Publicado en: El Cooperante
Por: Elizabeth Fuentes
Lo que evidentemente fue una comunicación privada de Juan Guaidó hacia Humberto Calderón Berti – donde de una manera excesivamente fría le comunicaba la remoción del cargo como Embajador del gobierno interino de Venezuela-, se filtró en minutos y, a las pocas horas, las especulaciones de todo tipo gritaban en las redes cualquier barbaridad.
Los más radicales adversarios del presidente de la Asamblea Nacional, quienes poco tiempo atrás criticaban la designación de Calderón Berti, se dedicaron a discutir el despido como si se tratara de un tema más importante que la hambruna nacional o la caída constante del Bolívar, mientras algunos laboratorios de guerra sucia electrónicos montaban una versión, con documentos y todo, donde aseguran que Calderón Berti andaba en marramucias con Mikel Moreno y el general Padrino López para darles un golpe a Guaidó y a Maduro para salir de ambos de un solo trancazo.
Tanto se movieron los intereses contantes y sonantes de algunos afectados, que sin vergüenza ninguna, un “diario de circulación nacional” , como se les decía antes, publicó una primera nota la mañana del miércoles 27 revelando los nexos de Calderón Berti con Moreno y Padrino. Pero pocas horas después, el mismo diario y con la misma firma, publicaba otra nota completamente opuesta, haciendo hincapié en la debacle de la política exterior de Guaidó, análisis amparado únicamente en fuentes sin identificar y donde la mayoría de ellos ubicaban al líder de Voluntad Popular al borde del abismo.
Pero la anunciada rueda de prensa de Calderón Berti para aclarar lo que ocurrió en su caso, dejó a más de uno con los crespos hechos. Porque si bien el veterano político deslizó algunas críticas pertinentes hacia quienes rodeaban a Juan Guaidó, amplió su versión sobre el verdadero destino de la ayuda humanitaria que llegó a Colombia, nada nuevo ni cataclísmico dejó Calderón sobre la mesa, mientras los sospechosos habituales que desde la oposición llevan meses apostando porque el presidente de la AN fracase y desaparezca de la escena pública, se quedaron con un sabor amargo en las ganas y la estrategia del “quítate tú pa ponerme yo” se les volvió a caer.
Si Calderón Berti guardó un misil más grueso para ocasiones futuras e impidió, por ahora, las ganas de partidizar algunas decisiones, seguirá formando parte de la especulación cotidiana. Mientras tanto, la maquinaria traga-opositores que poseen algunos grupos que se dicen de oposición, seguirá aceitando día a día sus ganas de destruir a Guaidó y los suyos, solo para ver si consiguen alguna ganancia jurungando entre esas ruinas.
Nos falta por oír la respuesta del presidente interino. Una prueba de alta política, prudencia y riesgo que debe producirse pronto, antes de que sus enemigos íntimos sigan disparando y no precisamente desde Miraflores.