejércitos revolucionarios. Otros descuidaron la atención de sus funciones, de los asuntos del culto y de la administración de los curatos, por estar pendientes de la política. Otros murieron en las batallas, para que lo que era un emporio, o una parcela floreciente y acatada por todos, se debilitara o perdiera la influencia del pasado.
-Interesante situación que no vemos los que miramos desde afuera. Necesito que la siga comentando el próximo miércoles.